La sociedad del espectáculo globalizada y la reducción del hombre a la satisfacción consumista inmediata produjo esta semana una joya semántica en Venezuela: La llegada del escritor peruano Mario Vargas Llosa al país y la inevitable confrontación entre dos bandos irreconciliables, a saber, los dos canales propagandísticos, verticales y acartonados del país.
Semiología for dummies: Cómo reducir un episodio cargado de significado(s) a la simple pelea infantil de dos periodistas y los canales de televisión que representan. Hablamos, por supuesto, del enfrentamiento entre unas tales Beatriz Adrián, de Globovisión, y Erika Ortega, de VTV, en el aeropuerto devenido mosh pit de Slipknot ante la aparición del intelectual peruano.
http://www.youtube.com/watch?v=cl8JD0iDn8s
Ahora bien, no me interesa quién empujó a quién: El juego autista de pilón en el cual se enfrasca esta gente, es decir, el que ponga la mano en la mesa más rápido y diga «libertad de expresión», gana; será trabajado con saña en todos los blogs y páginas amarillistas del país, igual que Fox News propone debates larguísimos sobre el perro de Obama («Bo», para los que no están en nada).
Es indudable que nos movemos hacia la people-ización de todos los aspectos de la vida humana. Nuestra existencia ha quedado reducida a una compilación de eventos exitosos, una épica personal que sólo busca crear ondas de eco en todos los medios digitales en los cuales nos erigiremos como famosos. Seremos célebres. Todo el mundo sabrá quién somos. Este objetivo pragmático obnubila toda consideración sobre qué es ser famoso, qué es tener talento, qué significa crear imágenes e íconos con valor en la ciberesfera. Pensar, en nuestra era del acceso, tiene un gran defecto: Nos hace perder tiempo (esto lo afirmaba Lyotard hace décadas, en «la postmodernidad explicada a los niños»).
Entonces, golpes de pecho superados, eyaculación precoz y autista realizada en los foros de Noticiero Digital y YVKE Mundial, permítanme hacer un solo comentario sobre las imágenes vistas supra.
Me sorprende sobremanera, en primer lugar, la actitud sesgada, insultante y completamente inútil del periodista de Ávila TV que también aparece en el video. Corríjanme si me equivoco, pero cuando uno va a realizar una pregunta o recibir a quien sea con el respaldo de unos medios de comunicación, el espectador espera que se utilice esa vitrina pública y social para vehicular ideas un poco más inteligentes que, «Gracias, señor Vargas Llosa, por venir a darle directivas golpistas a la oposición que ya no sabe qué hacer» (minuto 1’04, parafraseado por mí). Eso, seguido de la joya, tartaleta de fresa con crema, daiquiri en la playa, donde el periodista acusa a Vargas Llosa valiéndose de las propias armas que denuncia en el peruano: «Esperamos que insultes a los Presidentes y les digas la verdad en su cara» (3’33»). Esperamos entonces que Ávila TV siga por el país insultando entrevistados, haciendo perder el tiempo a todo el mundo y utilizando los recursos públicos para ello.
Pero lo que más perplejo me deja, como italiano leyendo un menú que ofrece Pizza Hawaiana, es la actitud de Erika Ortega (nota al margen: No escuché ni vi a la señora Adrián haciendo ningún esfuerzo por preguntar nada. Es más, todavía no estoy convencido de que la señora Adrián haya estado allí. ¿No sería más bien una pancarta sonriente de la periodista lo que seguía a Vargas Llosa? ¿Una muñeca inflable? ¿Un muñequito Sims agregado por simulación digital?). Me explico: Los que sigan el video con un mínimo de seriedad y tratando de obviar la pelea estilo Chavo del ocho versus Kico, podrán percatarse de que la señora Ortega sólo pretendía hacer una pregunta al profesor Llosa, pregunta que fue pospuesta en varias ocasiones por la ____ [rellene el espacio en blanco: (1) Pagada por la CIA, (2) golpista, (3) traidora a la patria; (a) Demócrata, (b) valiente, (c) admirable] periodista de Globovisión.
¡Una pregunta a Vargas Llosa! ¿No es esto una oportunidad espléndida? ¿Qué más puede esperar un guerrillero intelectual que recibir cobertura mediática y abrir la boca para derrumbar todo el sistema ideológico con una pregunta?
Finalmente, hacia el minuto cuatro del video colgado arriba y después de luchar contra la conspiración mediática internacional que le impedía acercarse al peruano, la señora Ortega lanza su bala: «Señor Vargas Llosa, quisiéramos saber: ¿Usted en España podría hacer declaraciones en contra del gobierno español?» (3’54»).
Rolling al pitcher.
Ahora bien, los que leen este blog saben que pertenezco a la vieja y anacrónica escuela ésa que cree que antes de hablar hay que pensar, sobre todo en el plano laboral. Permítanme entonces esta digresión de soñador idealista: La señora Ortega, ¿lee los artículos de prensa de Vargas Llosa? Y si los lee, ¿los entiende? Para ella las críticas virulentas que hace el peruano hacia ese gobierno y tantos más, ¿no califica de «declaraciones contra el gobierno»? ¿Ella de verdad cree que Vargas Llosa sería echado de España por criticar a Zapatero?
Dejemos en claro dos cosas: Lo sintomático de este video y su recepción amarillista en los foros de Venezuela como diagnóstico de un mal mayor ligado a la circulación de la información y las imágenes en Venezuela; y lo preocupante y bochornoso de la aterradora idea según la cual la propia señora Ortega no tiene la más mínima idea de lo que es la libertad de expresión, en qué consiste y qué es una «crítica», para qué sirve y por qué es importante que exista en la esfera pública.