“Con los políticos paralizados,
no más corrupción ni más aumentos,
no más paja en la prensa
y no mas cabrones en el gobierno”
Políticos Paralíticos – Desorden Público.
Comenzaré por el final. Después de mucho pensarlo he decidido que votaré el próximo 23 de noviembre, lo haré de la siguiente manera: Henrique Capriles Radonsky para la gobernación de Miranda. José Fernández “Josy” para la Alcaldía del Municipio Los Salias. Clara Mirabal como diputada uninominal y todavía no sé cual lista de diputados marcaré. Antes de que vengas a decirme algo, cualquier cosa, tómate la molestia de leer el por qué he tomado esta decisión.
Estoy escuchando Whoa Nelly y me sigue gustando ese disco, me sigue pareciendo maravilloso. Todos siempre me preguntan como puedo gustar tanto de una cantante Pop-comercial, como es que no veo la contradicción de tener a esa canadiense diminuta al lado de los discos de Marilyn Manson o Nine Inch Nails, yo siempre respondo lo mismo: al final, todos somos pop.
Es verdad todo lo que dicen unos y lo que dicen los otros también: El mundo es parte de una gran conspiración, cualquiera, si te gusta Zeitgeist, entonces es esa la conspiración de la que somos víctimas, si te parece que quien tiene la razón es Michael Moore con su Fahrenheit 9/11, pues es el gordito de la gorrita el que la tiene; lo cierto es que sea como sea estamos jodidos, el mundo es una mierda, los políticos también lo son y la política es un sistema tan grande y tan corrompido que nada podemos hacer para detener sus mecanismos. Ni tu ni yo podemos hacer un coño porque sea como sea el sistema tiene vida propia. Punto. Eso es algo que ya no necesito que me expliquen o me prueben porque yo mismo he llegado a esa conclusión.
Ahora bien, una cosa es el mundo y otra es el pequeño mundo en el que vivimos tú y yo. No me refiero al planeta y sus inconmensurable mecanismo para alienarte, no me refiero tampoco al país y al típico “la oposición y el gobierno son la misma mierda, están aliados para meterse real con nuestra paranoia”. Me refiero al mundo más diminuto al que vives día a día, el mío es este:
– Varias veces a la semana debo pasar por Los Teques y debo transitar o la plaza Bolívar o el boulevard, y me encuentro con “esa gente”. “Esa gente” son unos elementos que a la llegada de Diosdado Cabello a la gobernación del estado han tomado estratégicos puntos de la ciudad. Si usted transita frente al boulevard hay una carpita, un toldito rojo-rojito y en la plaza Bolívar hay otro grupito que se sienta en los banquitos frente a la estatua del Libertador; su función es amedrentar a los ejjjjjjjjjjcuálidos que pasan por ahí. Y el mecanismo se activa, ya uno sabe que cuando pasa por ahí hay que callarse la boca so pena de ser corrido a gritos o empujones o a coñazos.
– Yo, no tengo real para pagar una clínica, así que me ha tocado ir al Victorino Santaella en varias ocasiones. La primera vez que pisé ese hospital fue en 1997 cuando nació mi hermano. Luego en 2000 cuando nació la hija de mi prima. Luego en 2001 cuando mi mamá perdió a la niña que estaba esperando. Luego en 2005 cuando mi hermano se cayó por las escaleras de su casa y se fracturó el brazo y se golpeó, levemente, en el cráneo. Luego en 2006 cuando a mi mamá la operaron de la vesícula. En 2007 mi papá enfermó, también de la vesícula, y hubo que llevarlo pero por la edad de mi papá solo le hicieron tratamiento, no lo operaron. A mediados de 2007 me tocó ir a mí, con lechina. A mediados de este año me hubiese tocado volver, pero no se pudo: el hospital estaba colapsado.
La primera visita en el 97 fue “normal” el Victorino funcionaba, no era una clínica pero tampoco un basurero. Igual en el 2000 y 2001. Pero lo de mi hermano fue distinto. Mi hermano se cayó a las ocho de la noche de un martes y fue operado para ponerle tornillos en el brazo a las siete de la noche del miércoles. La odisea completa yo la conté en mi blog, pero ese blog estaba en blogger y lo borré hace un año.
No los voy a aburrir con un recuento, solo les digo que si algún editor está interesado en que le escriba un libro de 300 páginas titulado “Mecanismos de la corrupción e incompetencia del Hospital Victorino Santaella”, se lo escribo, tengo buen material.
Podría tener unos cinco capítulos dedicados a describir a cada uno de los personajes que en esas angustiosas 24 horas me dijeron como dos mil veces: “Sí, chamo, esos exámenes los hacemos aquí. Pero tienes que dame pal café porque tengo como hambre, ¿si me entiendes, gordito? Además, también tengo derecho a guardá algo pal pasaje y hasta pa´ tomame una cervecita así que tienes que sé generoso si quieres que bajemos a tu hermano pa´ hacele la, ¿qué es lo ques ques ques? Ah si, la plaquita esa. ¿Me estoy explicando, carajito?”. Otros tres capítulos podrían dedicársele al cirujano que llegó con tres horas de retraso a su guardia y le preguntó a mi mama –con el carajito llorando en la camilla– señora ¿podemos dejarlo para mañana?, es que yo hoy no tengo ganas de operar a nadie.
Pero los mejores capítulos serían los dedicados a explicar lo que ocurrió con el canal de televisión comunitaria Mira Tv cuyas cámaras llegaron al hospital a hacer un reportaje de quien sabe qué y cuando la tía de mi hermano las vio les explicó lo ocurrido, los reporteros sacaron al aire las declaraciones de la tía de mi hermano y, a los cinco minutos, se hicieron presentes en el área de traumatología infantil un grupo de jaladores que se hacían llamar “el comité de salud del hospital”. Podría extenderme unas ciento cincuenta páginas a explicar como los miembros de ese comité amenazaron a la tía de mi hermano y a mi mamá y a todos los que allí estábamos con denunciarnos, con demandarnos, con hacernos picadillo por “traedores”, como nos acusaron de toda mierda, como nos insultaron y hasta le desearon la muerte a mi hermano porque su tía hizo la denuncia. Y podría contar, en las páginas siguientes, como fue que el doctor se arrechó por la denuncia y como tuvo que operar a mi hermano casi obligado y, como ya les dije, 23 horas después cuando los calmantes ya no le hacían efecto y, sin exagerar ni dramatizar, pensábamos que el carajito se nos moría allí mismo.
Ya saben editores si les interesa y me dan algo pal café les escribo el libro.
Con la operación de mi mamá fue igual, con mi lechina y lo de mi papá, no tanto porque en la parte de consulta todo está un poco mejor, ¿o debo decir, “estaba”?
Como dije, éste año tuve que volver, pero no lo hice; la prima de mi hermano, que estaba embarazada no pudo parir en el Victorino porque estaba colapsado, la mandaron a parir a Caricuao. Leyeron bien, a Caricuao!!!!!!!!!
Ahorita no hay anestesiólogos y varios doctores han renunciado ante la imposibilidad de atender a los pacientes echándoles saliva en vez de alcohol.
Solo una cosita más, porque la idea no es victimizarme ni que me dejen comentarios estúpidos diciéndome “ay, pobrecito, que terrible eso que pasaste”: si algún día les toca ir al Victorino y les dicen “Toma éste récipe para que a tu mamá le pongan esto en la ‘sala de tratamiento’” HUYAN. La “sala de tratamiento” es una sala de espera sin sillas en la que los ‘tratados’ se ubican elegantemente en el suelo mientras las enfermeras les inyectan lo que dice en el récipe “si es que hay, porque si no vas a tener que ir a la farmacia de arriba, a la que está al lado del cafetín y comprarlo, porque hay vainas que no tenemos” . No les digo más, lo dejamos hasta aquí.
Esos son dos aspectos del mundo, no del mundo grande y complicado, sino del pequeño, del que enfrento día y día y tú también lo haces en otro lugar, pero me late que de la misma manera.
Así que me digo: ¿qué puedo hacer para cambiar al mundo? Repito que no al grande, al de las conspiraciones, al de los mecanismos que yo no entiendo y contra los que no puedo, sino ese pequeño mundo. ¿Cómo sería ese mundo cotidiano si Diosdado fuera reelegido? A ver… Ha dicho Diosdado que si llega a repetir como gobernador le entregará el Victorino al gobierno central. Ha dicho también, con una honestidad que se le agradece, “los votos son de Chávez y nosotros no somos ‘nada’ sin él”. ¿Qué conviene a mi pequeño mundo, un Victorino centralizado y terminado de joder o un Victorino en manos de un gobernador más o menos competente? ¿Qué es mejor, tener un gobernador que dice que es ‘nada’ sin Chávez o tener uno que es algo, cualquier cosa, un mal gobernador al menos? O, como brillantemente dijo Alberto Barrera el domingo en su artículo de El Nacional “sin Chávez no son nada, pero con él, son menos que nada”.
Es simple, tomé una decisión pragmática. Con Capriles no tendré el gobernador que me gustaría para mi estado, tampoco tendré el estado perfecto, ese que todos, hasta los más adaptados, imaginamos sin “malditos políticos”. Coño, pero Miranda será un poco menos mierda que con Diosdado.
Es simple, con Capriles podré ir a la plaza Bolívar y decir “me parece que Radonsky es un mamagüevo” sin que vengan unos matones a reventarme a coñazos porque pienso distinto. Con Capriles podré ir al Victorino y si sigue siendo el nido de corrupción, inhumanidad e incompetencia que es hoy, podré denunciarlo sin calarme a un comité de sapos que vengan a desearle la muerte a mi hermano o a amenazarme con cualquier vaina.
Es verdad, chico: LA OPOSICIÓN ES UNA MIERDA. Yo ya lo sabía, yo lo he dicho mil veces, me da rabia decirlo y me siento responsable al hacerlo, el mundo es una mierda y los políticos también, algún día habrá una revolución punk y aniquilaremos al mundo, como en la novela de Torrelles, haremos que salgan cucarachas gigantes que se coman a los adultos y quemaremos vivos a los políticos, iremos a EE.UU. y al corazón de todas las potencias mundiales y nos comeremos el corazón de sus políticos. Sí, todo eso hay que hacerlo, pero… Pero resulta que los anarquistas no van a acabar con el mundo, ni con el país, antes del 23 de noviembre, pasa que el 24 de noviembre puede que necesite otra vez del Victorino y yo no tengo el espíritu de Mallory Knox en mi corazón como para decirte que no me importa si mi hermano se muere en un hospital.
Tengo tres opciones el próximo 23 de noviembre.
a) Me quedo en casa. Tengo cosas que hacer. Tengo unos libritos que no me he empezado. Tengo algunas películas que se me están acumulando. Tengo tiempo que no me encierro un domingo a comer helado y escuchar música sin pensar en nada que no sean los ojos de la Furtado, la boca de Scarlett Johansson, la carita y el lunar de Natalie Portman, el culo de Shakira, el como hizo Shakira para terminar convertida en esa mierda. También me puedo dedicar a limpiar mi cuarto, a contar las chiripas muertas que siempre salen del closet. Puedo quedarme ese domingo escribiendo bobadas o cosas importantes. En fin, un domingo libre no me caería mal. Y cuando den los resultados electorales miro hacia el televisor y digo. “Malditos sean, quédense con su sistema. Yo soy mejor que eso. Los odio, viva la anarquía, que se vayan todos”, y coloco unas bocinas en la ventana y pongo a sonar a Desorden Público a todo volumen y corro desnudo por la perimetral y digo que no creo en nada ni en nadie.
b) Voy a votar por Diosdado y le entrego lo que queda del estado Miranda al gobierno central y me termino de joder y me vacilo lo jodido que estoy.
c) Voy a votar por Radonsky y, si gana, no celebro porque no he ganado nada, pero por lo menos creo, decido creer, que las cosas no serán tan mierda como hasta ahora.
Yo escojo la opción “c”.
Ahora, este es el momento en que ustedes sienten condescendencia hacia mí, aquí ya deberían estarme escribiendo un comentario diciéndome “te caíste, pana. Te perdí el respeto”.
Ahora piensen en varias cosas, primero en el epígrafe de éste post: “Políticos Paralíticos” de Desorden Público. Que canción, que arrecha era y a todo volumen a los quince años sonaba brutal, criminal, como dicen los tukys. Ahora pienso en el que la escribió, el tipo que la cantaba: ese tipo está forrándose luego de convertirse en un rebelde de alquiler, un cantante de protesta asalariado, mientras él se forra y se llena los bolsillos de plata cantando canciones de protesta-de-mentiritas, mientras se hace la “caravana de la alegría” con gente como Scarlett Linares, El Escuadrón y otros que siempre cantaban en la plaza Altamira, y hasta el reencuentro de salserín, señores. Yo, y tú, estamos aquí, jodidos. El oportunismo de siempre y nadie dice nada, así que por qué van a decir algo solo porque yo decidí ir a votar.
Sí vale, yo también quisiera que los políticos fueran paralíticos y que se murieran y todo lo demás, pero como la rebelión punk no llegará antes del 23 de noviembre, iré a votar. Es la decisión que he tomado con la madurez que digo no tener, con la racionalidad que detesto. Con todo eso y con más.
Eso sí, cuando la anarquía comience, me avisan. Lo quemamos todo y lo destruimos todo y fusilamos a todos los políticos y construimos un mundo distinto, pero, mientras, no me hagan sentir culpable por haber cambiado de opinión. Porque no puedo tirármelas de arrecho cuando sé que mi estado está a punto de irse a la mierda absoluta, luego de estar en esta mierda relativa en la que hemos estado desde hace rato.
Pienso en los caraqueños, ellos están más jodidos que yo y que los mirandinos (y no sé si han notado que me pongo a mí primero y luego a los demás, porque este es un post egoísta). Los capitalinos tienen que decidir entre Ledezma, un corrupto de mierda, un ejemplo de todo lo que está mal del mundo, un hijo de su putísima madre, un cabrón, un malparío, un mamagüevo, un adeco del coño y Aristóbulo, un lamebotas, un arrastrado, un tipo que dice, con orgullo, que su gobierno consistirá en lamerle el culo al Presidente y entregarle lo que éste solicite. ¡Pobres caraqueños! Que pena con ellos, de verdad, deben elegir entre el Sida y el Cáncer. Claro, no se les olvide, el cáncer se cura, es horrible la quimioterapia y todo lo demás, pero se cura, te quedas sin pelo y sin fuerzas, pero se cura, el Sida no, el Sida te mata o, peor, te deja vivo y a medias, solo durante un tiempo.
Aquí la cosa no es tan dura. Analizo a Capriles: viene de Primero Justicia un partido que me produce acidez estomacal y ganas de vomitar cuando lo oigo nombrar, un partidito de derecha, conservador, medio opuso. Capriles es medio conservador, a veces se le sale lo racista, en Baruta las discotecas aplican un reaccionario “derecho de admisión” y, aunque se ha denunciado mil veces, al alcalde le sabe a ñoña. Capriles no es el candidato que hubiese querido, pero… hay un detalle en torno a Capriles que no me hace tener “esperanzas” ni nada, pero si me hace creer que las cosas serían más, coño, ¿cómo decirlo sin que piensen que soy un idiota?, ¿“potables”, es la palabra? Me refiero a lo que pasó frente a la embajada de Cuba en Venezuela el 12 de abril de 2002.
Yo no sé si lo vieron, a lo mejor no, porque los medios siguen haciendo silencio en torno al tema. Si no lo saben, les cuento. Unos señores muy “cuatriboleados” se aparecieron frente a la embajada de Cuba luego de la [inserte aquí su eufemismo favorito, crisis, golpe, vacío de poder, derrocamiento, renuncia, huída, caída, etc.] del Presidente para celebrar la [] del tirano y exigirle a los “malditos cubanos” que abandonaran el territorio, no sin antes entregar a Diosdado Cabello y a Jesse Chacón qué, supuestamente, estaban asilados allí adentro.
Un, ejem, señor, dijo ante una cámara de Rctv: “Los que están allí adentro, Diosdado Cabello y su combo. Ustedes se van a tener que comer las alfombras, ustedes se van a tener que comer las sillas y las mesas que están allí adentro; porque no les va a entrar comida (sic), no les va a entrar agua (sic), les vamos a cortar la luz (sic) después que vean esta transmisión” y cumplieron su amenaza, no sé si después o antes de que vieran la transmisión.
Otro señor, Ricardo Koesling, abogado, sí el mismo que defendió a Alicia Machado, ese. Alebrestó a un chico de unos quince años para que se clavara de cuerpo entero en el parabrisa de uno de los carros diplomáticos que allí se encontraban.
Otro tipo, Henry López Sisco, también participó de los destrozos.
Y uno más, uno llamado Salvador Romaní, destacado activista del exilio cubano, dijo, respondiendo a la pregunta de una periodista que le preguntó cómo harían para obligar a los que estaban adentro a que salieran: “Pues no les va a entrar comida (sic), van a tener que inventar comida sintética. Lo justo es que nosotros, el exilio cubano, entre y tome la embajada” . Ante el empeño de la periodista que cuestionaba la violencia de la protesta, el señor Salvador dijo: “Bueno, me dijeron, que en la mañana, antes que nosotros llegáramos fueron dañados varios autos” . Lo insólito es que las imágenes lo mostraban a él participando de la destrucción.
Al rato llegó Capriles Radonsky burgomaestre de Baruta. Intentó calmar los ánimos y señaló, claramente, que no permitiría que la embajada fuera asaltada y, de hecho, si la embajada no fue asaltada y allí adentro no ocurrió una desgracia fue gracias a la Policía de Baruta que protegió la sede diplomática, aunque no reprimió a los, ¿cómo los llamamos?, ¿manifestantes, o les decimos hordas?
Tiempo después, cuando el gobierno se olvidó de su llamado al diálogo y comenzó a buscar venganza, Capriles fue arrestado y sometido a un absurdo juicio. Yo esperaba que los arrechitos que estaban ese día destruyendo carros y amenazando con linchar a los diplomáticos cubanos salieran, así de valientes como son, a decir: “MOMENTO. Ese hombre es inocente, el que destruyó esos carros fui yo, el que amenazó con violarse a la esposa del embajador fui yo, el que tenía ganas de obligar a los cubanos a comerse las alfombras fui yo, el que le cortó el cable que suministraba de energía eléctrica a la embajada fui yo. Soy yo, vale. Ese hombre es inocente” Yo esperaba que los tipos dijeran como dicen los padres abnegados cuando sus hijos se enferman “si te tienes que llevar a alguien LLÉVAME A MIIIIIIIIII” . Pero que va, caballero, los maricones esos no aparecieron nunca, la mayoría son los fanfarrones que llaman a la abstención y firman los mediocres comunicados esos que salen en El Nacional bajo el nombre MOVIMIENTO 2D.
En cambio Capriles estuvo allí y, ya sé que me van a decir que Chávez también fue preso, ya lo sé, pero el gesto no se me olvida. No me avergüenza ni acompleja decir que siempre le he tenido cierto respeto a Capriles por eso. Por lo menos no es uno de los tantos opositores que nos invitan a “sacrificarnos” por ellos y luego dicen “¿yo? ¡yo jamás dije eso!”.
Ahora piensa en otra cosa, llevo, contando la palabra “de”, un total de 19883 caracteres con espacio, casi siete hojas tamaño carta a espacio sencillo en letras Times New Roman a 12 puntos. Otra razón para votar es esa, no me gusta vivir en un país donde tengo que disculparme por ejercer un derecho, porque viene la culpa, si votas te sientes culpable porque sientes que al votar estás alimentando al sistema que “odias” o al conflicto del que te crees ajeno. ¿Crees que yo no lo he pensado? “Es que si voto voy a potenciar los cacareos de Ricardo Sánchez y Martha Colomina, es que si voto Miranda se mete en el bolsillo de Primero Justicia, es que si voto me toca marcar la tarjeta del cejón Julio o de Rosales, es que si voto y la oposición gana algunas gobernaciones importantes, Miranda incluida, Globovisión se nos pone más ladilla” . Dime una vaina, ¿crees que eso no era lo que tenía en mente cuando escribí esto? Y no lo borro, como los niños buenos de relectura, porque creo en la honestidad intelectual y porque mis opiniones en ese post siguen siendo las mismas, mis conclusiones no.
Entonces, ¿en que quedamos? En que el mundo es una cagada, en que soy un cobarde y un inconstante y que merezco una buena patada en el culo y que si soy ingenuo y que si soy pajúo. ¿Te molesta que vaya a votar? Bueno, si insistes, te digo donde y a que hora voto para que me esperes a las puertas del centro de votación y cuando me veas saliendo con el meñique teñido de azul me des los coñazos que me merezco por participar.
Quiero creer que algún día no tendremos que elegir lo menos malo sino lo mejor. Pero, por ahora, somos parte de un país mediocre que nos da opciones mediocres para elegir y la opción menos mediocre por estos lados es la de votar por Capriles.
Hay una razón más: A mí no me gusta la oposición pero no te voy a caer a muelas diciéndote que soy neutral, porque eso no es cierto. Como no soy neutral ni soy un insensible al que le sabe a ñoña lo que pase en Venezuela te digo que si algo me ha parecido asqueroso es todo lo que hemos vivido en los últimos días. Desde el “Atentado” a Chávez, pasando por la insólita campaña electoral, la interrupción abusiva y enfermiza de la programación televisiva, el Presidente usando todos los recursos del estado para hacer campaña, un CNE que acepta complacido todos los atropellos, y ahora se agrega un nuevo elemento a todo el circo y es que Chávez habla como Tony Soprano. Cual mafioso, el Presidente de mi país ha dicho que mandará los tanques al estado Carabobo si por allá eligen a Salas Feo, que mandará a prisión a Rosales, y aquí al estado Miranda el hombre ha venido y en un espectáculo realmente patético el tipo agarró un celular y habló con una chupamedias y le dijo: “¿Y tú por quien vas a votar, por Ratonsky?” No sé ustedes pero yo tampoco soy güevón como para quedarme en casa aceptando tantos abusos sin por lo menos intentar algo.
Así que participaré de la conspiración mundial, daré un voto que solo servirá para afianzar al sistema y lo haré, no solo porque no puedo pagar una clínica, sino porque hay otros que tampoco pueden y es egoísta que yo les impida tener un hospital menos mierda solo por un prejuicio o por querer decir que no soy parte del mierdero de la política. Lo soy, vale. Y me llenaré las manos de excrementos el 23 de noviembre, si a alguien le decepciona o no le gusta, mis disculpas, pero que se le hace, así razono yo.
John Manuel Silva