Había jurado firmemente que nunca más tocaría el tema religioso en este blog.
En primer lugar, porque no me quiero poner monotemático o repetitivo, y a veces siento que giro muchas veces sobre la misma idea. Admito, que debe ser fastidioso meterse aquí para leer las mismas quejas de siempre, así que me autocensuré algunos temas para que la lectura de este espacio no se convierta en algo predecible.
En segundo lugar, creo que una vez me tuve que detener a reflexionar si estaba haciendo lo que criticaba. A veces, el ateismo, el laicismo, el nihilismo y todos los otros ismos que practican quienes están desencantados del mundo son igual de reaccionarios, intolerantes y represivos como los ismos que decimos criticar. Esto lo aprendí, sobre todo, gracias a una discusión que se dio el año pasado en PN sobre la visita del papa a EE.UU.
Dicho de otro modo, y robándome las palabras de un pana que una vez me preguntó: ¿Chamo, por qué si de verdad crees en la libertad y en el liberalismo sales a censurar a los católicos y a decirles que no saben como vivir sus vidas, no es eso lo mismo que combates?
En Europa, por ejemplo, se están haciendo prohibiciones que rayan en lo intolerante: en Francia las mujeres musulmanas no pueden llevar el velo y los jóvenes cristianos no pueden usar crucifijo, lo que es, intrínsecamente, igual de repugnante a que en Afganistán te obliguen a llevar la barba larga.
Debemos entender, en palabras de Christiane Amanpour, que “el problema no son las religiones per se, después de todo la mayoría de los habitantes del planeta profesan una, como si de una necesidad se tratara, eso no tiene nada de malo, el problema, radica en que los líderes de estas religiones que han conducido, manipulado y adoctrinado a sus fieles con los resultados que observamos hoy,”
Debemos entender también que no podemos imponerles nuestras creencias (ateas, cristianas, etc.) a los demás, ya que no poseemos un oráculo que nos de la certeza de que lo que pensamos es la verdad.
Esta es, por cierto, la base del verdadero laicismo: la necesidad de crear un espacio de tolerancia para que nadie te imponga una creencia, sino que tú, con libertad, puedas decidir la fe que quieres profesar. No se tata de antireligiosidad, sino de hacer del estado algo no-religioso para que los ciudadanos puedan ejercer su libertad religiosa.
Así que, como ven, decidí abstenerme de escribir sobre religiones en el entendido que muchos de ustedes, mis (cada vez más) escasos lectores, profesan una fe determinada y yo no tengo derecho a cuestionarles.
Sin embargo, esta semana la he pasado muy mal por culpa de una religión.
No les voy a describir la situación, solo diré qué, nuevamente, la religión se hace presente en mi vida para arruinarme los planes y joderme la paciencia un rato. Esta semana se me ha despertado el intolerante que vive en mí y me ha hecho recordar porqué desprecio tanto las creencias religiosas, por qué considero que las religiones son el veneno del mundo y la primera causa de división, guerra y odio en el planeta.
Esta semana se me ha acabado la tolerancia religiosa y he vuelto a mi reaccionarismo más patético, he tenido ganas de quemar iglesias y agarrar al papa a patadas. Y eso no es bueno.
Claro que no lo es. Si algo admiro del ateismo es la paz con que se ejerce, el respeto y tolerancia que te da el ser ateo no lo consigues en ninguna parte. Aún así, hoy no me siento tolerante, no me siento pacífico, estoy molesto.
Frustración, quizás sea una mejor definición de lo que siento.
Es como si no pudiera escapar de ellos: están allí. En la avenida predicando sus porquerías e interrumpiendo mi dulce espera de la camionetica de rigor. Tocan a mi puertas los Testigos de Jehová y me tratan de vender los atalayas y despertares. Busco información sobre la gripe porcina y se aparecen en mi buscador de Google® diciéndome que la mentada gripe es un castigo de Dios. Están en la radio, tienen yo no sé cuantas bandas en su poder, como la mitad de la radio AM está en manos de esos carajos. Están en la televisión escupiéndome que si me voy con ellos, pronto, tendré un carro nuevo del año (es en serio, vean los horrorosos programas que pasan en televisión abierta a medianoche). Me cambio al cable y también están allí, cuando no caigo EWTN, caigo en TV Familia, o en Enlace TBN, o en Fox News. Y francamente estoy cansado.
Lo peor es que se han llevado a una persona maravillosa. Esto es otra cosa, las personas que más aprecio y respeto terminan en manos de la religión. Estos tipos siempre tienen una suerte enorme al poder llevarse a las personas que más aprecio. Se llevaron al guitarrista de Korn y al maestro Juan Luis Guerra. En lo personal, se llevaron a uno de mis mejores amigos de la infancia, y ahora se llevaron a una chica maravillosa a la que quien sabe cuantos complejos le habrán metido en la cabeza.
La iglesia es algo que desprecio, y me da tristeza decirlo porque tengo amigos religiosos. A veces me provoca irme a aun paraíso liberal, Holanda, por ejemplo, un país de esos donde nos e va a misa todos los domingo y donde uno no tiene que aprender a convivir con la ridiculez religiosa-ignorante de la mayoría de tus compatriotas.
Siempre que veo a los homosexuales, mujeres, negros, indígenas y demás seres discriminados por la iglesia metidos, vaya paradoja, en una iglesia, solo puedo preguntarme, ¿cómo es posible que las religiones no sufran ni les pase nada a pesar de todo el daño que le han hecho a este mundito nuestro?
En fin, esta iba a ser una nota agradable, pero no lo fue, no me sale…
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