Hay un prejuicio extendido en todo el mundo, repetido por sofistas de ultraizquierda y ultraderecha: la televisión embrutece a las personas y solo los débiles mentales ven tele. En pleno Siglo XXI todavía hay gente que cree que ver televisión es algo de gente tonta y poco cultivada.
En Venezuela, durante muchos años, se formaron varios grupos de ‘intelectuales’ e ‘investigadores’ que hicieron de su telefobia su leit motiv y su modus vivendi.
A lo largo de los años los oímos referirse a la televisión como el embobador colectivo, como una cajita que, a través de sus ondas hertzianas, transmitía basura para alienar a la gente. También los escuchamos hablar de “la necesidad histórica de crear una televisión cultural, educativa, que no acabe con nuestros valores y que rescate las tradiciones populares que tan afectadas están con esos dibujos animados, y esos programas llenos de sexo, violencia y puro atraso, mijo.” (el entrecomillado es bueno leerlo con voz de vieja reumática)
Para ellos hacer televisión era más fácil que pelar mandarinas (expresión folklórica cortesía de Perucho Conde), era simple, es decir, ¿qué tan difícil es llenar 24 horas con programación de calidad? Una papaya!!!
Y llegó el día, cerraron RCTV, le robaron los equipos y, luego de media hora de una pantalla en blanco, apareció aquello: La gama más aburrida de arcaicos y ridículos estereotipos, un ex basquetbolista echando discursos, unos títeres, una rumbita roja-rojita…
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No me acuerdo quién lo dijo, pero sí sé que hubo alguien que celebró el surgimiento de Tves, porque, en sus palabras, “ahora sí van a saber estos imbéciles ‘antitelevisión’ la enorme diferencia que hay entre hablar paja contra la televisión y escribir 200 capítulos de una hora, producirlos, y ponerlos al aire en tiempo record”.
Y no le faltaba razón al pana. Ahí tienen, Tves, un fracaso contundente.
Los ‘teóricos de la comunicación’, se han estrellado contra la pantalla plana de la mediocridad. Tves es una oda al aburrimiento, al atraso y a la estupidez. He aquí una pequeña galería de la decadencia:
1) Los inmamables programas ‘culturales’, en los que podemos ver un plano secuencia de 30 minutos con una vieja preparando queso de mano en yo no se cual pueblito.
2) Un programa con Eduardo Franco que se llamaba Sopa, Seco y Jugo y en el que vimos cosas tan geniales cómo la receta para preparar un sándwich y la fórmula para hacer un jugo de guayaba.
3) Los musicales de Paul Gillman, cantando su éxito Bush es Lucifer. :)
4) Un par de telenovelas. La primera, Los Chicos de la Calle de Enfrente (o algo así), que era una especie de versión bolivariana de High School Musical, con negrito afro incluido.
5) La segunda, Caramelo e’ Chocolate, una novelita racista, paradójicamente vendida como una novela antirracista, que nos mostraba a la pobre y negra Micaela (La super mami, Brenda Hanst) que era legitimada por el amor de Juan D’Amici (Giancarlo Pasqualotto), un chico clase media-alta con el corazón abierto a la multiculturalidad; en el ínterin de tan reaccionario planteamiento tenemos a una catira-doña altamira style que deja de ser racista luego de que un negro fornido “la hace suya” y le enseña que los negros bien dotados no merecen ser discriminados.
Permítanme la exégesis: Yo no sé si es que la manada de ‘pensadores socialistas’ que asesoran a los encargados de la programación de Tves no le dicen a los escribidores de tan desacertados planteamientos, que lejos de ser revolucionaria, la idea de que los negros y los blancos nos vamos a reconciliar teniendo sexo es, además de reaccionaria, machista y retrógrada, profundamente racista y conservadora. Ya teníamos suficiente con Oscar Lucién quién, a finales de los noventa, nos entregó una asquerosa peliculita que tenía implícito el mismo mensaje.
6) Películas, quizás el único apartado en el que Tves no sale completamente raspada. Sí, se nota la intención de poner cintas ‘alternativas’. Desde un ciclo de Woody Allen, pasando por una selección de buenas cintas sobre la Semana Santa, unas cuantas cintas venezolanas (por cierto, hechas con dinero del estado en épocas de la cuarta y dirigidas por quienes hoy dicen: ¿adeco, yo? ¡Jamás!), y terminando con el actual menú de cintas que colocan para ‘celebrar los dos años de la televisión social’.
Pero, como esta gente es conservadora, le teme al sexo a las drogas y al rock and roll. Así que transmitieron La Última Tentación de Cristo (1988) sin las escenas de sexo. Transmiten las cintas criollas, sin groserías, sin desnudos, y cortando las partes en que aparece Orlando Urdaneta o cualquier otro escuálido. Pasan Al Otro Lado del Corazón (1992) y le quitan las escenas de desnudos. Ponen La Misión (1986) de Roland Joffré, y casi ni se escucha, hay partes donde no se ve nada y el VHS en el que la están rodando (es más, yo juraría que es un Betamax) hace que la cinta se pegue a cada rato. Ah, porque esa es otra: los tipos son tan balurdos que ni se molestaron en buscar DVDS originales de las películas, con versiones remasterizadas y con doblajes decentes. No, los carajos ponen esas películas de hace 20 años, con doblaje hecho en España por los mismos que hicieron la voz en español de La Novicia Rebelde (1965), cuando la transmitía Venevisión.
7) El noticiero, o mejor dicho, los cortes noticiosos, son un calco, mal hecho, del noticiero de VTV, pero sin los senos exorbitantes de Tania Díaz o el cinismo de Emma Carolina Agurto.
8) ¿Y la sección deportiva? Bueno, además de la ya conocida vocación de historiadores que tienen algunos narradores del canal. Debo mencionar las transmisiones del fútbol nacional, con una calidad de imagen y sonido que parece que están emitiendo la señal desde las islas Fiji y no desde el estadio Brigido Iriarte, que está ahí mismito en el paraíso.
9) Tves tuvo un amague con el humor. Una aburrida réplica a La Rochela, hecha a los trancazos y con el reciclaje de actores de RCTV y Televén, amén dela presencia de Carolina Gómez Ávila. Vale mencionar que la ratada que le hicieron a Pedro ‘El Gato’ Soto y Nelson Paredes no tiene nombre. A los panas, luego de exhibirlos cual animales de circo en la Asamblea Nacional, los botaron ¿cómo unos perros? Por haber exhibido a ‘personajes travestidos’, como decía el comunicado del canal.
10) Desde luego, sobra hablar del oportunista de Esteban Trapiello y su ‘ventilador’ de denuncias contra el canal cuya lastimoso surgimiento celebró.
Y hasta aquí lo dejo. Seguramente podría ampliarse esta galería decadente, sé que se me pasan muchas cosas, pero por ahora, es suficiente con esta modesta colección de despropósitos para ‘conmemorar’ los dos años del cierre de RCTV y de la inauguración de Tves. Lo importante es resaltar un hecho: La razón por la que el gobierno ha fracasado en todos sus intentos de hacer televisión es simple, no se puede hacer algo que se detesta y desconoce.
Algo tan simple y obvio como eso parecer incomprensible para aquellos que siguen creyendo que Daniel Sarcos tiene el poder de culturizarnos o volvernos más imbéciles.
Coda:
Mi personaje favorito de Tves es Daniel Siugza, una suerte de versión chavista de Gustavo El Chunior.
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