La tierra es el infierno y viceversa en el cálido regreso del diablo rojo al inframundo fantástico de Guillermo del Toro, el geniecillo chicano detrás de la concepción de “El Laberinto del Fauno”, precedente lógico y sobrenatural de “Hellboy 2”. En efecto,las dos comparten credos,arquetipos,referentes y empaques de lujo alrededor de narraciones análogas.
La primera fue una parábola de la guerra civil española, ilustrada como un cuento de hadas macabro, producto del homenaje vanguardista hacia Luis Buñuel y Tim Burton. La segunda continúa por la línea posmoderna de la anterior, al fusionar el código visual de la historieta gráfica original con la clásica receta del horror expresionista pop, siempre irónico y distanciado como el demonio incorporado por el gigante Ron Perlman, el actor fetiche de la galería freak.
En la secuela de la serie, el personaje principal profundiza en su vena de antihéroe accidental y accidentado, cuando ahora debe confrontar, por compromiso, al ejercito dorado del lado oscuro de la fuerza, encabezado por un elfo maligno extraído de alguna interpretación malsana de “El Señor de los Añillos”. Por eso, la batuta la conduce el encargado de suceder a Peter Jackson en la adaptación de “El Hobbit”. A su lado, en la sección de créditos, sobresale la firma de su incondicional en la fotografía, Guillermo Navarro, mientras Danny Elfman hace lo propio en el apartado de la banda sonora. Con un principio de impacto y un final agridulce, “Hellboy 2” es una estimable opción para los amantes de la acción compleja, medio trendy, generosa en mensajes cifrados, subversivos y satánicos.