Hay dragones, en Maracay hay dragones y hay mariposas que son porteras de estacionamiento. Maracay tiene calles largas que se vuelven parques que se vuelven olas que se vuelven empanadas operadas que se vuelven un girasol del tamaño de la plaza. En el cementerio de Maracay hoy sonó “Amor Eterno” desde un celular, era una viejita como de 70 rodeada de sus hijas, ella veía hacia la tumba y tarareaba la melodía, yo estaba conociendo otro cementerio, quizás de tanto conocer cementerios escoja uno algún día. Pero el tema es que hay dragones en Maracay que es Sudamérica que es Venezuela que es Maracay hay dragones a los que llaman lagartijas, pero no, aquí no lo saben porque lo olvidaron, como pasa en casi toda la humanidad: en Maracay hay dragones. Dicen que ya no echan candela ¿y quién hecha candela en un país que solo sabe vivir del petróleo? pero para no desviarme del tema –cosa que a esta altura se nota que me fascina, como de hecho es- Ya los dragones de Maracay no echan candela. Tienen una cola larga que usan de látigo, se suben a los árboles porque perdieron las alas hace mucho tiempo entre pelea de dragones y perros, comen pan, porque si algo también tiene Maracay es panaderías y empanadas que aunque la una y la otra a veces uno podría pensar que nada tienen que ver, uno siempre mal pensado claro, en Maracay se corrige y dice: en Maracay hay dragones, panaderías y empanadas. Ahora, no solo grandes dragones son reyes de plazas e islas de tránsito sino que en Maracay hay luz y quién puede esconder la luz, por más que se tape o se encierre la luz que es cosa de dragones, panaderías y empanada, porque quién puede resistirse a comerse una empanada en Maracay y pensar en la luz del mar, el bostezo de los dragones y las panaderías que dicen en neón “Hoy no fío, mañana tampoco” Maracay está lleno de Reyes, duques y princesas, también hay mucho pintor, mucho músico, mucho poeta, mucho chichero, mucho buhonero, mucho mirón, mucho cantante, mucho artesano, mucho “hippie”, hay dragones en Maracay, como en todos lados hay de todo y mariposas, que claro son porteras, portadoras, que miran el mundo pasar, como a un gran estacionamiento de recuerdos, mariposas que viven solo doce segundos y que ven una y otra vez el abrir y cerrar de la puerta de la vida. Ahora más que nunca es tiempo de ver dragones, la guerra tiene la trampa de esconder las cosas trascendentes, es la trampa del miedo, en Maracay hay dragones.