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El Paquetazo

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Yo entiendo la rabia de este pana cuando dice que Panfleto Negro se ha convertido en un reducto de corrección política. Aquí hay cada vez más ternura y dulzura, es como si intentáramos ser tan lindos y adorables como el cachorro de la foto. Claro que no son los únicos, en realidad es una estrategia para evadir las horrendas circunstancias que atravesamos: poner una canción de Ricardo Montaner para taponear una realidad más heavy que diez discos de Slipknot, echarle perfume a la mierda o escribir una sentencia de muerte en letra palmer. Así que vamos a hablar del paquete del sábado tratando de eludir cualquier mariquera o corrección. Voy a evitar tirarme un vulgar copy and paste, y si me ponen “irrelevante” no voy a llorar, así que no se preocupen.

La economía venezolana funciona bajo la misma sintomatología de las adicciones. Primero el consumo y la nota, y luego, cuando ya no hay dinero para comprar más merca, se pone fea la cosa. Los venezolanos somos junkies, nuestros Presidente son nuestros jíbaros, y el petróleo es nuestra heroína. Así ha sido y así sigue siendo. Lo del sábado solo ha sido la repetición del ciclo, el síndrome de abstinencia y un intento de rehabilitación.

Como lo definía Joseph Stiglitz hace un par de semanas, el problema es que la de Venezuela sigue siendo una economía frenéticamente rentista que no se diversifica, y al no hacerlo: 1) no surge un sector privado verdaderamente fuerte que genere empleo y crecimiento no-petrolero y 2) hace que los ingresos de la mayoría de nosotros dependan exclusivamente de los ingresos petroleros que, además, no generan mayor ocupación. El empleo verdaderamente masivo viene de la burocracia, del comercio y de los importadores. Últimamente viene también de empresas creadas por el gobierno, empresas que no se sostienen a si mismas ya que al no poseer un mercado para colocar sus productos y tener como único comprador de lo que producen al estado, no generan ingresos. En criollo, son empresas subsidiadas que no se sostienen en el tiempo. Así que cuando se acaba el dinero para financiar burocracia inútil, para subsidiar empresas improductivas, para financiar el consumismo desbocado, e importar productos, el país quiebra al no tener nada más que lo sustente. Para explicarlo mejor, es como si la economía nacional fuera un mantenido al que, cada cierto tiempo —cada vez que pasan los tiempos de crudo a precios astronómicos— se le muere su benefactor.

Con Chávez todo fue igual, repartición a manos llenas y bochinche petrolero durante algunos años cortesía de Bush y la guerra de Irak. A lo largo de estos diez años se ha constituido una élite política y empresarial (bastante mediocre, por cierto), surgida a la sombra del bochinche petrolero. Además, el gobierno de Hugo Chávez utilizó dichos ingresos para hacerse de una estructura de gobierno populista y clientelar basada en subsidios indiscriminados y no sustentables; es decir, subsidios a planes que no se basan en el desarrollo y en promover la independencia de quien los recibe, sino al contrario, en profundizar la pobreza y dependencia del destinatario.

Pero Bush ya no está y los países industrializados ya no están consumiendo tanto petróleo debido a los recortes que han hecho para paliar los efectos de la crisis mundial en sus respectivos países. Adicionalmente, en dichos países se impone una reducción del consumo de energías contaminantes para subyugar las emisiones de gases tóxicos, enfrentar el llamado ‘calentamiento global’ y dejar de destruir la atmósfera. Esto permite presumir que los tiempos de petróleo a 130 dólares han acabado, quizás para no volver o al menos por un buen tiempo, a no ser que algo fuera de lo común ocurra, digamos una guerra de EE.UU. con algún país del Medio Oriente.

¿Cuál es el resultado de todo esto? Pues el desplome del país. Ya no hay dinero y tampoco hay nada de donde agarrarse.

Carlos Andrés Pérez, eh que digo, Hugo Chávez, anunció un grupo de “Medidas Tácticas de Desarrollo” enmarcadas en la nueva “Política Económica Bolivariana (P.E.B.)” Esto es, en criollito, un paquete de ajustes económicos. Luego de la borrachera petrolera, de la repartidera, de la fiesta de nuestros empresarios y banqueros, amén del enriquecimiento a manos llenas de los Diosdados, los Barretos y también los Cisneros se viene el respectivo enratonamiento. Las jaquecas y mareos que hemos sentido en estas primeras horas de resaca no son nada comparado con el vómito que se nos viene encima. Preparados, porque Venezuela se está muriendo de una cirrosis hepática, aunque se nieguen a admitirlo y se empeñen en correr la arruga un poco más.

-El sábado se anunció un crecimiento de la deuda. El Banco Central le ‘prestará’ al gobierno 22.000.000.000 de dólares sacados del encaje financiero, esto es, para el que no lo sepa, el respaldo que da el Banco Central a nuestros depósitos bancarios. A ver si entendieron, para ‘ayudarnos’ el gobierno nos pide prestado, ¿quedó claro?

-El sábado se anunció un incremento del IVA de ‘tan solo 3 puntos’. Lo que implica, que de manera fáctica se devalúa el bolívar fuerte, ya que la subida del IVA aumenta los precios, en especial de alimentos y bebidas que son los rubros que más consumen quienes menos tienen.

-El sábado se anunció un ofensivo aumento del salario mínimo de 20 %, dividido en dos partes de 10 % cada una, lo que significa que no es un aumento de 20 % sino en realidad un aumento de 16 % aproximadamente. Además, si el año pasado la inflación fue del 30 % y este año se calcula que la inflación podría pasar de 40 % pues se hace insuficiente este aumento e implica otra devaluación de hecho, ya que el dinero pierde más y más su valor. Dicho con más simpleza, con más dinero se compra menos. Vale decir que el cálculo inflacionario es extraoficial ya que el Presidente evadió anunciar alguna expectativa inflacionaria durante su larga y tragicómica cadena del sábado.

-El sábado se evito aumentar la gasolina, se evitó devaluar el Bolívar, se evitó anunciar las estimaciones inflacionarias para este año y, en medio de los anuncios, se nos bombardeo con una tramposa clasecita de historia en la que el gobierno fijaba distancia de sus políticas supuestamente socialistas y las políticas neoliberales del pasado. Sin contar las canciones, análisis beisbolísticos, y un largísimo etcétera de payasadas y abuso de la capacidad carismática del Presidente que solo revelaba lo cagao que estaba y el miedo que tenía de decirle al país, en especial a sus seguidores, que la ilusión se había acabado y que pronto habría que sincerar toda esta farsa populista y demagógica.,

Pero dejémonos de engaño. Venezuela va al despeñadero, si es que ya no estamos ahí. Entre otras cosas porque las medidas anunciadas no van dirigidas a resolver el problema de fondo que no es otro que el de tener una economía subsidiada por el gigantesco estado rentista. Al contrario, el paquete del sábado va dirigido a cubrir los huecos fiscales a costa de los venezolanos que ahora pagaremos más impuestos, reduciremos nuestros salarios y pondremos en riesgo nuestros respaldos financieros para financiar las políticas erradas del gobierno.

Las medidas del sábado no generarán crecimiento económico ni generarán más empleo. Solo servirán como muro de contención durante un tiempo, pero a la larga habrá que terminar de sincerar el gasto y decirle la verdad al país: ¡esto no se sostiene!

Lo diferente en esta ocasión es el abuso de la discurseadera, el estilo en el que se nos anunció un paquete similar al de Miguel Rodríguez. Ya no es paquete sino pebquete, ya no son ajustes económicos sino medidas tácticas, e imagino que si finalmente deciden devaluar la moneda lo llamarán reducción de la inflación ficticia de la moneda imperial hecha por la CIA, blah, blah, blah.

Pero la muerte es muerte y la mierda es mierda. Venezuela está muerta y huele a mierda.

Chávez cree que a punta de carisma podrá tapar la tétrica realidad, pero los conflictos en el sector magisterial, sector salud, sector sindical, y en las industrias básicas, nos hace pensar que los tiempos en que el carisma del Presidente todo lo arreglaba se han terminado.

Claro que la culpa no es solo del gobierno. Es nuestra, y cuando digo nuestra no estoy asumiendo el clasista discurso de las encopetadas del cafetal, me refiero a los sofismas de la clase media del tipo: “los pobres están con el gobierno porque les pagan para ir a marchar y les dan bolsitas de comida”. NO.

Nada de eso. Cuando digo “todos” me refiero a las camionetotas que inundan las calles de caracas gracias a nuestra magnífica gasolina subsidiada, a los especuladores que te venden dólares a siete mil bolos, a los pavitos con sus carros nuevos producto del plan ‘Venezuela Móvil’, a los empresarios que se aprovechan del control de cambio y la improductividad para montar importadoras fantasmas que obtienen subsidios para traer basura tecnológica y vendérnosla a veinte veces de su valor real. La gran paradoja de la clase media/alta es oponerse al gobierno y vivir de su piñata económica.

En Venezuela un ipod vale treinta veces más de lo que debería, las ferias de los centros comerciales parecen chiqueros donde se engullen hamburguesas por miles a precios abusivos, en el Sambil un fucking blue jean te puede costar un millón de bolívares, nos aterra vestir una franela de sesenta lucas o andar en camioneticas. Así que no se quejen, estimadísimos amigos. A la clase media venezolana también le gusta vivir del paternalismo. Vamos a ver a los bastris, R.E.M., vamos a ver a Aerosmith y paguemos una estrambótica entrada aunque no tengamos donde caernos muertos, aunque estemos jodidos, hagámoslo para no perder el glamour y la clase, antes muerto que sencillo. Sin ir muy lejos, Titina Penzini declaraba en un espantoso programa de Globovisión, que ser orfebre, ser chef y ser DJ son las tres profesiones más ‘exitosas’ de Venezuela.

Nos quieren hacer ver que todo está bien. Nuestras librerías están atapuzadas de mediocres libros que en la misma portada nos dicen que quieren que seamos ricos, felices, delgados, sonrientes, etc. La televisión ha dejado de lado la denuncia y la crítica y ahora la regla la marca la promoción de la sifrinería y un histérico consumismo, ahí tienen a Isa T.K.M., Somos tu y yo, Nuestra belleza latina. Vayan al teatro y tripeense a Daniel Sarcos, Luis Fernández y (pronto) a Luis Chataing regodeándose en sus egos, echándonoslos cuentos de sus ‘éxitos’ y soltando mensajitos aleccionadores para que ‘sus sueños se hagan realidad igual que los míos’. En librerías se encuentran los consejitos obvios de Cesar Landaeta, las reflexiones baratas de Adriana Pedroza, los cuenticos babosos de RBC, y cualquier pedacito de literatura de evasión con la rúbrica de alguno de nuestros ‘jóvenes valores literarios’y allá también te encuentras la colección de chistes malos de Chataing o la pedanterías 2.0 de Fernández. El cine nacional salió del barrio y la pobreza, se fue de las cárceles, ya nadie es un delincuente, nadie huele pega, no hay sicarios, los secuestros express están prohibidos y la pauta la marcan los perros corazones, los romances de chef venezolanas con chef gringos, por ahí viene César Oropeza con una peli protagonizada por Chino y Nacho, y la villa del cine se nos viene con más épicas históricas, Bobes, Zamora, Bolívar y cualquier otro evento o personaje histórico que le permita a los valientes cineastas venezolanos seguirse llenando con cintas light para toda la familia. La música no sale de los ochenta, desde el cursi de Roque con su complejo de Franco de Vita, pasando por Hany Kauam y sus cancioncitas dedicadas a mamá en su día, o el aterrador regreso de Servando y Florentino ahora enfundados de rojo, atravesando el mapa de roqueros de alquiler que no se bajan de las tarimas montadas por Alcaldes (rojos o no) que usan los dineros públicos para festejar la feria de yonosequien, y llegando al movimiento sifrino-electrónico caraqueño de djs puki-puki y chamitos fashion, nadie se atreve, todo se reduce a una impostura, mira lo malote que soy porque me disfrazo de Don Omar, mira lo cool que soy porque bailo con la música de Tiesto, mírame como imito a Green Day mientras canto frente a un pendón enorme que dice “Tarek Gobernador”, soy un punketo de Centro Comercial, un metalero de Ferias Patronales, un trovador de alquiler, estoy contra el sistema y por eso canto en un evento del gobierno. Ser cool es un negocio y cuesta carísimo, y más te vale que pagues para serlo porque el que no va a los conciertos con entradas a setecientos mil bolos no está en nada. Huy, lástima que Venezuela fue eliminada del clásico mundial de béisbol, porque si hubiéramos ganado, ¿se imaginan?, el desfile con Maglio a la cabeza saludando a los emocionados fanáticos y la repartidera gratis de cerveza, ¿Polar®?

Así que aquí el gobierno se encuentra con una mano adelante y una atrás, sin recursos porque se los han comido/robado/regalado, entonces llega la hora de los ajustes e insólitamente nadie quiere hablar de las causas. Nadie es capaz de un acto de inflexión, más bien, por estos lares, algunos quieren que regresen los tiempos de repartición a manos llenas. De ahí que a la oposición le cueste articular una propuesta alternativa. En el fondo los ¿líderes? de oposición saben que no pueden promover ningún plan alternativo de gobierno basado, por ejemplo, en la mesura fiscal, ya que los primeros en oponerse a él serían los rumberos del San Ignacio que se gastan un millón de bolívares en una sola noche.

El sábado el gobierno anunció como piensa clavarle al país el plátano más bonito que han cosechado. Vamos a dejarnos de mentiras, los años que se nos vienen encima son oscurísimos y horrendos, más pobreza, desempleo, conflictos laborales y desabastecimiento se perfilan en el horizonte. En paralelo tácticas para distraer la atención, como la patraña del juicio a Rosales o cualquier otro circo que se monte en los meses por venir. Adicionalmente el gobierno expropia empresas y empieza su estrategia de propaganda. Y es que toda la política de expropiaciones que hemos visto en las últimas semanas no responde a “la ideología comunista del rrrrrrrrrééééééééééégimen”, responde más bien a una calculada estrategia dirigida a preparar el terreno para los conflictos que se nos vienen encima. Ya casi puedo ver al Presidente decir que los efectos de la crisis, el desempleo y demás son culpa de los ‘malvados empresarios y saboteadores de la oposición’, Chávez le teme a una crisis que lo eche del poder similar a la crisis que lo puso en el cargo, así que cree que podrá dirigir la arrechera colectiva contra los privados. Pero creo que se equivoca, este petardo le va a estallar en la cara. Nota: Y que conste que a mí no me gusta ser futurista y andar prediciéndole el final a nadie.

Quizás a sabiendas de que el país está mal y va para peor es que nos lanzan tanto optimismo en la cara, de pronto es una opción resignada ante la evidencia de que Venezuela es un país sin solución a la vista, un país que si no es capaz de revisar el por qué hemos llegado a esta situación no saldrá del foso donde está.

Esto lo digo para curarme en salud ante los previsibles comentarios que dejarán por aquí para decir güevonadas como “escribes eso porque estás resentido”, blah, blah, blah.

¿Saben qué? ¡Tienen razón, estoy delirando! Aquí todo está bien. Aquí les dejo un poco más de felicidad y optimismo.

El momento Kodak de la noche: Apenas terminó la cadena el canal ocho hizo un pase al Cuartel San Carlos donde estaban un grupo de jaladores oficialistas ‘celebrando’ las medidas tomadas por el gobierno.

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