El año pasado anticipamos la caída de Farruco Sesto en el Mini Popo de Cultura, después de ser sustituido por Héctor Soto. Ahora el descenso del arquitecto gallego se hace patente y visible, ante la consolidación de su sucesor en el despacho de cultura, bajo la sombra de la cubanización del sector amparada por el inquilino de Miraflores; pero también, de cara a los últimos episodios acaecidos en el seno de la plataforma cine.
Específicamente, tres fenómenos y sucesos dan cuenta de lo antes dicho, dan cuenta del declive de Farruco en el gremio y de su enfrentamiento con Héctor Soto. Para decirlo claro y raspado, el matrimonio de Farruco Sesto con Héctor Soto acaba de llegar a su fin, a la luz de un puñado de situaciones.
Primero, el ejemplo más obvio del divorcio es la intempestiva salida de la novia y amante de Farruco Sesto en La Villa del Cine, Lorena Almarza, puesta allí a dedo por el galante constructor de futuros elefantes blancos y ruinas de la modernidad roja rojita.
Así, Lorena queda fuera de acción de La Villa del Cine, tras cumplir no sólo una mediocre gestión, sino una indecorosa pasantía administrativa, caracterizada por el clientelismo, el amiguismo, el tráfico de influencias, la distracción de fondos, la corrupción de estado y el despilfarro del erario público, sin contar con el encabezamiento y el respaldo de un proyecto ideologizante de lavado de cerebros, en nombre de la revolución de la conciencia. Delitos e infracciones sin prescripción, tipificados en el derecho internacional. Ojalá, algún día, se haga justicia con ella.
De igual modo, cabe esperarlo del otro protegido de Farruco Sesto expulsado por la maquinaría de Héctor Soto. Me refiero al caso de Juan Carlos Lossada, el verdadero señor de las sombras de la plataforma cine, quien ocupó cada uno de los puestos de jerarquía de nuestra burocracia audiovisual.
El Rey Juan Carlos llegó a figurar en todas las dependencias de la plataforma cine, hasta convertirse en el zar intocable de la industria criolla subsidiada por PDVSA. Por ello, hoy las viudas y dolientes del CNAC lloran la partida de Juan Carlos Lossada, cuyo derrumbe coincide, no por casualidad, con el balance negativo de las películas vernáculas a finales del 2008.
En el mismo sentido, la carrera de Juan Carlos Losada en la plataforma, servirá como testimonio de la nociva influencia del caudillismo y el culto a la personalidad en la organización del poder público.
A propósito, el liderazgo oscurantista de Juan Carlos Losada pasará a la historia por permitir la cacería de brujas, por imponer un régimen tácito de terrorismo laboral, por perseguir a la disidencia, por menoscabar los cimientos de la crítica de cine al destruir espacios de reflexión como la revista “Encuadre”, por apoyar a Farruco en la confección de una lista negra y por ablandar el compromiso político de una época a través de un enorme corsé de censura, tejido con los hilos de la ley de mordaza. En consecuencia, Juan Carlos será tristemente recordado como el senador Hays de nuestro tiempo de sapos, de nuestra era “McCartista”.
Por último, resta señalar el despido del presidente de la Biblioteca Nacional, Fernando Baéz, como la guinda de la torta en la ruptura de Héctor Soto con Farruco.
Fernando, a quien tuvimos la ocasión de entrevistar, irrumpe en la Biblioteca Nacional de la mano de Farruco Sesto, con la misión exclusiva de purificar y depurar a la institución por dentro, despojando a su nómina de cualquier elemento ajeno o contrario al chavismo.
Para ello, se vale del apoyo del colectivo La Piedrita del 23 de enero, sindicado de operar como una banda de choque y de “tomar” pacíficamente las instalaciones de la Biblioteca desde el mes de Noviembre.
Según la página Venezuela Noticia, “Los trabajadores aseguran que con el apoyo del director del instituto, Fernando Báez, el grupo La Piedrita se adueñó de las instalaciones de la institución y actúa contra aquellos que no se identifican con el proceso. El llamado Colectivo La Piedrita, que actúa en el 23 de Enero y que reconoció su autoría en los recientes ataques a Globovisión y El Nuevo País, mantiene virtualmente tomadas las instalaciones del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional, adscrito al Ministerio de la Cultura .Para tales acciones, el grupo cuenta con el apoyo de Fernando Báez, director del referido instituto.Así fue denunciado por un grupo de trabajadores, quienes aseguraron que miembros del Colectivo La Piedrita prácticamente despachan y actúan desde las oficinas de la Biblioteca Nacional, donde realizan actividades de tipo político y de adoctrinamiento, llegando en algunas ocasiones a la violencia contra las personas que no comparten su ideología.Señalan que el grupo posee credenciales que los identifica como investigadores de la Biblioteca Nacional, cuando lo que hacen, además de las actividades que ellos llaman revolucionarias, es custodiar al director, de quien dijeron los informantes que se ausenta del instituto con bastante frecuencia, en completo abandono de sus responsabilidades”.
Paradójicamente,Fernando se hizo famoso por denunciar crimines internacionales contra el patrimonio bibliotecario de la humanidad, como el caso de la destrucción cultural de Bagdad, impulsada por el saqueo de la alianza conservadora Bush-Blair. Por razones del destino, el denunciante alcanza hoy el status de denunciado, por culpa de su deplorable intervención y participación en la Biblioteca Nacional, como promotor indirecto de la intolerancia y el secuestro político de una institución cultural de carácter público.
Por lo demás, Fernando siempre tuvo mala fama, fama de mentiroso y de pragmático. Lo nuevo es descubrir, por defecto, su vena de intelectual forajido protegido por bandas hamponiles y toda clase de malandrines de cartón, cual Juan Barreto en la Alcaldía Mayor rodeado por los “insignes comunicadores comunitarios” de Avila TV. Una pandilla de insultadores de oficio con pretensiones de aprendices de Michael Moore y seguidores de la estela de “CQC”.
Ya quisieran ellos hacer el periodismo irónico e inteligente de Mario Pergolini o de Jorge Lanata en la Argentina.
Sea como sea, culminó la pesadilla de Fernando Báez en la Biblioteca, aunque su huella sigue presente. Y lo mismo aplica con Farruco, luego de ser desplazado por Héctor Soto.
Al respecto, la idea de Farruco era regresar al Ministerio de Cultura. De hecho, él intentó, por un tiempo, continuar ejerciendo el poder en Cultura, mientras fue degradado a la condición de Ministro de Vivienda. Un cargo menos vistoso para su ego y para sus ínfulas de poeta de la revolución.
En efecto, durante un buen tiempo, Farruco dirigió la gestión de Héctor Soto, tras bambalinas. Incluso, las fichas de Farruco le rendían cuentas a él antes que a Héctor Soto, cuya inseguridad y carencia de respaldo político lo hacían depender en extremo de su mentor, Farruco Sesto. Pero como en la historia de Mary Shelley, el autómata Soto terminó por cobrar vida, por su propia cuenta, al margen de los designios de su creador, Farruco Sesto. Y así, el argumento de Frankestien vuelve a repetirse en el Ministerio de Cultura, cuando actualmente Héctor Soto ya se siente con la fuerza moral para aparecer en actos públicos, por el canal ocho, en defensa de la revolución. Algo inconcebible en su modesto y sigiloso proceder al momento de ser designado como responsable de Cultura.Por desgracia y como siempre, el remedio de Héctor Soto lejos de mejorar la enfermedad de Farruco, la tiende a empeorar, en cuanto el primero es la fase superior del segundo.
En resumen, Héctor Soto se le rebeló freudianamente a su padre, Farruco Sesto, al cerrarle todas las puertas de Ministerio de Cultura y al despedirle a varios de sus testaferros más connotados: Lorena, Juan Carlos y Fernando.
Entonces agárrense duro porque ahora sí viene el joropo de Héctor Soto en solitario, por la libre y a discreción de su Comandante en jefe, para quien la cultura es sinónimo restrictivo de publicidad patriótica, kistch autóctono, costumbrismo populista y realismo social. La venas abiertas de la Venezuela heroica desangradas en vivo y directo por la señal de TVES. La manipulación aberrante de la historia en forma de video clip. La amplificación conductista de la estética empobrecida del paseo de Los Próceres. La glorificación del pensamiento único plasmado por la caricatura ingenua de Regulo, reverso perfecto de la decadencia gráfica de Zapata a las órdenes del movimiento 2-D. Las dos caras del secuestro cultural de la nación.