Uno de los aspectos más notables de la idiosincracia venezolana es nuestra vocación empírica, nuestro desprecio absoluto por la educación formal.
El discurso de concesión de Omar Barboza en la madrugada del lunes me dio pena, asco, arrepentimiento. Un deseo rabioso de haber votado en su contra.
Es asombroso que a estas alturas no exista ni un político en la oposición que sea capaz de pensar, en los días antes del referéndum, «Hey, es posible que perdamos. ¡Amiguitos, tenemos que redactar un discurso de concesión!» y contratar a dieciséis publicistas para que redacten un discurso honrado, que prometa futuro, que señale el error, que dibuje un camino. Un discurso que haga que el otro, el que no votó por ti, se sienta culpable.
Pero no.
Ni siquiera «los estudiantes». La concesión de David Smolansky fue una evidencia más de por que hay que graduarse antes de abrir la boca. Un discurso emotivo, si, mejor que el de sus mayores, si. Pero todavía sub-par, todavía menos efectivo que esa retahila chimba de frases hechas, esa imaginería heroica-resentida del presidente.
Luis Ignacio Planas, Julio Borges, Alberto Federico Ravell, Manuel Rosales y otros inútiles menores tenían unas tareas muy específicas: motivar, movilizar, derrotar a la abstención, convencer a esa innegable mayoría chavista. Además, esta vez, con todo y el cuento de que era una pelea desigual, tenían, por primera vez en diez años (¿o cincuenta años?) el beneficio de estar del lado de la opción moral. Se necesitaban unos artistas para perder esta elección.
En una circunstancia laboral, luego de un fracaso similar, estas personas serían obligadas a renunciar (específicamente, serían obligadas a renunciar en Enero, cuando perdieron toda la ventaja que llevaban). En un escenario político, la única salida decente que tienen, la única forma de salvar la vergüenza, es desaparecer. Guiar con el ejemplo.
Porque al final, permítanme, esta es la misma gente que se queja de las maneras del chavismo, que supuestamente lucha con una forma retrógrada de hacer política. Esta es la gente que critica el nepotismo, los conflictos de intereses, la falta de cuentas claras. La corrupción moral.
Pero cuando fallas de manera tan espectacular y nadie te castiga, y todo continúa igual y sales en televisión y dices «ay ¡Qué bello mi país!», estás demostrando que avalas la misma máquina que pretendes destruir. Estás aceptando públicamente que eres un farsante.
Nómbrenme cinco políticos venezolanos con credenciales respetables, cinco, vamos. Los venezolanos no somos idiotas porque mayoritariamente votamos por Chávez. Somos idiotas porque permitimos que una cuerda de amateurs hagan política. Eso es comprensible en países con un componente rural importante. Pero en un país 80% urbano y con educación superior relativamente barata, es inaceptable.
Volviendo a las concesiones, puedo entender que nadie quiera quemarse dándole la cara al país. Pero hace rato llegamos a ese punto en el que hay que ser hombrecitos. Es hora de asumir responsabilidades, buscarse a dos o tres tipos que hayan aprobado el bachillerato, que no vivan de espalda a los barrios, que sepan dar entrevistas bajo presión, que sepan –por Dios– usar un teleprompter. Es hora de ser serios. O al menos, profesionales. Es hora de que la gente preparada tome decisiones.
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Post-post: resulta que Juan Cristobal, en Caracas Chronicles piensa más o menos lo mismo. Somos dos.
Pero fijate que si lo hicieron, pero por mampuesto y siendo ventajistas. Veamos:
ventajistas al colocar al frente de las cámaras de televisión a un grupo de políticos sin fuerza, ni representatividad, ni gracia, ni poder, ni moral alguna, para montar una mala comedia y tratar de vacilarse al pueblo venezolano montando una farsa para crear ilusoriamente un falso estado de ánimo que los hiciera ver a las siete de la noche como posibles ganadores. Un pobre circo. Un paupérrimo show Ventajismo al utilizar a los jóvenes estudiantes como comparsa de un equipo de desquiciados históricos y sempiternos perdedores de la política nacional, para darles cierto brillo y animar sus fantasías. Contando con la mera razón de que los jóvenes representan la vanguardia, el progreso, por una sola condición, estrictamente biológica. Suponiendo que esto les confiere bondad y virtudes. Hipótesis que no pasa de ser una ilusión. Se es joven por una simple razón de la evolución humana. Para completar el cuadro de condiciones para que un joven se haga líder y virtuoso tiene que manejar como mínimo: teorías, conocimientos, experiencias vitales, bases culturales y lectura. Mucha lectura. Mucha reflexión, mucha cercanía con la gente menos aventajada socialmente para que se alimente su sensibilidad social. No creo que la cátedra que dirige, ese que la prensa llama Cabeza de motor o tutorea el pequeño líder obrero de Guayana puedan ser ejemplo. Eso es ventajismo de quienes fungen como “líderes sin programa” y quieren ganar escaños con velamen ajeno. Es ventajismo que se valgan de la energía y fortaleza de los jóvenes para promover solo la violencia como estrategia y luego ellos sacar ventaja y figurar sin exponer nada. Vividores.
Completa y si se puede, totalmente de acuerdo con tu planteo.
Te mandaste tremendo articulo, pero…. hay ciertos detalles que me molestan y creo que hay que sobrepasar para justamente salir de este circulo infernal que es la situacion politica venezolana.
Cuando dices: «Luis Ignacio Planas, Julio Borges, Alberto Federico Ravell, Manuel Rosales y otros inútiles menores tenían unas tareas muy específicas(???): motivar, movilizar, derrotar a la abstención, convencer a esa innegable mayoría chavista (????). Además, esta vez, con todo y el cuento de que era una pelea desigual, tenían, por primera vez en diez años (¿o cincuenta años?) el beneficio de estar del lado de la opción moral. Se necesitaban unos artistas para perder esta elección (????)».
Los (???) corresponden a las preguntas que me hago. Como puedes pretender que esa gentuza, que no tiene un dedo de frente, se plantee tareas especificas: is that a joke or what? Luego, aun mas fuerte se pone la cosa cuando planteas que dichas tareas son tan loables como motivar, movilizar, etc., etc. Y finalmente, no, no creo que se necesitaban unos artistas para perder estas elecciones: se necesitaban los mismos que mencionaste, es decir, unos carajos cuya idea de la politica y del bienestar social son todo lo contrario de lo que deberia ser.
Los estudiantes… ay panita! ese es un tema delicado, porque cuando dices «ni siquiera los estudiantes» pareces no darte cuenta de que mas bien deberias decir «sobretodo los estudaintes», a mi parecer. Pues efectivamente, no solo tendrian que graduarse, si no estudiar de verdad y graduarse como es debido.
En todo caso, te doy toda la razon cuando dices que «Somos idiotas porque permitimos que una cuerda de amateurs hagan política».
Como que tendriamos que lanzar un nuevo partido?
No no, fíjate que yo igual pienso que había un acuerdo tácito de cuáles eran las tareas y quién tenía que hacerlas (o, si quieres hacerle el jueguito a los locos, había un pacto firmado en Puerto Rico). Que sean unos incapaces es otra cosa. Pero las tareas y su especificidad no dejan de existir. :)
Da pena panita. Sigue dando pena días después. Da pena inclusive el silencio cómplice y ensordecedor de los medios, de todos los medios. Inclusive los del estado.
Si lanzas el partido y ganas, ya sabes, póngame donde jaiga. :)
Saludos y gracias por comentar.