Capítulo 5
Gotas rojas y S.
Volví a aparecer en esa casa extraña de aquella ciudad de cristal, salí a explorar a los alrededores mientras las personas me miraban extrañados -supongo que era porque no me habían visto antes- y yo me quedaba fascinada contemplando las casas, los edificios, las calles y los postes de lus hechos del mas puro cristal. Se notaba que era una ciudad antigua, cuyos habitantes vivían en pura armonía, enese momento llegué a una plaza muy amplia donde se encontraba un mercado de frutas y comestibles en general.
Me detuve frente a un puesto donde vendían joyas y me quedé entusiasmada al notar una hermosa pulsera de cristales amarillos, naranjas y marrones.
– ¿Puedo ayudarla en algo señorita? – me dijo el encargado del puesto.
– No, yo sólo estoy mirando gracias, pero esa pulsera me parece hermosa.
– Si es uno de mis mejores trabajos, a solo 15 gotas verdes.
– ¿A sólo 15 que? – pregunté confundida.
– ¿No eres de aquí señorita? Las gotas verdes son nuestra moneda oficial.
– Lo lamento pero no tengo esas «gotas verdes» de las que habla.
– Sin gotas no hay pulsera, señorita.
Me retiré confundida, me limpié las manos y siento un bulto en uno de los bolsillos del vestido, cuando reviso que era me encuentro con la bolsa de gotas rojas que se supone había dejado en la cocina de mi casa, no me quedé mucho tiempo pensando como habían llegado hasta ahí porque en ese instante fui empujada por un ciudadano del pueblo y caí al suelo, me levanté y pude ver como los habitantes se formaban a los costados de la calle como si esuvieran esperando un desfile. Agarré mi bolsa de gotas rojas y me formé en e lado izquierdo de la calle, y vi con mucha sorpresa como ésta desaparecía para formar un canal de agua, apareció una densa neblina desde el punto más lejano en donde me encontraba y entonces se empezó a distinguir una luz muy tenue que pronto se hacía más intensa hasta que finalmente vi aparecer un bote con un pequeño faro y dos personas montadas, una tenía el control del único remo del bote y vestía una túnica con capucha completamente en blanco y la otra persona -el pasajero- estaba vestido de gris pizarra, se le notaba una mirada vacía, parecía que a nadie de la ciudad le incomodaba esa aparición y en lo que el bote termina de cruzar el canal, a sus espaldas la calle vuelve a formarse, la neblina desaparece y la gente vuelve a su rutina diaria.
Cuando se despeja el otro lado de la calle, una niña pequeña -con la piel morena, cabellos largos y marrones vestida de verde- me observa fijamente, me acerqué lo suficiente y noté el brillo de aquellos hermosos y extraños ojos plateados de ella.
– ¿Cómo te llamas pequeña? -pregunté, mostrándole una sonrisa para que no se asustara.
– Soy S -respondió con tranquilidad.
– ¿S? ¡Mucho gusto! Soy Lisa.
– Esas gotas… -dijo al observar mi bolsa- te destruirán si no te deshaces de ellas.
– ¿Qué?
– Rompe la caja musical, deshaste de las gotas o será muy tarde.
Entonces me arrebata la bolsa y sale corriendo, empiezo a perseguir a S pero es muy rápida y no logro alcanzarla, a medida que voy tras ella me doy cuenta que cada ves estoy más cerca de la casa donde siempre aparezco, por desgracia cuando me distraigo pierdo el rastro de S. La persecusión me deja agotada, regreso a esa casa abandonada y me encuentro con el enorme ojo escarlata. Al momento de gritar despierto en mi habitación y me encuentro sentada frente a frente con una extraña niña…