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Kiko Amat y lo que no hablamos en Revolution Blogger

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Torres, Parra, Amat, Pratt, Campos

Puesta en escena: El curador del más completo catálogo de narrativa venezolana, el editor del blog que acompaña a una naciente revista impresa, un escritor-melómano, fenotípicamente punk rocker, y este servidor, sin mérito literario comparable, con sus lentecitos.

Previo a la cita, Héctor Torres y yo habíamos concluido que, fuese quien fuese, por descarte nosotros encarnaríamos los extremos opuestos de una discusión sobre la publicación digital. Héctor es pro-difusión, cree en el trabajo tradicional del editor/curador, yo en cambio, soy ex-editor de panfletonegro.

Pero cuando Leo Felipe Campos, moderador, of platanoverde fame, presentó a Kiko Amat como un «Blogger escéptico», sospeché que Héctor y yo estábamos más cerca de lo que pensábamos, y que esa noche nunca íbamos a hablar sobre literatura en Internet.

Con la primera pregunta, tuve el desatino de sugerir que la masificación de Twitter y el uso «correcto» de los blogs, podrían llevarnos a la adopción de formas breves de literatura. Para terminar el viejo uno-dos, tuve el atrevimiento de de alabar la perseverancia de Hernán Casciari, quien, juicios de valor aparte y a diferencia de mi, es la sensación de Corrientes, con una obra basada en lo que escribió en uno de sus blogs.

Lo que sucedió a continuación fue una conversación digna de 1.999, cuando la Internet era algo en lo que uno «se metía» o por donde uno «navegaba». Cuando la Internet daba un poquito de miedo y la gente no sabía dónde quedaba la @.

Los argumentos más duros de Kiko Amat y Jesús Ernesto Parra giraron en torno a la publicación en papel, debidamente editada, como vehículo necesario para la transmisión del conocimiento; el encierro y la introspección como generador del arte genuino, la similitud del blog con el reality show, y la concepción del blog y otras tecnologías pre-web social como «accesorios» al trabajo del escritor.

En un momento estelar, Amat asomó que cuando pensaba en blogs, se le venía a la cabeza el proverbial nerd en pijamas, sin amigos, frente a la computadora. Quizás una de las imágenes más repetitivamente usada por la derecha norteamericana para preservar las entidades de control sobre la sociedad industrializada.

Minutos después, Kiko Amat remató al arco sugiriendo que, al igual que con el CD y otros medios nacidos y muertos durante nuestra vida, las corporaciones nos han vendido la Internet como lo máximo, cuando en realidad puede que no sea así. «Las corporaciones modelando la Internet», un retrato tan descabellado y paranoico como inexacto, digno de montar.

Entendí justo ahí que en 2009, en un mundo conectado y dominado por ciertas ideas progresistas, la actitud punk es ser de derechas, estar en contra de los espacios libertarios, y promover la destrucción de árboles para publicar adornos de biblioteca.
(¿Votar Bush/Cheney? ¿Ajusticiar Paquis? ¿Apoyar regímenes militaristas en América Latina?)

Allí entendí que esa batalla estaba perdida. Por regla personal, trato de no discutir con los fundamentalistas del libro, porque en el fondo es argumentar contra la Biblia y el Corán, históricamente una causa inútil. Así que callé para disfrutar de una disertación me hizo sentir como si estuviese discutiendo un reality show con unos productores de teatro clásico.

Yo también quisiera vivir en un mundo donde los realities no son la norma, un mundo donde Coelho no vende cien mil libros diarios. Pero también me gustaría vivir en este siglo. Querámoslo o no, si quieres que te lea alguien más que tu mamá y las momias de la crítica, hay que enterarse dónde queda el interruptor de encendido, y cómo se sostiene un ratón.
(y por favor, no usar en público la palabra «navegar» ¡Qué vergüenza!)

La razón de por qué pocas personas pueden entender la prueba del teorema de los monos infinitos de Borel, es que la concepción del infinito no es para todos. Lo mismo sucede con la publicación en línea: pocas personas sin educación formal en estadística pueden imaginar el efecto de decenas de millones de mentes trabajando en el mismo medio, de manera cuasi-aleatoria.

Propongo entonces, para una futura discusión, nuevos puntos de partida:

  1. Los blogs existen, y como «fenómeno» tuvieron su apogeo en 2005, hace ya mucho tiempo.
  2. Los blogs también son un vehículo para la distribución de conocimiento, y ¿por qué no? literatura.
  3. Como todo soporte para la difusión, los blogs sufren de problemas de control de calidad.

Una vez que asumamos esas premisas, podríamos entrar en temas pertinentes al año 2007 (porque no quisiéramos pecar de arrogantes y atrevernos a sugerir algo relevante para 2009):

Para cerrar, quisiera celebrar la iniciativa de Leo Felipe Campos y agradecer su invitación. En Caracas hay gente mucho más dura, que puede hablar con mejor coherencia sobre el tema y fue una gentileza extrema de su parte haber pensando que yo podía aportar a la discusión. Quisiera también reivindicar a esos encapuchados, bloggers, twitteros y nerds en pijamas que rabiaron en silencio en el público. Existe una posibilidad real de que el tiempo legitime su oficio. Lamento no haber defendido mejor su causa.

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