Otro de los argumentos utilizados por el Gobierno para justificar la reelección continua-indefinida-perpetua es «la democracia es respetar el derecho que tiene el pueblo de elegir a una persona todas las veces que quiera» o el más sintético «el pueblo es quien decide».
Nada más dañino para una democracia que el pueblo genere relaciones de dependencia hacia un solo hombre-gobernante. En una democracia real, el Estado es el encargado de construir ciudadanía y los gobernados (nosotros) los encargados de ejercerla. Cuando el Estado acostumbra a su pueblo a necesitar de un solo hombre genera algo totalmente nocivo para la propia vida: una relación de dependencia.
En la naturaleza, los padres lanzan a sus crías fuera del seno materno para que éstas puedan desarrollar sus capacidades por sí solas. En sentido metafórico, en la relación de dependencia que ha creado nuestro Gobierno, el Gobierno le ha cortado las alas a sus crías para que éstas dependan siempre de él.
- El argumento «toda persona debe elegir a quien quiera las veces que quiera» encierra una relación de absoluta y peligrosa dependencia.
- Elimina la capacidad crítica de los ciudadanos.
- Por último, destruye la ciudadanía, convirtiendo a los gobernados de un país en simples súbditos de la voluntad de un solo hombre.
Allí se encuentra el peligro del que hablaba Simón Bolívar en la muy conocida frase: el peligro de que un pueblo se acostumbre a un solo hombre-gobernante está en que el pueblo pierde la libertad de ejercer por sí mismos los derechos políticos, hipotecados a la voluntad del líder en esa relación de dependencia.
El Estado debe formar ciudadanos, no súbditos entregados al señor feudal. El Estado debe acostumbrar a los ciudadanos a valerse por sí mismos, y no a castrarlos en sus derechos y aspiraciones políticas. Porque lo que busca esta reelección continua-indefinida-perpetua es hacer de Venezuela un país de eunucos.
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Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía. Un justo celo es la garantía de la libertad republicana, y nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo magistrado que los ha mandado mucho tiempo, los mande perpetuamente.
Simón Bolívar (Discurso de Angostura)
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