Con permiso,Jhon Manuel,porque vengo con todo, arrogante, prepotente, amargado, kamikaze, neurótico,siloso, engorilado. EN-GO-RI-LA-DO. Te lo dedico, Carlos Elio. Coje tu recto por el pecho, hablador de pistoladas,payaso de feria,inventor del agua tibia,charlatán,perogrullo.
Me siento como el protagonista de “Tropa de Élite” frente al comando corrupto de la Villa del Cine. Y mi misión aquí es impartir justicia con plomo parejo en la Favela hamponil y criminal de Lorena Almarza, capaz de albergar engendros mafiosos como José Antonio Varela, un mercenario paramilitar al servicio de la campaña de lavado de cerebros orquestada por la propaganda del Ministerio de Cultura. ¿Te volviste loco, brother? Delitos como La Clase y tu segunda película, no prescriben.Al contrario, pasan a engrosar el prontuario de abusos de poder cometidos por el estado en nombre de la defensa de la soberanía nacional y la revolución de la conciencia. Por eso, algún día nos veremos en los tribunales.Pronto se acabará tu sueño efímero de gloria endógena, ganada a fuerza de adulación y conformismo.Escríbelo.Ni hablar del futuro, viejito.
En menos de cinco años, nosotros nos encargaremos de limpiar a la plataforma cine, de adecentarla, de enjabonar su escoria roja rojita. Llegaremos a imponer nuevas reglas en la casa, en el rancho de los Hermanos Pou: concurso de oposición para aspirar a cualquier cargo, una gerencia obligatoriamente diversa y plural, política de cero tolerancia con el cogollismo, estímulo al pensamiento libre y a la creatividad experimental, división entre un departamento comercial para competir en el mercado y una división para desarrollar propuestas de arte y ensayo de cara a los festivales. Te lo prometo, se terminará el eterno cuentico de la gastadera innecesaria de real, del derroche de recursos, de la pérdida de energía, de la polarización, de las listas negras y del macartismo de Farruco. No marginaremos a nadie, ni siquiera a ustedes, aunque se lo merecen. Pero la idea no es aplicar la ley del ojo por ojo. El objetivo es dar el ejemplo, al invertir las normas restrictivas y discriminatorias de por ahora.
En tal sentido, abogaremos por un cine en antitesis a “Comando X”. Es decir, un cine deslastrado de los vicios de la reacción estética, del conservadurismo chapucero de la izquierda y la derecha en materia de expresión fílmica. De hecho, “Comando X” sirve de modelo para definir el tipo de cine a no desarrollar en los próximos años.
Para comenzar, el cine del futuro debe superar el esquema dramatúrgico de “Comando X”. Me explico. La cinta acusa de una estructura lineal y epidérmica, absolutamente predecible desde el primer minuto. Por tanto, ello carece de originalidad y provoca la inmediata deserción del público.Además, sus personajes ofenden la inteligencia de la audiencia, al apelar a los peores códigos de la televisión populista.
En efecto, la pareja protagónica recuerda la necedad interclasista de bodrios juveniles como “Somos Tu y Yo”, donde el muchacho solitario de la zona marginal descubre el afecto y el amor gracias al complejo maternal y culposo de una niña bien de la alta sociedad. Para rematar, él se quedará con ella para reforzar y alimentar la mentira, la trampa, la ficción y la falsa promesa del tan esperado ascenso social, como si el niño pobre no pudiera conseguir la felicidad sin la aprobación de la chica rubia, heredera de la familia millonaria.Ambos, en consecuencia, estrecharán sus lazos en un inverosímil y cuestionable final feliz, prefigurado para tranquilizar y consolar al respetable, a base de puras expectivas demagógicas.
La fórmula populista de “Comando X” también requiere ser derogada y eliminada de la faz de nuestra tierra. Verbigracia, el contenido político de la pieza resulta tan pobre, superficial y rastrero, como su pretensión de satanizar a la oposición venezolana, al encasillarla en el boceto del escualido guarimbero terrorista.
Así pues, el largometraje presenta una galería de estereotipos de ultraderecha, a cual más hojillero, chavistoide y limitado. Por un lado, no pueden faltar las típicas caricaturas de los empresarios conspiradores de los papeles de mandiga, siempre en plan de magnicidio, atentado y perversión.
Para subrayar la caricatura moralizadora, los malos jamás abandonan la bebida, consumen whisky a diestra y siniestra, acaparan alimentos,invitan a asesinar comunistas y tienen relaciones sexuales heterodoxas. Ojo, porque la visión puritana de la obra se pierde de vista, al exagerar el enfoque de Hollywood con respecto a las relaciones eróticas.
La censura de “Comando X”, propia de su mirada conservadora disfrazada de progresismo de izquierda, se empeña en ridiculizar y en ocultar el necesario placer de la carne.
En una escena, el gordito sufre de impotencia y no puede satisfacer a la joven en cuestión. Además, los dos aparecen en ropa interior, sin revelar absolutamente nada. En otra secuencia, se repite el concepto de coito chistoso y pudibundo, cuando un par de histéricos practican la gimnasia de la pornografia, sin prescindir tampoco de su vestuario. Lo hacen con ropa, pues, como para no molestar a las abuelitas y a las ligas de la decencia de Conatel.
Semejante hipocresía reconfirma la autoridad de la Ley Resorte sobre los contenidos de la Villa, mientras recupera los peores fantasmas de la inquisición audiovisual, desde la era del código Hays en Estados Unidos hasta las tijeras de Franco, Caldera, Mussollini, Fidel, Stalin y Hitler.
Y si hablamos del nazismo, “Comando X” viene como añillo al dedo, porque reedita la caricatura política del Fhurer en tierra de Nazis, al estilo del patrón antisemita de la odiosa y asquerosa “El Judío Suss”, proyectada en los campos de concentración para insensibilizar a los operadores de la industria del exterminio, de cara a su envilecido trabajo. De tal modo, la caricatura política contribuye a deshumanizar al adversario con miras a normalizar, aceptar y naturalizar su destrucción física.
Análogamente, “Comando X” se proyecta en la calle, para propagar un aberrante mensaje de criminalización de la disidencia política, como en la Unión Soviética. Una cacería de brujas de alcance mediático a la altura de la publicidad del régimen fidelista. Tristemente, el pobre Perucho Conde se presta para encarnar al villano “anticastrista” y “gusano” de “Comando X”, encarnando el antecedente de la próxima propaganda fílmica de la Villa, “Bambi C-4”, interesado biopic sobre la figura de Posada Carriles.
Por fortuna, lo obvio de la estrategia apenas logra embaucar a la minoría convocada. En cambio, la mayoría escapa de las salas a escasos minutos del inicio, demostrando y atestiguando el efecto boomerang de la fallida empresa del gobierno.
En lo personal, fui a verla el domingo con la maestra Ximena, y tan sólo nos acompañaban tres actores del gremio. Por ende, todos estabamos ahí por compromiso.Ellos para reconfirmar sus sospechas y nosotros para verificar y notificar el desastre. A propósito, en la misma sala se han registrado funciones vacías, según palabras de los empleados del cine. De tal modo, el gobierno dilapida el erario público de PDVSA, y tira nuestro dinero al cesto de la basura.En paralelo, gente en la calle muere de hambre y de mengua.
El día de mañana, le daremos un uso distinto a la renta petrolera, cuando el derecho soberano de fundar una industria de cine no sea incompatible con el derecho de existir, de comer y de sobrevivir.
En Venezuela, podemos tener las dos cosas, pero sin jugar con las verdaderas necesidades del pueblo.
Por todo ello, la bancarrota de “Comando X” lejos de alegrarnos, nos entristece, nos enluta, nos angustia, mientras jóvenes atletas salen de Venezuela en busca del oro y regresan pidiendo plata y limosna en Aló Presidente; mientras la ganadora del bronce lucha por conseguir una casita del Ministerio de Vivienda; mientras crecen los índices de pobreza crítica.He aquí las contradicciones, las venas abiertas del socialismo del siglo XXI, sustentado en la miseria de las grandes mayorías para mantener los priviliegios de las élites del poder.
En conclusión, el cine de la Villa es un lujo de unos pocos, en vías de extinción. Es el golf de una macolla de cineastas borbónicos. Una de las últimas monarquías a derrotar y derrocar en Venezuela. Revolución francesa con ustedes. También les sale la ley de María Antonieta. Veála muy pronto en su cine de confianza.
Epílogo: estéticamente, “Comando X” tampoco aporta nada. Su imagen es despersonalizada, sin identidad propia, y recicla el look de la publicidad. Así, la forma y el fondo se conjugan a la perfección en una peculiar campaña de mercadeo, cuyo lanzamiento pretende favorecer al PSUV en las próximas elecciones. En resumen, se trata de un cine partidista, burocrático y carnetizado, en sintónia con el pasado criollo de la historia del encargo, antes de blanco, ahora de rojo.