panfletonegro

Historia de una foto familiar

/home/depr002/panfletonegro.com/v/wp-content/themes/panfleto2019/images/random/depr_45.jpg

Veía esta tarde una de esas fotos familiares antiguas, de las que te sorprendes al ver lo que eras, lo que fuiste, lo que nunca serás otras vez. Era el matrimonio de un tío, un acontecimiento familiar, una boda apoteósica, recordada por siempre en la familia y en el barrio. Yo tenía cinco años y era parte del cortejo. Tenía un vestidito azul con mangas de vuelos y una coronita de flores blancas. Recuerdo esa fiesta como si hubiese sido «mi» fiesta. En la foto estamos todos los niños del cortejo junto a los novios. Le digo a mi tío que sólo puedo reconocer a mi prima y a mí misma, del resto de los niños no tengo idea. Y él viene entonces a mi rescate y me dice: «Bueno, este chamo, fulanito, lo anda buscando la policía y todo el mundo hasta debajo de las piedras; a esta carajita la mataron; a éste otro también lo mataron; éste está preso; éste es un drogadicto dañado; éste otro también está dañado…» Ante la confesión de los destinos de esos desconocidos niños, no pude sino aterrarme. ¿Qué fui yo la única que se salvó en esa foto? Yo y mi prima que vive en Canadá. ¿Qué acaso era una especie de destino inexorable para esos niños, por haber nacido y crecido en un barrio? ¿Y qué fue lo que yo hice entonces para no merecerme ese destino? Al menos mi prima se fue lejos. Yo también me fui del barrio hace mucho. Y ya no puedo volver. Mi barrio ya no es mío. Ya no me pertenece. La casa enorme donde crecí se convirtió en un depósito de trastes viejos, gracias al dueño que un mal día nos sacó de allí para meter sus peroles inservibles. Ya no queda nada de mis recuerdos de infancia allí. Pero ya no me lamento por no haber tenido nunca amigos en el barrio, por haber sido siempre la calladita, la antipática, medio sifrina, medio tímida, más bien nadie. Soy nadie y siempre lo fui, y al ver esa foto lo agradezco enormemente. ¿Cuál es la historia de esa niña gordita? Ninguna, no hay nada que decir, ah bueno si, está viva! que es más de lo que se puede decir de los otros. Muertos están como mis recuerdos y mi pasado. En otra foto salgo bailando el vals con un niño hermoso de ojos azules, a quien recuerdo como mi primer amor, durante lo que duró ese baile. Escondí la foto enseguida, para que mi tío no me dijera qué fue de ese niño. No quiero saber si es el capo del barrio, si viola carajitas, o si sus ojos azules como mi vestidito, se pudrieron hace tiempo en la tierra. Que se quede en el recuerdo de un vals de cinco minutos o una eternidad. Yo ya no soy esa niña, y que bueno poder decirlo.

Salir de la versión móvil