Para explicarlo sencillamente: Desde los ochenta, cuando la Unión Soviética iba perdiendo espacios, no solo en el mundo, sino en su mismo territorio que empezaba a reducirse a causa de los movimientos independentistas de Polonia y los Países Bálticos; en EE.UU. empezaron a cobrar fuerza las ideas Neoconservadoras y las teorías ultra-neoliberales qué, fácilmente, pueden reducirse en:
*El estado es malo, grande, incompetente, corrupto e ineficiente.
*la empresa privada es eficiente y además no se maneja bajo los parámetros de la ideología, al contrario, a la empresa privada la mueve el dinero y, por obligación, debe hacerse eficiente y competitiva.
*la economía de mercados no necesita regulación alguna, ya que se regula a sí misma gracias a una “mano invisible”.
*toda intervención del estado es negativa porque hace lenta a la economía y además le quita libertad a la gente (sobre todo a los que no están de acuerdo con la ideología política de quienes manejan al estado en un momento determinado), esta intervención, siempre viene acompañada de los vicios que el estado tiene y de los cuales no puede sacudirse.
*toda relación económica se basa en el binomio producción-consumo.
*los pobres son pobres porque son flojos, no trabajan, no estudian y por eso están así.
*la pobreza es la fuente de todos los males porque de ella se derivan la flojera, el clientelismo, y la corrupción moral del ser humano.
*el dinero es la fuente del bienestar y la riqueza el fin al que debe aspirar toda persona, mientras más se tiene mejor se vive y más se es.
*la solución a la pobreza es que los pobres salgan adelante (SOLOS) y tenga dinero, no solo para consumir, sino también para pagar por los servicios y necesidades básicas que deben ser privatizados.
*el fin del estado es solo el de mantener cárceles, hacer algunas obras de infraestructura y politiquear, pero su influencia en la economía debe reducirse a su mínima expresión ya que el mercado, o sea, el binomio producción-consumo todo lo arregla.
Quizás estoy simplificando demasiado, pero grosso modo esa es la tesis neoliberal.
Estas tesis se impusieron en EE.UU. y luego en el mundo gracias al colapso de la Unión Soviética, el otro polo de poder que hacía contrapeso a las políticas norteamericanas. Debemos entender que la Unión Soviética no cayó ni se fue descomponiendo, simplemente colapsó, en apenas seis años estaba acabada; y aunque la historia nos ha enseñado que dicho colapso ya venía dándose al interior de la U.R.S.S. desde hacía mucho tiempo, para el mundo fue un asunto de abrir y cerrar los ojos: En 1985 Gorbachov llegaba a la secretaria general del Partido Comunista Soviético, en 1989 el muro de Berlín se iba a la mierda y en 1991, el mismo día en que nació el niño Jesús, ya la Unión Soviética estaba caída. Así de rápido, así de simple.
Esto, como es lógico, fue aprovechado por el extremo contrario, EE.UU. y los conservadores que dirigían sus políticas –Ronald Reagan, asesorado por teóricos neoliberales como Milton Friedman – sintieron, no que era el momento para crear un mundo multipolar y diverso, sino el momento para acelerar al máximo la imposición de las ideas neo-con y garantizar así el dominio estadounidense en el mundo.
Luego vino un chinito (que, en realidad, es gringo de ascendencia japonesa) llamado Francis Fukuyama, y escribió el libro El Fin de la Historia y el Último Hombre y así vivimos los felices años noventa, en los cuales no había nadie que no se excitara cuando le decían las palabras “privatización”, “consumo”, “mercado”.
Lamentablemente para el mundo no surgió un polo alternativo, sino que la izquierda en vez de reaccionar con raciocinio y entender las causas que llevaron al colapso soviético insistieron en una melancólica reivindicación de modelos fracasados (Cuba, por ejemplo) y no supieron general alternativas claras para combatir las políticas anglosajonas que, claramente, se dirigían a un colapso absoluto. Porque si algo deberíamos aprender de una buena vez es que tan malo es un estado hegemónico donde el estado controla todo y trata a los ciudadanos como reos, como un estado liberal-absoluto que convierte toda relación humana en una deshumanizada relación económica en la cual, todo, pero todo, debe dirimirse y conducirse de acuerdo a criterios mercantilistas, cosa que además de generar despreciables fenómenos consumistas que, a su vez, llevan a categorizar a las personas de acuerdo a los que tienen y no a lo que son, llevan a que esa economía devenga en abusos y atropellos gracias a su falta de regulación. Son, el neoliberalismo y, vamos a llamarlo, el socialismo real, dos modelos distintos, pero paradójicamente iguales.
El huracán Katrina dejó patente algo que, insólitamente, nadie había percibido, o debería decir que nadie quiso percibir: En Usa hay pobreza. ¡Quien lo diría!
Años de privatizaciones de todo, sistema de salud y de educación incluido, falta de políticas sociales, no de asistencia, pero sí de desarrollo social; ausencia de políticas oficiales de construcción de viviendas, políticas oficiales de empleo, ausencia de controles a la banca, en pocas palabras la privatización absoluta de la vida privada de los norteamericanos generaron una franja creciente de pobreza, miseria y exclusión en el seno de los Estados Unidos.
Eso estaba allí, pero todos se negaban a verlo. Luego del Katrina, fue que el mundo empezó a darse cuenta de esta situación. Es como si con el Huracán hubiéramos visto el rostro poco amable de un país que, en su retórica internacional, no para de hablar de la pobreza en África o en América Latina, siempre viendo la paja en el ojo ajeno y obviando la cabilla en el propio.
La crisis que ha estallado no es algo fortuito, ni tiene que ver con problemas macroeconómicos; las raíces se encuentran en el sistema salvaje y depredador que se impuso en Usa luego de la caída del muro de Berlín. Es decir, el propio american way of life es lo que está cuestionado en éste momento.
Bancos y empresas privadas sufrieron grandes pérdidas de dinero, sus activos disminuyeron cuando el valor de los “bonos hipotecarios” en los que tenían sus inversiones se desplomó. ¿Qué eran estos bonos y quienes los emitían? Estos bonos eran emitidos por entidades financieras y se los vendían a otras entidades financieras, a casas de bolsa y a empresas privadas de todo tipo. Los bonos eran respaldados por las hipotecas que estos bancos daban a los clientes (ciudadanos comunes y corrientes que buscan comprar casa en su gran mayoría, aunque también algunas empresas inmobiliarias) a intereses absurdamente bajos. ¿Qué pasó? Los precios de las viviendas comenzaron a subir descontroladamente, al mismo tiempo, como en el sistema neoliberal no hay controles de ningún tipo sobre los bancos, pues estos bancos comenzaron a subir y subir los intereses llevando a los norteamericanos comunes y corrientes a retrasarse en sus pagos y, como consecuencia inmediata, a dejar de pagar y no pagando, los bonos emitidos dejaron de tener valor.
Una de las casas de bolsa que más “bonos hipotecarios” había emitido era Lehmans Brothers que, debido a la falta de pago de sus bonos despidió al 6% de sus trabajadores en agosto (unos 1500 trabajadores), pero esto no fue suficiente y se declaró en quiebra el pasado 15 de septiembre. Los mercados reaccionaron de manera inmediata ya que cerca de 300 bancos vendieron bonos similares.
Como vemos se ha creado una crisis bestial y múltiple: Por una parte se afectan los bancos que vendieron los bonos y si estos se declaran en quiebra podrían ser echados a la calle miles de trabajadores de dichos bancos, porque en los sistemas ultraliberales no hay inmovilidad laboral ni obligación de liquidar a los trabajadores; estos, serían despedidos y punto. Se joden las empresas que compraron bonos de este tipo ya que estos ahora no valen nada en el mercado, pero tampoco tienen siquiera el valor facial de los mismos (1), como dijo cierto Presidente de cierta nación Sudamericana, estos bonos solo valen el costo del papel y de la tinta con que fueron hechos. Por otra parte, la falta de pagos ha llevado a muchos de los bancos que dieron los créditos que sustentas los famosos bonos, ahora llamados “bonos basura” “bonos tóxicos” y hasta “bonos malditos”, a embargar y desalojar a los norteamericanos que tenían las viviendas que compraron con los créditos, amén de que las empresas que vendieron dicha viviendas ahora no van a cobrar nada por ellas ya que el costo de las mismas, producto de la crisis, ha caído a niveles insólitos lo que, por cierto, generará una ola especulativa por parte de quienes aprovechan estas situaciones para pescar en río revuelto, probablemente sin precedente alguno.
Lo que pasó el pasado 15 de septiembre fue simple: Si Lehman Brothers está tan mal, pues todos deben estarlo, pensaron los dueños de los bonos y procedieron a venderlos al mismo tiempo, llevando a que los mismo perdieran todo su valor y el índice Down Jones cayera como no lo había hecho desde hacía muchos años. Esto llevará a una recesión brutal de la economía norteamericana (y mundial) que, lamentablemente, llevará a reducciones de costo (es decir, despidos) que podrían acabar con los empleos de millones de personas, 3.000.000, dicen los más conservadores. Además, como en el perfecto sistema neoliberal no existen derechos para los trabajadores, los que queden con empleo verán reducirse, aún más, sus escasos sueldos y deberán aceptar bizantinos contratos renunciando a sus seguros dentales u otros beneficios que las empresas privadas acordaban con los trabajadores.
¿Cuál es el lado realmente perverso de la crisis? Pues que vivimos en una economía globalizada, papá. Los “bonos hipotecarios” están en todo el mundo; incluyendo Venezuela, no se nos olvide que durante la gestión de Tobías Nóbregas La República adquirió algunos de esos bonos. Así, esta crisis es mundial. Pero como Murphy vive en el planeta tierra, o, como decimos nosotros aquí: Cuando el pobre lava, llueve. Esto se viene en tiempos de altísimos precios de los hidrocarburos y una posible escasez de alimentos, entre otras cosillas, porque a algunos “genios” se les ocurrió que los alimentos podían transformarse en combustible llevando, por ejemplo, a que los precios del maíz (usado para hacer Etanol) se fueran a las nubes y empezara a escasear. Otra cosa es el aumento del consumo por parte de India y China, que también crea inflación en los alimentos y la inflación genera escasez.
En Estados Unidos, esto devendrá en mayor sufrimiento social porque más desempleo y menores salarios devienen en menor calidad de vida, lo que en un país que tiene todo privatizado no solo se traduce en que la gente no podrá comprarse un IPOD, tampoco podrán seguir pagando sus seguros (privados) o sus escuelas (privadas).
¿Quedó claro todo esto?
Ahora bien, ¿se vislumbra una luz al final del túnel, que no sea la de un ferrocarril que viene esmachetao y sin frenos?
Honestamente, no lo sé. No soy economista ni entiendo mucho de economía, pero si algo me ha quedado claro es que la paja de la empresa privada se ha ido al infierno. Entre otras cosas porque, ¿Quién acudió al rescate? Pues esos malnacidos del estado, esos que se suponían que no debían meterse porque ensuciaban la economía y ésta se regulaba solita gracias a la “mano invisible” de la que tanto hablan los güevones que creen en las tesis del IESA. Los tipillos de Wall Street han tenido que aceptar que el gobierno norteamericano (el de Bush, el mismo que hasta hace unos meses se babeaba por las tesis ultra-neoliberales que han causado esta desagracia) vaya a salvarlos con 1.000 billones de dólares (un chingo de lana, guey) que le dieron a Fannie Mae y Freddy Mac, dos empresas dedicadas al crédito hipotecario para que sus bonos no descendieran al infierno como lo hicieron los de las demás empresas y con 85.000 millones de dólares que recibió la empresa de seguros AIG.
Ese maldito estado, además, presentó al senado y luego a la cámara de diputados un plan de “salvataje” económico que fue aprobado, luego de ser rechazado en primera discusión, que incluye, además de las medidas ya nombradas, la compra de las hipotecas que NUNCA van a ser pagadas por quienes las adquirieron.
¿Ustedes saben por qué el plan fue rechazado por el congreso en primera instancia (luego de que el senado lo había aprobado) y debió ser reformado y discutido nuevamente y se terminó aprobando en la rayita con una votación 171 en contra y 172 a favor? Pues porque los congresistas se vieron presionados por sus electores que consideraban que no podía estarse salvando a empresas privadas que tomaban decisiones incorrectas. A ver si me entienden, amigos míos: El norteamericano promedio lleva casi treinta años escuchando la cantaleta de que aportar dinero público a la economía es algo malo y ahora que los que le decían eso abogan por lo contrario pues no lo ven con buenos ojos ya que el plan de salvataje le costará unos 15.000 dólares a cada habitante de ese país. De hecho el plan se aprobó gracias a los votos de los diputados demócratas ya que los republicanos, en su mayoría, rechazaron el plan. ¿No es una belleza? Primero te digo que es malo y luego de treinta años de repetírtelo sin parar, te digo que cambies de opinión, pero tú estás tan alienado que piensas como yo te dije que pensaras y tengo que convencerte de que pienses como yo te dije que era malo pensar. [Por favor, en este punto del artículo quiero que se echen una risita irónica]…
Entonces quedan claras dos vainas: Ni el socialismo estatista y absolutista sirve para nada, más que para empoderar tiranos. Ni el capitalismo extremista y deshumanizado sirve para una ñoña, más que para empobrecer a las personas y generar crisis como ésta de la que no saldremos en un buen rato. La luz al final del túnel (sin ser súper optimista ni nada) creo que es la vieja fórmula: Tanto mercado como sea posible y tanto estado como sea necesario.
John Manuel Silva
PD: Por cierto, el petróleo se echó vaselina y talco en el culo y se tiró por un tobogán.
(1)Respecto al valor facial: Me refiero a lo siguiente, cuando tú compras un bono y este te vale 15, ese es su valor facial, pero si lo cotizas en el mercado puede valer más, todo depende de cómo esté sustentado dicho bono y de la confianza que genere el mismo. El bono en cuestión puede llegar a valerte 30 ó 45, es decir, el doble o el triple pero puede pasar, como ha pasado ahora, que el bono pierda valor y no solo no se cotice sino que pierda valor y valga, incluso, menos de lo que te valió cuando lo compraste.