En el nuevo episodio de nuestro sainete tropical llamado «Venezuela», un ridículo caso sobre el cual todos nos deberemos pronunciar (porque así lo requiere el aparato político):
http://www.youtube.com/watch?v=nq8zA6QmGSk
Aquí vemos a alguien «ejerciendo el libre derecho de la libertad de expresión» (sic), al amedrentar a un imbécil como Ravell y llamarlo palangrista. En otra muestra de la elevada discusión política que se lleva a cabo en nuestra ágora, Ravell le responde haciendo alguna referencia ginecológica y maternal, no muy original, antes de pasar a la no menos caduca amenaza de los coñazos.
¿Qué es periodismo en Venezuela? Seguir a un tipo con una cámara e insultarlo. Vaya concepción. Porque aquí desde hace rato se fueron de vacaciones los cerebros, llevándose los periodistas que aparecían con, ¡oh, sorpresa!, datos en la mano, investigaciones, averiguaciones. Entre este bolsa y la gafa que le pregunta a Barreto basándose en rumores y leyendas urbanas, pues el nivel de los periodistas de este país ha alcanzado peldaños subterráneos inauditos.
En el medio, nosotros, la gente que debe escoger entre Ravell y el niño de la gorra, entre un oligofrénico y un mediocre, todo para borrar del mapa lo importante: Que el jefe de Globovisión sea un cerdo es una afirmación baladí. Pero no es gritando insultos a lo Miguel Cabrera contra Jesús Guzmán que se ejerce la libertad de expresión. Eso es lo que falta, que Cabrera diga que él sólo estaba «ejerciendo su libre derecho de libertad de expresión» al ventilar sus sospechas sobre las preferencias del felatio que tiene su homólogo de los leones, en un juego la semana pasada.
Vamos a llegar lejos.