Capítulo 3
Esa figura en la oscuridad…
Al volver a mi casa me di cuenta de lo fatigada que estaba, me di una ducha con agua fria y mientras pasaba mis manos por el cabello noté unas extrañas gotas de cristal, me quedé observando las extrañas gotas que parecían estar adheridas a mi mano y luego se tiñeron de un color verde grama para transformarse en un intenso rojo y luego las gotas se derritieron y desaparecieron, volvi a pasar mis manos por mi cabeza, pero solo agua y nada más.
La aparición de esas gotas me dejó confundida, pero decidí no prestarle mucha atención, me vestí con mi franela y el cachetero de siempre y me acosté a dormir, recuerdo que esa noche hacía frío y la neblina empezó a bajar, pero de esa noche lo que me empezó a perturbar sería el sueño que tuve.
Había despertado en medio de una sala, en una casa que nunca recordé haber visto o entrado antes, todo era blanco, negro y gris, andaba vestida con un vestido blanco y completamente descalza, empecé a recorrer la casa cuarto por cuarto, al parecer estaba vacía, luego una música empezó a sonar, era una melodía suave, como de esas melodias propias de las canciones de cuna, seguí esa música hasta un cuarto pequeño, decorado con cosas de bebés, de hecho, la canción venía de una caja musical en forma de carrusel, no se porque en ese momento me sentí tan atraída por la musica de esa caja, poco a poco me fui acercando más y más hasta encontrarme frente a la misteriosa portadora de esa musica tan atrayente, pero de pronto toda la habitación se encontró en silencio, el aire se volvía más denso y en el comencé a percibir el aroma de inciensos de canela, cerré mis ojos mientras me deleitaba con ese olor, pero entonces senti como si alguien pasara huyendo detrás de mi.
Me di media vuelta pero solo conseguí ver un trozo de vestido negro, corrí para ver quien pudo estar en esa extraña casa, pero lo único que siempre veía era el mismo trozo de vestido negro, era así hasta que salí de la casa y me topé con una sorpresa: el cielo, las nubes, el sol, todo absolutamente todo era blanco, negro y gris; era una ciudad, una extraña ciudad hecha de cristal, todos sus habitantes – al igual que yo- vestían o de blanco o de gris pero ninguno vestía de negro, volteé y conseguí captar el mismo trozo de vestido que estaba en la casa, empecé a perseguirlo y de pronto pasó de ser un trozo de vestido a una figura pequeña completamente negra, siempre huyendo y yo siempre persiguiéndola, así nos mantuvimos hasta llegar a un callejón inmerso en la oscuridad, la figura fue absorvida y entonces una vos muy tenue comenzó a cantar:
«Sonó, sonó, su última canción
la dama muy casta en el mar se ahogó.
Ahí murió, ahí murió
mientras susurraba
al viento
esta canción…»
Era consecutiva ese fragmento de tan macabra canción, me acerqué más al callejón, entre el límite donde la luz terminaba y la oscuridad empezaba, el fragmento se hacía más y más fuerte, la voz paró su melodía y el silencio hizo que me inclinara un poco y entonces… entonces… saltó un lobo en mi cara.
Fue entonces que desperté, me encontraba sudando y temblando al mismo tiempo, Max me lamía la cara intentando calmarme, pero por más que lo hiciera no podía evitar sentirme intranquila luego de tan extraño y perturbante sueño, me levante de la cama, me arregle con mi mono y mi franela de hacer ejercicio, me hice el desayuno alimente a Max, y me puse a fumar en el sillón de la sala, mirando la ventana hacia el jardín, era un día soleado, estaba meditando todavía el significado del sueño cuando oigo sonar el timbre, miro por el ojo mágico de la puerta pero no había nadie, con cuidado abro, miro a los lados y no hay nadie, miro al suelo y veo un paquete mediano con mi dirección y mi nombre escritos pero no decía quien lo enviaba, agarro el paquete y cierro la puerta.
Busco un cuchillo en la cocina, y llevo el paquete a la sala para abrirlo, tiré el cuchillo al suelo, llevé mi mano hacia mi boca y contemplé con horror una caja musical en forma de carrusel, en ella había una nota sin nombre, la agarré con cierto recelo y al abrirla solo decía:
«Sonó, sonó, su última canción
la dama muy casta en el mar se ahogó.
Ahí murió, ahí murió
mientras susurraba
al viento
esta canción…»
Al final le colocaron: esto es el inicio del juego…
Continúa Capítulo 4
!Dios! ¿Qué irá a pasar en el cuarto capítulo de La ciudad de Cristal? No aguanto las ganas de leerlo. Paul auster es un imbécil al lado de esta nueva genia!!!!!
Enhorabuena, hemos encontrado a la hija perdida de Dellia Fiallo…Dios la llave en la gloria, Carajoooooooooo!!!!Qué contribución más brutal a la literatura venezolana!!Caramba!!!