Ella es una fruta. Su azúcar es natural, se puede morder aunque le duele, se puede chupar, lamer, pelar, observar, lanzar para arriba y atajarla, tocarla por horas, meterla completa en la boca y jugar con ella, en grandes cantidades te deja su olor pegado al cuerpo, no dulce, no agria, no amarga, más bien pegada al árbol de la vida. Me gusta como suena la efe con la ere justamente cuando parece hablar y dice fu-ru-ta con esa delicadeza que solo tiene lo comestible, a veces es silvestre o de planta cultivada pero a diferencia de hortalizas o cereales encierra sabor y aroma. Tiene propiedades nutritivas, conmutativas, a veces es postre, a veces llega cocinada y agotada por el trabajo que todo lo destruye, no quiere ser jefe por lo tanto no es una fruta pendeja, es fresca y está madura lista para sentir lo que quiere sentir por si misma y no por el resto que siempre busca arrancarla antes de tiempo. Tiene vitamina y minerales, de pocas calorías y mucha agua me gusta navegar en ella por horas, sin rumbo, sin puerto. Le sobra pectina soluble lo cuál la hace blanda, generosa con estos dientes postizos y este encierro de ancianato, quisiera irme con ella a la playa y en el mar llamarla: Fruta como quien pide el coctel al final de la pelicula y se queda con todo el dinero en una isla caribeña que solo tiene tres mil habitantes. En mi lonchera siempre estuvo, en el bolso para humanidades, mientras estudié en la UCV ahora que no estudio ni los caballos, tambien está, hay gente que insiste en decir que es un milagro pero no, para mí, ella es fruta y tiene un nombre que se vuelve conserva en mi boca, a veces me da pena decirlo tanto pero cuando busco en mí y solo sale fluido un te amo, pero ella es fruta y no entiende la poesía y yo que me como la fruta tampoco y somos felices porque vivimos más que nosotros mismo porque ella trae el secreto de la tierra y sus millones de corazones. Espero que esta conversación quede entre nosotros, no le gusta que revele su nombre, sino seguir así, desconocida que se vuelve semilla y vuelve y vuelve y nunca muere porque tiene el don de resucitar, de hacer vida, tiene el don de terminar en A y la A es tan importannte hoy que llueve y la gente corre despavorida como buscando salvarse de algo, no le teme a la lluvia, eso lo sé.
Qué maravilla! qué maravilla!
Te felicito, me ha gustado mucho como conduces el tema de fruta hasta el final dejan al lector en un vilo deseperante… eres mejor narrador de lector de poesía…