Sobre la nueva democracia:
«La democracia socialista no es algo que empieza en la tierra prometida sólo cuando han sido echados los fundamentos de la economía socialista. No llega como una especie de regalo de Navidad para la gente que la merece por haber soportado, en el interín, a un puñado de dictadores socialistas. La democracia socialista empieza simultáneamente con el comienzo de la destrucción de la clase dominante y de la construcción del socialismo.»
Sobre la energía del pueblo:
«El remedio que han encontrado Trostky y Lenín, la eliminación de la democracia como tal, es peor que la enfermedad que se proponen curar, porque tapona la única fuente de corrección de todas las limitaciones de las instituciones sociales. Esa fuente es la activa, irrestricta, energizante vida política de las más amplias masas del pueblo.»
Sobre el control público:
«El control público es indispensablemente necesario. Cuando no existe, el intercambio de experiencias se reduce al cerrado círculo de los dirigentes del nuevo régimen. La corrupción resulta inevitable.»
Sobre la libertad:
«La libertad sólo para los partidarios del gobierno, sólo para los miembros de un partido, por numeroso que sea, no es libertad. La libertad es siempre y exclusivamente libertad para quien opine diferente.»
Sobre la dictadura burocrática:
Sin elecciones generales, sin irrestricta libertad de prensa y libertad de reunión, sin un libre debate de opiniones, la vida muere en las instituciones públicas, se convierte en una caricatura de vida donde sólo la burocracia es elemento activo. La vida pública cae gradualmente dormida, y unos pocos líderes del partido, dotados de incansable energía y de ilimitada experiencia, gobiernan y mandan. Entre ellos, no más que una docena de cabezas dirigen realmente y una minoría selecta de la clase trabajadora es invitada, de tiempo en tiempo, a reuniones donde aplauden los discursos de los líderes y aprueban resoluciones por unanimidad.»
Esta fue una de las últimas cosas que escribió Rosa Luxemburgo, antes de ser apresada por la milicia nacionalista de derecha, los «Cuerpos Libres» (Freikorps), en 1919. La escritora fue golpeada a culatazos hasta morir y su cuerpo fue arrojado a un río cercano.