Si todo sale como tiene que salir, en tan solo horas el señor Barack Obama será Presidente de EE.UU. Esperemos que así sea.
Obama recibirá un país vuelto mierda. Una economía por el piso, con el descalabro financiero más grande de la historia de ese país. Una guerra absurda (como todas las guerras) que le ha costado la vida a un millón de civiles iraquíes y a miles de soldados gringos, la mayoría negros, pobres y latinos. La carne de cañón perfecta para mandarla a morir mientras los perros de la guerra se forran de billetes. Ganará Obama, puede que hasta gane cómodamente, pero tendrá enfrente una oposición férrea que le hará la vida imposible.
La mayoría silenciosa, esa de la que hablaba Richard Nixon, es conservadora y racista, reaccionaria a niveles que le hielan la sangre a uno. Parece mentira que muchos americanos –y alguna que otra venezolana medio güevona– le tengan miedo a Obama, porque el tipo se llama Barack Hussein o por las fotos en las que aparece con “ropa islámica” o por un afiche del Che que tenía una militante del partido demócrata. Incluso la venezolana medio güevona publicó un asqueroso artículo en el que, entre otras idioteces, decía que Obama era el representante de los islamitas y que su triunfo sería un golpe certero de los musulmanes ya que ellos deseaban infiltrar a EE.UU. con uno de los suyos y destruir a Norteamérica desde adentro. Por cierto, esto es digno de un Zeitgeist pero al revés.
Pero el triunfo de Obama parece indetenible. Mañana un negro será el Presidente de Usa y un cierto Presidente de cierta nación del norte de Sudamérica se quedará sin excusas para justificar su autoritarismo y su incompetencia.
Krisis dice que “Obama no va a cambiar un coño” y a lo mejor tiene razón. A lo mejor pecamos de optimistas quienes creemos que Obama puede significar, si no un cambio absoluto en las políticas Norteamericanas, por lo menos una dosificación, una apertura y unos tiempos de diálogo y conciliación, tan necesarios luego de la nefasta era del cowboy George W. Bush basada en el irrespeto, el intervencionismo, la soberbia y la guerra.
De Obama tengo expectativas, esperamos que se cumplan algunas de ellas. Esperemos, pues, a ver que pasa. Ahora les dejo este fragmento de una obra teatral que estoy escribiendo.
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Interior Palacio de Miraflores Noche
En la Sede del Palacio suena el teléfono. El protagonista levanta el auricular y escucha:
Diosdado: Aló, ¿jefazo?
Jefazo: Sí, soy yo. ¿Lo estás viendo, güevón?
Diosdado: Sí, ganó el negro. ¡Que bolas, jefe!
Jefazo: Sí, que bolas tienen esos gringos, pajúos.
Diosdado: Bueno, ¿y ahora que hacemos?
Jefazo: Coño la verdad es que no sé.
Diosdado: Se me ocurre que arme otro peo con Colombia, o con España. Mire puede venirse con que le exige a los españoles una indemnización por los daños causados en la colonización. Hay un grupo que una vez propuso eso, búsquelos y asesórese, Mi Comandante.
Jefazo: Bestia. ¿Colombia, otra vez? ¿España? Chamo, la gente está como ladillada de tanta mariquera. Es decir: yo ya le dije al Rey que nos fuéramos pa´ la playa y el tipo se lo tomó en serio, hasta me mandó un bikini y me dijo “te espero en Los Roques pa´ navidá”.
Diosdado: Biiiiiiiiiichole.
Jefazo: Lo mismo dije yo. Entonces con España no se puede, aunque gracias por la sugerencia. Con Colombia tampoco porque el disco está rayado. Se me ocurre que podemos iniciar un peo con Bulgaria.
Diosdado: ¿Bulgaria? Pero, ¿esos que nos han hecho a nosotros?
Jefazo: Nada, muchacho gafo, pero que importa, los gringos, los españoles, los colombianos, los chilenos, los ingleses y todo ese gentío con el que nos hemos peleado tampoco nos hicieron nada, ¿y eso fue un impedimento para que les buscara camorra?
Diosdado: No, es verdad, Mi Comandante, usted es un genio.
Jefazo: ¡Gracias, ya lo sabía! Mira: podemos decir que la expresión El vulgo usada para definir las formas populares del habla, es una expresión ofensiva. Decimos que los Búlgaros nos colonizaban y abusan de nosotros; ya veremos como, seguro que encuentro algo que los Búlgaros nos hayan hecho y si no, pues se lo inventamos, como le inventamos los reales robados a Baduel. Pero creo funcionaría, es decir, todavía no nos hemos metido con los de Bulgaria o los de Rumania y hasta se me ocurre que podemos armar un lío con Holanda, acusarlos de promover la inmoralidad con sus distritos rojos, que, además, somos los dueños del color rojo y que ese color es para revoluciones y no para calles de putas y drogómanos. Les declaramos una guerra o algo así. Lo cierto es que como el negro ese ganó en Usa tengo que buscarme algo para entretener a esta gente porque todavía faltan veinte días para las elecciones.
Diosdado: Si va, Mi Comandante, ahoritica mismo le digo a Lina Ron que vaya a ladillar a la Embajada de Bulgaria, por cierto, ¿existe una embajada de Bulgaria?, y si existe, ¿dónde queda?
Jefazo: Verga, la verdad es que no se, mi godgiven. Ahorita le pregunto a Nicolás, bueno si es que lo encuentro. ¿Tú sabes dónde anda?
Diosdado: No. Hace poco lo vi con su camioneta dizque se iba a atender unos asuntos importantes en Morrocoy.
Jefazo: Ese mamagüevo, deja que lo vea, no joda.
Diosdado: Bueno, no importa, ya llamo a Walter Martínez para que me explique donde queda la embajada y me diga también en que parte del mapa está ese país, es bueno ubicarlo en el mapa para que usted le haga una rayita con marcador cuando de su rueda de prensa frente a los corresponsales internacionales para decir que “no hay búlgaro que pueda con la dignidad del pueblo venezolano”, ¿verdad?
Jefazo: Y si hay una funcionaria en el gobierno búlgaro digo que es una “bulgarcita” ja ja ja
Diosdado, con una risa exagerada y sobreactuada: Ja ja ja. Usted siempre tan gracioso y con esos chistes tan brillantes.
Jefazo: Ténkiu. Mira y de una vez le dices al Walter que se venga para que me asesore a mí también.
Diosdado: Si va. Bendición.
Jefazo: Dios te bendiga. En el nombre de Bolívar, Manuelita, Zamora y el espíritu del Negro Primero ¡”•$%$%&/%$•%/& coño, no, no, no, nada de negros por hoy, por el espíritu de Bóves. Amen.
Y como diría Fabiana Miranda: Continuará… …esperamos que por poco tiempo.
John Manuel Silva.