Agua oxigenada

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HISTORIA DE UN ENCARGO: «LA CATIRA» DE CAMILO JOSÉ CELA

Agua oxigenada

Por Ana Nuño

El XXXVI Premio Anagrama de Ensayo es un libro fascinante. Y por partida triple. Promete despejar una incógnita, argumenta el derribo de una estatua, anuncia un cambio de marcha. Que desde hace tiempo el lector sepa que la incógnita no es tal, la estatua tiene pies de barro y el cambio de marcha ya se produjo no resta mérito a este estudio. Antes bien, ilumina su verdadera condición de artefacto retórico: estamos ante un ensayo político disfrazado de historia cultural y literaria.

De entrada, hay que reconocerle al autor de Historia de un encargo que no teme el tradicional castigo divino que aguarda a los adictos a la hubris. Nada menos que «un ensayo sobre la teoría y la práctica de la Hispanidad como eje mayor de la política cultural del franquismo hacia América Latina», «un acercamiento a la historia de las relaciones hispano-venezolanas en los años cincuenta del pasado siglo», «un circunscrito aporte a la comprensión de la vida y la obra de uno de los novelistas españoles más sonados de las últimas cuatro o cinco décadas»: todo esto es el libro de Gustavo Guerrero, según él mismo se encarga, modestamente, de informar al lector. Ah, y al menos dos cosas más: «Un primer intento por elucidar un affaire político-literario» que, a pesar de la pública polémica que generó en su día, habría caído en bochornoso olvido y que la hoy apremiante memoria histórica dicta el deber de rescatar y, por último, pero no por ello menos hubrísticamente importante, una contribución, manifiesta en forma de desideratum retórico, a un futuro «viraje» que permita nada menos que «dejar atrás definitivamente el siglo XX e inaugurar un tiempo en el que la lengua común no esté ya al servicio del poder sino del saber».

Asentados sus reales en tan encumbrada comarca, procede nuestro munífico autor a desembalar su mercancía. No haré inventario detallado: a diferencia de éste, sé que todo en este mundo, aun la paciencia del lector, conoce límites. Sí procuraré argumentar, en cambio, por qué digo que el suyo es un ensayo más político que propiamente erudito, scholarly o savant, y advertir sobre la poco recomendable costumbre de rellenar con material de derribo ensayos que después se nos venden como rompedores por su absoluta originalidad.

Comienzo por lo segundo, centrándome, por razones de espacio, en lo que promete el título: la «historia de un encargo». La catira es una novela que Camilo José Cela escribe por encargo del Gobierno del dictador Marcos Pérez Jiménez después de una visita corta a Venezuela en 1953. Publicada menos de dos años después, hubiese debido inaugurar un ciclo de al menos otras cinco novelas ambientadas en ese país, reunidas bajo el título genérico de Historias de Venezuela. Por La catira cobró Cela una suma importante de dinero, que invirtió al menos en la compra de su primera vivienda en Mallorca.

Cela.Hasta aquí, los hechos conocidos de antaño. Tiene razón Guerrero en recordarnos que ese relato, con alguna variante, hasta ahora había circulado de lado a lado de la mar océana sobre todo en forma de chisme de salón y fuente de chascarrillos sobre el oportunismo de Don Camilo. Sobre todo mas no exclusivamente, realidad ésta que nuestro autor no infirma, pero que convenientemente oculta: hay más de un lugar en la ya extensa bibliografía biográfica y crítica de la obra de Cela donde aparece evocado y aun descrito el asunto de marras, aunque bien es cierto que sin la hondura que sólo confiere una investigación exhaustiva de las fuentes documentales. Éste es, sin duda, el punto fuerte del trabajo, que hace de Guerrero el primero en haberlas hollado. Y si se hubiera ceñido a esta labor con el ánimo de fundar la veracidad de rumores y pinceladas habría hecho, ciertamente, labor de investigador; pero –como ya hemos podido comprobar– nuestro autor ambiciona algo más que la grisura de lo empírico. Un premio literario, por ejemplo. Y ya sabemos lo que ello supone en nuestros predios para el prospectivo ganador. Entre otras cosas, y bastante a menudo, responder a las solicitaciones del premiador, que en España suele ser el futuro editor de la obra premiada.

Permítaseme una digresión a propósito de esto último, antes de seguir deshojando la margarita. España es el único país europeo dotado de lengua y cultura de proyección internacional donde los premios literarios más reputados y mejor dotados no recompensan obra editada sino manuscritos. Nadie ignora que los certámenes de este tipo funcionan, más o menos veladamente, por cooptación: los miembros de los jurados son personas influyentes en su ámbito, los premios son uno de los mecanismos de validación institucional del mismo, ergo dichos miembros mueven en el tablero del poder institucional que los cobija, a su conveniencia y según sus intereses, las fichas –los poulains, como certeramente dicen los franceses–, que son los autores; quienes, por mor de este mecanismo, reciben el valor añadido, no tanto de mercancías, como piensan los ingenuos, sino de trade marks, marcas de fábrica.

Respecto de este mecanismo, normalizado en Francia o Inglaterra o Alemania o Italia, la singularidad española estriba en el hecho de añadir, a esta presión conformista, la nada despreciable de la intervención directa del editor. Hay una diferencia –a veces sólo de grado, pero significativa– entre votar a favor de un libro editado por el mismo sello que edita al votante agradecido con quien le da de comer, y votar sabiendo que la obra aún inédita acabará engrosando el catálogo (y, con un poco de suerte, las cifras de ventas) del editor amigo. Esta digresión, que quizá sólo quienes no conocen de cerca el mundillo editorial juzgarán excesiva, cumple aquí una función. Estoy convencida de que Gustavo Guerrero, que en el pasado ha demostrado su solvencia como investigador y ensayista, habría orientado hacia otros fines su prolongada investigación en el caso de La catira de no haber mediado en alguna parte del proceso la ¿intimación?, ¿promesa?, del premio que su libro ha acabado recibiendo.

Mera hipótesis, se me dirá. Pero resulta que el ensayo de Guerrero (y con esto retomo el deshojar de la margarita) exhibe numerosas, demasiado numerosas trazas de haber sido hinchado para convertirlo en algo más que una razonada exposición de las fuentes documentales y una razonable lectura genética de La catira. Para no alejarnos todavía de la lógica de esos comices agricoles flaubertianos que son la mayoría de premios literarios, resulta que ni siquiera Guerrero, con sus innegables dotes de termita obrera, ha sido capaz de desenterrar el contrato suscrito por Cela con el Gobierno venezolano. Respecto de este asunto –que es el fundamental, ya que permitiría justificar el título del ensayo y quizás hasta valerle el Pulitzer, de existir un premio como éste en nuestro patio hispano–, nihil novum.

Esta clamorosa ausencia documental en la investigación llevada a cabo por Guerrero no empece, sin embargo, lo esencial. Y lo esencial no es otra cosa que una investigación de más de cinco años que acaba pariendo el proverbial ratón. Eso sí: un ratón vociferante.

¿Qué nos dice el ratón? Hélas, voces muy antiguas. O como ahora se dice en plan guay: desactualizadas. Que Camilo José Cela, a mediados de los cincuenta del pasado siglo –cuando aún era un autor maldito por haber dado a publicar en Buenos Aires, en 1951, ese retrato implacable de la mediocridad de la España de posguerra que es La colmena–, se prestó a servir de amanuense remunerado de dos dictaduras, la franquista y la perezjimenista. Que redactó, más que escribió, una novela encargada por uno de estos dos bochornos históricos a cambio de un jugoso fajo de billetes. Y que la crítica en España (no toda ella, pero esto también sabe convenientemente ocultarlo nuestro ratón de biblioteca) ensalzó en su día la novelita de Cela, mientras que en Venezuela –por razones de muy diversa índole, incluidas las políticamente inducidas– recibió un auténtico varapalo. Por cierto: aparte de las páginas dedicadas a la descripción genética (más que al análisis) de media docena de pasajes de la novela, la única aportación comprobable del ensayo de Guerrero es el establecimiento de la probable fuente del encargo a Cela por parte de la dictadura perezjimenista: el hijo de Laureano Vallenilla Lanz, introductor en Venezuela del dogma positivista y apologista oficial de otro tirano venezolano, Juan Vicente Gómez.

Hasta aquí lo que tiene que ver con el título del ensayo premiado y lo que anuncia. Que, a ojo, ocupa como mucho medio centenar de las 260 páginas del texto editado. El resto tiene menos que ver con la investigación rigurosa que supuestamente es el texto premiado y nos ha vendido la prensa, que para eso está, que con vagarosas elucubraciones, dignas de los más cutres seminarios de «Cultural Studies».

Aquí entronca la ambición central de este ensayo. Menos que en el establecimiento de los orígenes, filiación y condicionantes de una novela de encargo, Guerrero se ha empeñado en demostrar una tesis. No me parece mal: de tesis vivimos todos. Lo que sí me lo parece, en cambio, es que esta intención no sea explícitamente el concepto editorial de su libro; es decir, aquello que justifica su inscripción en el ámbito de recepción de la crítica. (Por cierto, aprovecho estas líneas para saludar sendas reseñas de Historia de un encargo publicadas en la prensa española: la de Mainer en El País y la de Adolfo Sotelo Vázquez en La Vanguardia. Sus autores han visto alguna de las trampas del trabajo de Guerrero).

Por último, lo primero. Por qué este ensayo es político, y además circunstancialmente. El lector –al menos el lector peninsular– no ignorará que, desde la primera llegada a La Moncloa de José Luis Rodríguez Zapatero, en España vivimos, muy a pesar nuestro, un proceso espurio de revisión de los traumas más sonados de la reciente historia de este país. En la anterior legislatura, el punto álgido de este proceso quedó plasmado en la adopción de una prescindible cuanto esperpéntica Ley de la Memoria Histórica. El ensayo de Guerrero calza como un guante en esta mano embadurnada de intenciones politiqueras, más que políticas.

Josep Pla.¿Qué sentido atribuir, si no, a la tan repetitiva cuan cansina denuncia del franquismo de Cela? Cela fue muchas cosas a lo largo y ancho de su vida (aun, a ratos, un escritor genial), pero lo mismo cabría predicar al menos de dos docenas de escritores españoles a los que les tocó en suerte coincidir cronológicamente con el inquilino de El Pardo. Verbigracia, a Josep Pla. Se lo dejo a Guerrero, gratis et amore, para que lo vaya rumiando: por qué no otro ensayo dedicado a enfoncer des portes ouvertes donde se nos ilustre sobre el fascismo de Pla, quien, dicho sea de paso, es el mejor prosista del siglo XX en castellano y también en catalán.

Antes de concluir, no puedo dejar de romper una lanza a favor de Cela. Quién me ha visto y quién me ve: Cela nunca ha sido uno de mis autores predilectos (uno de los escasos puntos de disenso con mi padre, Juan Nuño, que lo veneraba por razones que nunca he compartido). La catira es infumable, cierto, como muchos otros títulos del más célebre nativo de Iria Flavia. Pero pienso que La familia de Pascual Duarte, La colmena, Oficio de difuntos (y paro aquí porque no quiero recargar más este barquito velero) merecen a su autor un trato menos oportunista que el que Guerrero le prodiga.

Según el autor, Cela albergaba la ambición de erigirse en el representante del «etnocentrismo poscolonial». No invento: en entrevista al diario venezolano Tal Cual publicada el pasado 8 de julio, nuestro mestizo de isóptero y múrido declara que el autor ocasional de La catira «asumió una actitud etnocéntrica colonial». Confieso que mis sinapsis se bloquean ante la yuxtaposición de tantos términos cultos y, por no saber, ni siquiera sé qué significa cada uno de ellos aisladamente.

Quiero recordarle a Guerrero estos hechos, aunque sé que los conoce de sobra. Lo que hace de mi empeño una inutilidad, claro está, pero también algo mucho peor: un reclamo, sin duda inútil. Pero resulta que no me vale que despache a Cela al infierno de las estrategias propagandísticas de la hispanidad franquista y la nueva identidad venezolana promovida por el régimen de Pérez Jiménez. Y no me vale, entre otras cosas, porque tanto las estrategias como el mentado infierno tienen múltiples rostros. Los tuvieron ayer, y hoy, como siempre empeora todo lo que es susceptible de empeorar, esos rostros son legión. Uno de ellos, precisamente, es el régimen rodríguez-zapaterista en España. Tengo para mí que Guerrero, conscientemente o no, se ha prestado con su libro a la enésima manipulación de la compleja, tortuosa y (mira por dónde) mestiza historia reciente de España orquestada por los afectos al régimen español de hoy.

Gregorio Marañón.Los hechos, también, son éstos. Cela, en los años inmediatamente posteriores a la publicación de La catira, instalado en Mallorca gracias a los churupos venezolanos, hizo dos cosas: crear los Papeles de Son Armadans, en 1956 (ojo: un año después de la primera edición de La catira) y organizar un encuentro literario en Pollensa, tres años más tarde. En los Papeles, los españoles condenados a sobrevivir a la censura previa del régimen franquista tuvieron la oportunidad, por lo general por primera vez, de leer a Gregorio Marañón, José María Moreno Galván, Carles Riba y Rafael Sánchez Ferlosio. Todos estos nombres estaban inscritos en el Index prohibitorum del régimen, y la mayoría lo son de españoles que se vieron obligados al exilio.

En cuanto al encuentro en Pollensa, organizado por el hórrido franquista y perezjimenista Cela, se desprendieron nada menos que los dos premios literarios responsables del llamado «boom latinoamericano»: el Formentor y el Biblioteca Breve de Seix Barral, ambos patrocinados por Carlos Barral, que tuvo la inteligencia de reconocer en Cela a un luchador literario en tiempos sombríos y supo estar a la altura de sus ambiciones.

Y bien: ambos premios se inauguraron celebrando a autores latinoamericanos que encabezan la nómina de la mejor creación en nuestra lengua (no le empezca a Guerrero, pues sí: es nuestra lengua común): Jorge Luis Borges y Mario Vargas Llosa. Dicho en otras palabras: el hórrido franquista y «neocolonialista» Cela fue el responsable directo de la realización de esa utopía del cambio de marcha que Guerrero olvida que ya se produjo. Hace la friolera de medio siglo.

Lo siento: como el viejo Breton, que declaraba su intención de sacar un revolver ante quien pronunciara la palabra cultura, en estos tiempos nuestros de buenismo progre y neológicas denuncias del colonialismo de anteayer, me pongo al día. Y precisamente porque me pongo al día resulta que no, no saco un Stinger: ante un ensayo como éste, basta con sacar un spray de peróxido de hidrógeno. La vieja y casera agua oxigenada. Ante la impostura del supuesto desvelamiento de las claves de La catira, qué otra cosa se puede hacer, salvo teñirse el pelo de rubio.

Segura estoy de que a Gustavo Guerrero, que hasta ahora ostentaba la negra cabellera de los galanes hispanos, le sentará muy bien el platino iridiado e impostado por el agua oxigenada.

Salve.

GUSTAVO GUERRERO: HISTORIA DE UN ENCARGO: «LA CATIRA» DE CAMILO JOSÉ CELA. Anagrama (Barcelona), 2008, 296 páginas.

http://libros.libertaddigital.com/agua-oxigenada-1276235313.html

32 Comentarios

  1. Justificaciones y especulaciones banales, las de la hija del profesor Nuño. Tampoco aporta mayor cosa. Me quedo con el libro.

  2. Todos somos hijos de alguien. Eso sí: como siempre en Venezuela, la alusión «ad hominem» sirve de excusa para no entrarle al trapo a las supuestas «justificaciones» y «especulaciones».

  3. Usted comenzó con el ad honimem, al personalizar la discusión sobre Guerrero. No sea hipócrita.

    Tonterías, Djuna Barnes. El comentario de Ana no merece la menor discusión. Por un lado, miente de manera descarada al sugerir el supuesto contubernio entre Anagrama y Guerrero, bajo la supuesta promesa y compromiso de concederle el premio. ¿Dónde están las pruebas para sostenerlo, Ana, amiga del rigor académico? No las veo. De entrada, ello pone en duda el contenido de la reseña. Después, se pretende minimizar la responsabilidad de Cela, al exponerlo como promotor filantrópico y casi gestor indirecto del boom latinoamericano, en otro giro radicalmente neocolonial. ¿No conoces el significado del «etnocentrismo colonial»? Yo te lo puedo explicar con dos ejemplos. Uno, la pretensión de Cela de querer escribir la última y definitiva novela del Llano. Dos, el contenido de la política inmigratoria de Franco y Pérez Jiménez,como correlato y subtexto de la redacción de La Catira. Ahí lo tienes. Finalmente, ella misma se vale del socorrido recurso personalista, al traer a colación el nombre de su padre en una cita ombliguista, llena de pavoneo y orgullo propio. Si vamos a sacar al ad hominem de la discusión, Ana debe comenzar por dar el ejemplo. Y no es el caso. De cualquier manera, valga el artículo como prolongación del desprecio y la subestimación de Anita hacia cualquier crítica o comentario adverso en contra de la madre patria. A España ni con el pétalo de una rosa.Ya me conozco esa historia de corrección política y negacionismo desde el bachillerato. Es hora de pasar la página.

  4. No me parece que Nuño tenga que aportar pruebas de nada: quien tenía que aportarlas era Guerrero, para justificar al menos el título de su ensayo. Si Cobranza tiene ojos y sabe leer, y si en efecto ha leído el libro de Guerrero (y si es un lector mínimamente honesto: pero quizás esto es mucho suponer), habrá comprendido que el autor de «Historia de un encargo» ha rellenado lo que era un trabajo de investigación que no revela nada que no se supiera ya, con mucha paja prescindible. Verbigracia: con el rollito de la denuncia del «neocolonialismo» de Cela. Nada más facilón que «leer» turbias intenciones en cualquier cosa que haga o deje de hacer un europeo; otra cosa es demostrarlas.
    Por cierto: es patético el eterno complejo de inferioridad de los auténticos descendientes de los antiguos conquistadores españoles, que no son los españoles de hoy, sino muchos de los venezolanos de hoy. ¿No se dan cuenta de que los problemas de su país tienen bastante menos que ver con el «etnocentrismo colonial» que con la crueldad, desidia y voluntad de explotación de sus propios compatriotas?

  5. Jajajajaja, amiguita Djuna, ¿no tienes mejores argumentos para defenderte? Primero, sugieres un estupidez: no me leí el libro.No seas idiota. Sí me lo leí y además le dediqué una reseña hace bastante tiempo en este mismo panfleto. Es decir, lo procesé, lo deglutí y lo deconstruí primero que Anita o que tú. Luego, sigues con aquella vieja cantaleta del complejo de inferioridad del latinoaméricano frente al español, para justificar a Cela y para hablar de una forma, bastante reaccionaria por cierto, de los descendientes de los antiguos conquistadores. Hazme el favor, ponte seria. Dime algo distinto o diferente a la eterna reivindicación ibérica del combo Vargas Llosa, Fuentes y Jaime Beyli. Después, mientes de forma descarada, al afirmar lo siguiente para descalificar a Guerrero: no revela nada que no sé supiera ya.¿Dime tú cuál es la gran revelación del profesor Nuño? ¿Él no fue el primero en recuperar la tradición del ensayo para revisitar ideas e historias conocidas? Guerrero hace igual y además aporta, sin limitarse a la clásica exaltación heroica del ganador del Nobel, sin caer en la glorificación ciega y acomodaticio de costumbre.
    Guerrero se busca problemas y pone el dedo en la llaga. Rehuye de la mixtificación y confronta a la academia. Revela el talón de Aquiles del escritor y le clava una pequeña estocada en público. Lo desnuda y lo expone con crudeza y realismo: humano demasiado humano. No se trata de leer «turbias intenciones» en el quehacer de cualquier europeo, sino de evidenciar la bochornosa relación entre el poder nacional y Cela en alianza con Franco. Una pelusa, nada más. Por menos, a Heidegger lo excomulgaron del panteón de la filosofía. Lea usted de nuevo y disfrute del joven Cela aprovechando los lujos de la buena vida, a costa de su fama de escritor. Una pregunta le hago para terminar: ¿ si usted aprueba y justifica el comportamiento de Cela, a pesar de haber aceptado el encargo de La Catira, haría lo propio con el Chalbaud de «El Caracazo» a los órdenes del presidente Chávez? ¿Se haría usted la vista gorda? ¿Y qué me dice del René Burri al servicio de Farruco Sesto? Lo despachamos así no más y nos quedamos de brazos cruzados, porque » los problemas de su país tienen bastante menos que ver con el etnocentrismo colonial que con la crueldad, desidia y voluntad de explotación de sus propios compatriotas».
    No me hagas reír. Vuelve a leer el ensayo para que descubras la desidia y la crueldad no sólo de nuestros compatriotas, sino de nuestros descendientes españoles. En el fondo, tu eres la maniquea, la devota y la ingenua feligresa.Para la próxima, espero conceptos, no catecismos y dogmas de fe, mal aprendidos en el San Ignacio de Loyola. Hasta luego.

  6. Cobra, sorry, you’re wrong.

    Camilo José Cela fue el único escritor que apoyó a Argenis Rodríguez. Le publicó su novela La fiesta del embajador. El gallego ese no era tan mierda como dices.

    Debo un comentario mejor.

  7. Aclaratoria: no escribí el mensaje anterior. Los que puedan leer la fuente comparen el service provider del mensaje con el mio. Yo escribo desde Ann Arbor, Michigan.

    Hay alguien usando mi nombre de pantalla. Me resulta desagradable. Si se trata de un chiste, vamos a contarlo bien y vamos a reirnos todos. Estoy seguro que el mismo Cobra se rio con los cuentos de Chirinos.

    Pero esto no es un chiste. Les pido tener cuidado y no pasarde de normas éticas. Si quieren decir algo, díganlo con su nombre o usen anonimato los inseguros. Pero no se enmascaren con el nombre de otro participante. Eso es un golpe bajo. No es chiste.

    Con repecto a esta discusión, el Cobra me produce una mala reación son sus insultos. Otra vez el shadizmo. NO hay repeto a los que están del otro lado de la acera.

  8. Cobra : no hay que darle demasiado crédito a Ana Nuño. En Barcelona ya todos la conocen y se sabe que todo lo que escribe busca escandalo y rezuma hiel. Se ve que no respeta ni a sus propios paisanos ni a un libro tan sostenido como el de Guerrero. Es alucinante lo de que dice del premio Anagrama, es absurdo lo que sugiere sobre Camilo José Cela como «creador del boom» (!!!!!!!!) y es totalmente injusta en su juicio sobre el libro (el mejor premio Anagrama en muchos años). Cuanta frustracion se huele en estas lineas. Cuanta envidia hacia el triunfo de un compatriota. Darle a crédito a la reseña de un tio tan desprestigiado como Adolfo Sotelo Vazquez (!!!!!) o terciar la lectura de la reseña de Mainer, que nunca ha sido generoso ni con sus mejores discipulos. Ana Nuño es tan obviamente arbitraria que da verguenza.

    Si quereis ver otras opiniones y lo que se esta diciendo en España sobre el libro echadle una mirada a los blogs de El Pais o el de Jordi Carrion o el de 24 horas.

    http://lacomunidad.elpais.com/horasur/2008/7/26/libros-venezuela-cela-y-sus-mandados-la-dictadura

    Ana

  9. Seguimos en el registro ad hominem. Ahora es ana julia araujo. Quien no conoce a Ana Nuño, seguro, lo que no le impide verter hiel sobre ella (esto sí que lo es). Y no, no es «alucinante» que un premio a manuscrito como el Anagrama esté «cocinado» por el editor (cuando, además, el editor en cuestión aspira a aumentar su presencia en el catálogo de Gallimard, sello para el que trabaja Guerrero). Y no, no es absurdo decir que Cela, a través de Son Armadans y el premio Formentor, haya sido el impulsor del «boom» latinoamericano: los hechos están ahí. Y también no, Sotelo Vázquez no es un crítico «desprestigiado», salvo en el delirio (¿o la «frustración»?) de ana julia araujo. En cuanto a Jordi Carrión, basta con leer su reseña del libro de Guerrero publicada en ABC para comprender que no lo ha leído siquiera. De hecho, es la única reseña «seria» (o publicada en un medio español «serio») que dice del libro de Guerrero cosas que el libro de Guerrero no dice. ¿Pero por qué reparar en detalles tan nimios? Sobre todo cuando de lo que se trata, por lo visto, es de una infantil guerrita de trincheras.
    Insisto: el libro de Guerrero, y en esto Nuño tiene razón, es una lectura de las fuentes de «La catira», desproporcionadamente «hinchado» con material de derribo. Por desgracia, Guerrero, que es un investigador serio, se ha dejado seducir por el canto de las sirenas de un premio literario. Y lo que hubiese podido ser un análisis sólido y solvente, acabó convirtiéndose en una vociferante arenga politiquera.
    CQFD.

  10. Vaya rollo que se traen en este blog con el libro de Gustavo Guerrero. Así que habría habido un complot secreto para hinchar el libro con « material de derribo » de la Ley de Memoria Histórica. Imaginaos a Savater llamando a Guerrero : « ahora ponle dos páginas más, o tres ». Y a Verdu : « Mete esta foto, quita aquella… » Y al fondo Herralde fumandose un puro, como el capo de todos los capos, y pensando que ya controla Gallimard… Qué ridiculez, por Dios ! Qué guión mas hortera ! Todo para cargarse al premio, al premiado y al libro. Y encima Nuño y la Tjuna quieren que las tomen en serio y se dan por muy ofendidas. Y luego sale la otra Ana a darle a Sotelo Vázquez. Hombre, Sotelo Vazquez es un celiano profesional y no podia escribir sino contra el libro de Guerrero, como lo hizo. Eso esta claro. Cada quien defiende lo suyo. Pero aun así Sotelo Vazquez trata a Guerrero con más respeto que la colega Nuño, que lo tilda hasta de « mestizo », y eso no se debe hacer. Yo creo que si a esta señora y a la Tjuna no les gusta el libro, pues que lo digan, que estan en su derecho. Pero estar inventando complots y poniendo verde al jurado y al premiado no tiene perdón. Dicho esto, yo me he leído el libro de Guerrero y no sólo me ha gustado sino que me ha parecido respetuoso con Cela y equilibrado. En dos palabras : muy ecuánime. No como el post de Nuño y el mal rollo que sigue.

  11. Todo esto es muy interesante. Que si Gustavo Guerrero, Ana Nuño y «Tjuna» son esto o aquello otro. (Y no, por cierto: no es «Tjuna», sino Djuna, y Barnes de apellido: se ve que juan carlos altuve no ha leído aún, entre otros libros de esta escritora, «El bosque de la noche». Que fue editado por primera vez en traducción al español, mira por dónde, por Monte Ávila.)
    Pero estoy esperando la primera reseña del libro de Guerrero escrita por un venezolano y publicada en algún diario ídem.
    Estamos en lo de siempre: mucho «chisme de salón», entrevistillas por aquí y acullá, pero poco trabajo de verdad. Al menos Nuño se ha leído el libro y ha asumido el riesgo de publicar su comentario y «retratarse» (como se dice de los jugadores de póker).
    A ver: animo a los defensores a ultranza del texto de Guerrero a que salgan a la palestra y publiquen sus respectivas lecturas del libro de Guerrero.
    En etso consiste la crítica, que es la forma civilizadamente consensuada de diálogo en el ámbito cultural.
    Tout le reste est pire que littérature: pura ociosidad.

  12. Djuna en qué país vives tú? Han sido publicadas no menos de cuatro reseñas sobre el libro tan sólo en El Nacional, empezando por la revisión de Papel Literario y terminando en la crónica de Alberto Barrera. Yo, por mi lado, ya te dije: publiqué una reseña del libro mucho antes que tú en esta misma página. Así que deja el invento.

  13. Una de las mejores que ha salido es la Christopher Dominguez Michael en México (un critico «serio», como le gustan a Djuna-Ana) y que concluye asi:

    «Historia de un encargo, de Gustavo Guerrero, es un libro moral en un doble sentido: desenmascara a un clérigo (diría Benda) incumpliendo groseramente con sus deberes y deja ver, elegantemente, en la antigua dictadura bolivariana de Venezuela, a la actual. No habrá que esperar medio siglo para conocer los encargos que algunos intelectuales han realizado a cuenta del régimen de Hugo Chávez.»

    Aqui teneis el link: http://www.fondodeculturaeconomica.com/prensaImprimir.asp?art=17971

  14. Bravo por Domínguez Michael y su reseña publicada en México.
    ¿Pero dónde, Mr. Cobranza, están las reseñas publicadas en Venezuela? Y digo reseñas, no loas y enjuagues entre amiguetes.
    En cuanto al texto de Alberto Barrera, imagino que se refiere a las palabras que pronunció en el acto de presentación del libro en Caracas.
    No me sea confuso, Cobranza: no pague y se dé el vuelto. Por más «posmodernos» y «anticolonialistas» (¿etnocéntricos?) que pretendamos ser, una reseña sigue siendo una reseña.
    Si se han publicado en Venezuela todas esas reseñas que dice, ponga aquí los links. Que las veamos.

  15. Altuve quiere hacerse pasar por españoleto, aunque con giros venezolanos: «Vaya rollo», «Y encima X y Z quieren que las tomen en serio». ¿Y ese uso del peninsular «cargarse», como si significara «difamar»? Ni siquiera es buen imitador. Por su chou, cero bolìvares.

  16. Y en vez de arremeter contra los artistas pagados por gobiernos, hàganlo, mamagüevos, contra los que ha formado la libre empresa mediática, verbigracia, Leonardo Padrón, Barrera Tiszka, Mónica Montañés, Javier Vidal, Salvador Garmendia, Ibsen Martìnez… ¿No se les ha ocurrido que los encargos pueden venir también de gerentes?

  17. Pues qué feo se ha puesto esto con Mr X
    «Vaya rollo» lo dicen en Madrid todo los dias y «cargarse» no quiere decir en mi tierra «difamar» sino «destruir». Y que yo sepa «tomar en serio» no es venezolanismo. Qué tio listo el Mr X !
    Pero se ve que nunca ha estado en Madrid.

  18. Bella polémica que recuerda, sin querer abusar con la comparación, el juicio platónico a Homero, condenado por la ojeriza del filósofo. En los años cuarenta Cela escribió una novela por encima de lo común, La familia de Pascual Duarte, y una versión del Lazarillo de Tormes, Las nuevas aventuras de Lazarillo de Tormes. Es cierto su contubernio con el franquismo y el encargo de Pérez Jiménez, del cual conservamos una novela verosímilmente mediocre, olvidada por completo. Es casi un favor de Guerrero al finado Cela el haberla desempolvado. En todo caso lo que yo quiero decir es que un autor está sujeto a miserias, inconsecuencias y alianzas con los que más adelante parecen ser los ogros del drama humano. Heidegger fue nazi y el gran filósofo del siglo XX; Paul de Man un excelso crítico, igualmente nazi, lo cual ocultó con mucho tino hasta su muerte; Virgilio el romano escribió por encargo de Augusto; Eduardo Blanco en Venezuela, por encargo del ladrón de Guzmán Blanco, que compró casa en París y casó a sus hijos con nobles franceses. El mejor prosista del siglo XIX venezolano es Rafael María Baralt, cuyo Resumen de historia tuvo el mecenazgo de José Antonio Páez. De ocurrir hoy un probable ensalzamiento de la obra de Herrera Luque, podría esgrimirse en su contra el darwinismo de sus libros Los viajeros de Indias y Las personalidades psicopáticas, documentos máximos del desprecio que los intelectuales venezolanos sienten por su propio gentilicio.

    Saludos

  19. Pescador da en el clavo.
    A su lista, podrían añadirse los nombres, dizque prestigiosos, de:
    Lope de Vega («familiar» de la Orden de la Cruz Verde, o sea, delator a sueldo de la Inquisición),
    Dostoievski, quien fue ocasional «chivato» de la policía en San Petersburgo para no morir de hambre,
    Borges, que aceptó una de las máximas condecoraciones oficiales de la República de Chile de manos de Augusto Pinochet,
    Y, last but not least, Miguel Otero Silva, Premio Lenin de la Paz en 1979.
    «Short list», para no sobrecargar este «barquito velero», que diría Nuño.
    Ejemplos como éstos son tan abundantes, que sólo mencionarlos basta para comprender que las intenciones de Guerrero y su ensayito de marras son muy otras: labrarse fama a costa de banalidades humanas.

  20. Increíble la capacidad de odio estructural que ostenta esta mujer, y lo estéril que pueden llegar a ser sus argumentos. La leo con frecuencia en diferentes publicaciones internacionales, y he llegado a admirar algunos de sus artículos, a veces sagaces y agudos, pero me ha sorprendido esta nueva manera de leer y criticar, como si hiciera gárgaras con Mistolín. Además, esta mujer, que ha escrito contra los totalitarismos de manera tan apasionada, de pronto ahora hace uso de un leguaje francamente totalitario, pues decir lo que dijo y como lo dijo es una forma de imponer a los coñazos su manera turbia de ver las cosas. Conozco de sobra la obra de Gustavo Guerrero, y para nadie que se interese por la literatura latinoamericana es un secreto que sus ensayos críticos están entre las más importantes de hoy en día. “La estrategia neobarroca”, es una referencia ineludible si queremos investigar sobre el tema. “Teoría de la lírica” es un sólido y documentado trabajo sobre la creación poética y “La religión del vacío y otros ensayos”, junto con “Itinerarios” dan cuenta de un ensayista de gran olfato y mejor pluma. Además, se trata de un tipo que no sólo ha estudiado y promocionado la literatura latinoamericana y venezolana, sino que ha establecido vínculos entre lo que se hace de un lado y de otro del charco. En fin, por todo esto considero indignante semejante lectura rapaz, venida de una señora que lo que ha hecho desde hace años es saltar de un tigre a otro, sin construir una seria carrera ni como crítico ni como escritor ni como editor, con algunas luces esporádicas, pero haciendo siempre más bulla que otra cosa, explotando petardos como este. Por último, pienso que este tipo de crítica, barriobajera, dedo-en-la-llaga, histérica y con total pérdida del control viene siendo el opuesto idéntico, el gemelo inmediato, de la crítica ditirámbica, celebratoria y amiguera que muchas veces llena las páginas de los diarios. Una y otra se tocan en sus extremos, y por suerte son leídas por cualquier lector más o menos sensato, con la misma mueca de sospecha y de suspicacia, cuando no de rechazo.

  21. «Banalidad humana» el nazismo de Heidegger ? «Banalidad humana» el franquismo de Cela ?
    Vaya, vaya, mira adonde llegamos con Pescador y Djuna-Nuño !
    Un paso mas y ya pronto las fosas comunes y los campos de concentracion formaran parte de esa «banalidad» …
    Hasta donde es capaz de llegar esta mujer para atacar a Guerrero !
    Y esto parece que es hija de un filosofo !
    Puaj !
    Aqui no vuelvo mas.

  22. Qué te pasa, Araujo, yo no he dicho que el nazismo de uno o el franquismo de otro sean banalidades o cosas que no deban ser tomadas en cuenta. Dije que el talento de los pensadores o artistas no se infiere de su adhesión a partidos políticos. ¿Acaso el arte de Jorge Luis Borges merma en algo por haber dedicado su traducción de Hojas de hierba a Richard Nixon?

    Allá tú con el papel de correcta y santurrona en tus elecciones. El bien y el mal no ocurren por separado. Por el contrario, se mantienen juntos en todos los hechos humanos: la ontología existencialista y el nazismo, el tremendismo y el franquismo, Borges y Nixon… El héroe de Deustches Requiem de Borges es, precisamente, un oficial condenado a muerte en Nüremberg, y las emociones que sucita en el lector su cercano final, lleno de reflexiones sobre la fatal violencia de la historia universal, son muchísmo más elevadas que cualquier película victimista y manipuladora, explotadora comercial del dolor sufrido.

  23. Y otras, cambiando el partido de los santos: Sartre, Cortázar y García Márquez tomándose fotos en Cuba con Fidel, quien tuvo de ministro a Alejo Carpentier. ¿Vale por eso menos el arte de esos escritores?

    Como de política sé poco y me gusta más la religión, prefiero hablar, para quienes no lo sepan, de nuestro santico nacional, el doctor José Gregorio Hernández, que en vida fue un delator al servicio del Benemérito, quien, tirano y todo, ha sido el único presidente con el alma lo bastante grande para financiarnos un santo. ¿Por qué creen que el sobrio doctor consultaba gratis y regalaba medicinas? ¡Por el deseo de mando perpetuo y bondad infinita de Gómez!

  24. Pescador tiene razón. No confundamos los conceptos, el método y el trabajo logrado con las adherencias políticas, simplemente porque uno no tiene nada que ver con el otro. Borges puede ser excelente escritor y patético y mediocre a la hora de escoger sus amigos políticos, como ir a comer con Videla (con Sábato también).
    Si nos ponemos así nadie se salva: Platón vivía y creía en una sociedad esclavista, Aristóteles era misógino y Baudelaire marihuanero.
    Yo recuerdo que una vez me botaron de clases en la UCV por citar a Nietzsche en una discusión sobre lenguaje, porque al alemán sólo lo leían los nazis.
    Francamente, son pendejadas ad hominem, porque la verdad es que Heidegger NO ERA nazi, para empezar; fue rector de la Universidad al comienzo del gobierno de Hitler, cuando nadie sabía demasiado para dónde iba la cosa. Luego renunció. No fue como Karl Orff, por ejemplo, a quien seguro escuchas sin contemplaciones y que era semerendo delator. Pero trozo de músico… ¿Entiendes?

  25. Para clarificar (porque esto no es un debate sobre nazismo o franquismo):

    http://www.pensamientocritico.org/inaurd0905.htm

    «entendemos probar que la cuestión de las relaciones de Heidegger con el nacionalsocialismo no es la de la relación entre el compromiso personal de un hombre que se hubiera extraviado temporalmente y una obra filosófica que hubiese permanecido casi intacta, sino la de la introducción deliberada de los fundamentos del nazismo y del hitlerismo en la filosofía y en su enseñanza».

    Lamento mi torpeza al tratar de explicar esto, pero a eso me refería entre la obra y la adhesión política o religiosa.
    Saludos a todos.

  26. Luis tiene razón en una cosa: Guerrero, en efecto, había escrito cosas solventes hasta «Historia de un encargo». Razón de más para alarmarse. ¿Qué lleva a un investigador serio como él a escribir un refrito como este? ¿Qué lleva a alguien como Guerrero a meter en el mismo saco, por ejemplo, los murales de Centeno Vallenilla y el campus de la UCV de Carlos Raúl Villanueva?
    Cito (para instrucción de los defensores a ultranza del librito de Guerrero, que parecen no haberlo leído):
    «Algunos críticos e historiadores consideran que la arquitectura de estilo internacional de Carlos Raúl Villanueva y el diseño vanguardista del campus de la Universidad Central de Venezuela, que se inaugura en 1954, serían como la expresión estética más lograda de este cariz desarrollista y modernizador del Nuevo Ideario Nacional. Marcos Pérez Jiménez crea, en cualquier caso, la imagen de una Caracas dinámica y futurista (…).»
    Esto es sólo una muestra de muchas que pueden extraerse de la magna opera guerreriana de: 1. sintaxis desaliñada, 2. abuso de clichés («arquitectura de estilo internacional», «diseño vanguardista»), y 3. facilona amalgama ideológica, a cuenta de que Villanueva desarrolló lo esencial de su obra en los cincuenta, lo que bastaría, pace Guerrero, para hacer de la misma un epítome del «Nuevo Ideario Nacional».
    Al confusionismo ideológico, Guerrero añade ingentes dosis de lugares comunes «estéticos».
    Lo siento: sin entrar en otros detalles (por ejemplo: que este premio, como ya es costumbre con el Anagrama de Ensayo -baste recordar que el 2001 se le otorgó a Nora Catelli ANTES de que la autora hubiera acabado de escribir el libro premiado, premia no una obra, sino a una persona determinada por los beneficios que pueda reportarle a la empresa premiadora), estos «mimbres» hacen que el libro de Guerrero desmerezca, en efecto, de su anterior trayectoria como investigador y crítico literario.
    Vamos a menos.

  27. Lo tuyo es cronico, Nena. Ya no te importa la discusion ni nada. Lo que tu quieres es tener razon y darle duro al libro de Gustavo, como sea y con lo que sea. Esa cita es tamposa, nena, tu lo sabes. Porque esa cita trae una nota y en la nota se remite a un articulo de historia del arte donde se dice, entre otras cosas, que hubo varios artistas que se negaron a colaborar con Villanueva en aquel momento por las razones aludidas. Pero eso no lo dices, te lo callas. Qué tramposita, qué malita, que sucita. Como todo tu panfletico y tus comentaritos tan prepotentes, tan mandones. Si quieres leer lo que se ha escrito en Venezuela sobre el libro de Gustavo, averigua, Nena, pero no des por sentado que los venezolanos no tienen criterio y que la unica que sabe cosas eres tu. Y si quieres leer lo que piensan los que no detestan a Gustavo y se han leido el libro sin tu rabieta, busca, Nena, busca. Esta la reseña de Gomes, y la de Diomedes Cordero, y la de Lasarte, y la de Barrera, y si esas no te bastan, busca la de Dominguez Michael, o la de Rafael Rojas, o la Merino, o la de Carrion (que seguro que no se leyo el libro como tu). Y ya deja de estar jodiendo, Nena, y ponte a matar tus tigres en Barcelona mientras tus otros dos amiguitos venezolanos de aquel Paris de los ochenta, aquellos dos que estudiaron contigo, se pasean por el Moma y por Gallimard. Y ya callese de una vez, mija. Que en este pais todo el mundo sabe por donde le sangra la herida. No se ponga mas en evidencia, que ya da hasta pena ajena.

  28. Mira, pedritonoséqué: sucita, tu madre, y nena, la que te parió. Ya está bueno. ¿Desde dónde hablas tú? ¿Y qué es esto? ¿Un cartel pro Gustavo Guerrero? A ver si tú y los de tu ralea se van enterando: el muchachito Guerrero es lo de menos, aquí. Lo que sí importa es discutir si el librito de marras es un estudio serio o un panfleto a medio cocinar. ¡Y revisionista y, sí, «tramposo», además!
    Vaya a lavarse la entrepierna, muchacho, que hiede.

  29. Bueno Djuna. A ver, buena defensa contra los insultos pero explica las acusaciones de pedrito sobre tu omisión, no sea que tu contraofensiva huela a evasión. Porque alguien está siendo un poco bajo al colocar datos falsos o con el contexto cercenado. ¿Cómo va lo de la nota? ¿Tú edición no la trae?

  30. bueno de repente la muy seriesota no leyó el artículo al que hace referencia la nota. Vaya, vaya, vaya… que la Djuna sí es seria. No como ese sátrapa de Guerrero

  31. Me parece que Djuna-Nuña está sangrando por la herida… Y no se trata de ningún cartel pro nadie sino contra la necedad de Djuna-Nuña de hacerse la listilla a costa de la obra de otros. Ponte a escribir un libro serio, chica, algo que nos muestre tu caparcidad para profundizar en un tema y no despilfarrarte eternamente en articulitos acidones. Para destruir estás hecha, ya lo sabemos, pero cuándo nos vas a probar que puedes construir algo?

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