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La Maletita Verde

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La maletita verde.

A falta de versiones oficiales por parte de los gobiernos venezolano y argentino sobre el caso del maletín con ochocientos mil verdes decomisados a Guido Antonini en el Aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires cualquier versión es buena siempre y cuando mantenga un mínimo de coherencia con los acontecimientos reportados en los noticieros y las declaraciones hasta ahora emitidas.
Aquí les envío mi versión:

Andaba un gordito por los pasillos del aeropuerto de Maiquetía saltando, primero con una pierna en el aire y luego con la otra, llevaba un maletincito en la mano. Iba de un lado a otro derrochando alegría como sólo los rechonchitos saben hacerlo. De pronto Uberti, que estaba conversando con los funcionarios de PDVSA lo mira y dice:

–       ¡Mirá, que gordito más simpático! Mírenlo, al gordito. ¡Vení, vení gordito! – Y le apretó el cachete izquierdo con el dedo índice doblado y el pulgar, como debe hacerse con todo niño cachetón.
–       ¿Qué haces gordito? ¿Dónde vas?
–       Voy a Buenos aires – dijo el gordito mientras dibujaba un circulo en el piso con el pie derecho y miraba para abajo – a llevar esta maletita –
–       ¡Siii, qué casualidad nosotros también vamos a Buenos Aires! ¿Querés venirte con nosotros? ¿Y qué llevás en esa maletita? –
–       Unos libritos –
–       ¿Y para quién son esos libritos gordito? –
–       Son para Cristina –
–       Hay muchas Cristinas en Buenos Aires gordito –
–       Para Cristina la del presi –
–       ¡Qué grande sos  gordito! ¿Podemos llevarlo en el avión? ¿Es morochito pero es lindo, podemos? –
–       ¿Quieres decir que si le damos la cola?
–       Noooo, no es para tanto, sólo llevarlo en el avión –
–       Claro que si marico, el avión es de ENARSA, o sea, es de ustedes –

Le respondió Uzcátegui con la jerga de panas caraqueños.

–       Nosotros no discriminamos a nadie con las colitas de PDVSA, si hasta a Aristóbulo lo hemos montado y se ha fumado par de lumpias, guón – continúa con la jerga.
–       Mirá gordito ¿Y esos libritos de qué son? –
–       Son los discurso de Chavez –
–       Eso la va a gustar a Cristy –
–       Si. Hay uno que dice: mierda, mierda, pitiyanky, mierda, mierda, pitiyanky, mierda, mierda…. De punta a punta y fue el mas aplaudido.
–       ¡Que inteligencia la de esos discursos! ¡Qué bárbaro ché! ¡Qué macanudo!

–       No no es macanudo es mas bien cañón corto, lo vi en al baño de Miraflores, por eso lo dejan las mujeres.

–      ¿De qué me hablás gordito? No te entiendo.

– No, nada.., de algo insignificante.

– Bueno, sos chiquito –
Y todos se montaron en el avión por la rampa diplomática, mientras la revisión consistía solo de un guiño de ojos con los funcionarios venezolanos. Ya en el avión, que iba rumbo al Rio de La Plata y con mucha plata dentro del avión Uberti le pregunta a Uzcátegui.

–       Decime pibe, ¿y no era tu papá el que venía?
–       Si, marico, pero ahora en la revolución no hay diferencia, cualquier familiar puede reemplazarte: padre, hijo, hermano, nieto, cuñao y si hasta la abuela grita es buena, es la misma vaina.
–       Si ché, pero decime ¿eso no es nepotismo? –

Todos se cagan de la risa al unísono, hasta el piloto.

–       Nepotismo, ja, ja, ja, ja, ja, ja…………..
–       ¿Pero ché qué les pasa?
–       Nepotismo, ja, ja, ja, ja, ja, ja…………..
–       Es que eso no existe en Venezuela – le explicó el gordito – pregúntale a Chavez o a Cilia.
–       Mirá, gordito, mañana hay un asadito con bife de chorizo, asado de tiras y chinchulines en la Casa Rosa, ¿te anotás para morfar?
–       Claro Claudio, ¿sabes?, me gusta mucho comer –
–       Se notá gordito, se notá –
–       Y también me gustan los carritos de lujo –
–       ¡Qué bueno! te puedo mostrar algunos mañana, hasta uno de Fangio si te portás bien. Mañana cuando vos estés sentado a la mesa, si Néstor te mirá fijo a los ojos y te hablá no le des bolilla, es que está hablando con el que tenés al lado.
–       Eso –

Ya en el aeropuerto de Ezeiza y de madrugada bajan por la rampa común debido a que Kirchner había enviado desde la Plaza de Mayo a algunos piqueteros a la rampa diplomática para que pasaran la noche y volver a traerlos al día siguiente para una manifestación de apoyo al gobierno. En el puesto de la aduana, la funcionaria María Luján Telpuck, dormía placidamente con los brazos cruzados y la cabeza sobre el escritorio. Soñaba que estaba en el programa de Marcelo Tinelli, corriendo en patines y topless, mientras Marcelo aplaudía y mostraba una dentadura capaz de demoler el obelisco de la avenida 9 de Julio a mordiscos. De pronto salió un gordito en patines de la oscuridad con un maletín en una mano y se le atravesó en la carrera. María se vio volando por los malos aires y caía de pecho sobre el piso ante los reflectores y las cámaras, mientras el público se cagaba de la risa. Se despertó sobresaltada de la vergüenza. Y al abrir los ojos, frente a ella estaba pasando el gordito de la maletita verde.

–       ¡Ajaaaa! Parate allí gordito, mostrame lo que tenés –
–       Es que me da pena acá con toda esa gente –
–       Te digo lo de la maleta, vos te hacés el gracioso ¿no? –
–       Esta pesada, son unos libritos –
–       ¡Abrila!, te dije ya –
–       ¡Mira, si son unos dolaritos!, como que me la cambiaron en el avión –
–       Contame una de vaqueros ahora, pasá para allá –
–       Claudio, Uzcátegui, señora Ruth, …. ¿Pueden venir? Acá pasó algo…-
–       Silbemos como pajaritos – le dijo Uberti a los otros mientras portaban otros maletines que no fueron revisados.

Todos silbaron  y pasaron por un lado, mostrando sus identificaciones en las solapas,  cómo si jamás hubiesen visto al gordito. Todos excepto Uzcátegui que al caminar todavía iba riendo.
–       Nepotismo, ja, ja, ja, ja, ja, ja…………..

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