Los angelitos de la meca se volvieron a salir con la suya, al invocar y despertar a los demonios de la intolerancia, la propaganda, el escándalo y el fanatismo religioso, para beneficio de la gigantesca campaña de mercadeo de la secuela del Código Da Vinci, también basada en la obra homónima redactada por la pluma del rey midas de la literatura best seller, Dan Brown, amado y odiado a partes iguales por sus fantasías conspirativas.
En cualquier caso, no vale la pena alarmarse demasiado por el contenido sensacionalista de la nueva película de Ron Howard y Tom Hanks, pues el guión lejos de satanizar la imagen de la iglesia, acaba por reforzarla de cara a una supuesta teoría de complot, donde la secta de los Illuminati amenaza con devastar los cimientos del vaticano. Sin embargo y por segunda vez, la franquicia contará con la astucia del chapulinesco Robert Langdmon, quien regresará con su capa de superhombre hollywoodense para salvar a los buenos de las garras de los terroristas malucos.
En descargo de la pieza, el realizador tiene la madurez y la conciencia de aprovechar el guión original como excusa y como pretexto para arrojar una mirada cínica y escéptica a la cúpula del Vaticano posmoderno, siempre desde la perspectiva distanciada y catedrática del personaje central, ahora menos solemne y con mayor grado de negrura existencial. Su ateísmo contagia cada plano y cada intervención rocambolesca del efectismo especial, bajo un enfoque nada complaciente.
A propósito, cabe destacar la escena dentro de la biblioteca, donde el autor carga las tintas contra la censura oficial impuesta por el episcopado, para proteger sus secretos de estado. Según la cinta, el Vaticano esconde, oculta y distorsionada la verdad, detrás de un velo de demagogia, boato, lujo y derroche espectacular. Un reinado de las apariencias y las sombras signado por el populismo mediático y la hipocresía de la corrección política.
Por ello, “Ángeles y Demonios” es superior al “Código Da Vinci”. Mención aparte, para el desenlace llamado a desenmascarar la farsa promovida por el Colegio Cardenalicio en pro de sus intereses monárquicos. De hecho, el guión transpira la sensación de ser una especie de versión religiosa de “Wag The Dog”, aquella obra maestra sobre las trampas y las adulteraciones informativas diseñadas por el poder en ejercicio.
Por último, la película también requiere entenderse y asimilarse en el contexto de la consagración del sucesor de Juan Pablo Segundo. A mi modo de ver, “Ángeles y Demonios” funciona a la perfección como un diagnóstico demoledor de los tiempos oscuros del Papa Alemán, Joseph Ratzinger, obcecado por manipular el cerebro de sus fieles a través de la búsqueda desesperada y absurda de equiparar a la teología con la ciencia y la filosofía, a objeto de darle legitimidad teórica a su proyecto ideológico de lavado cerebral.
Ratzinger es el Papa de las cavernas, el Papa de la intolerancia hacia la mujer, la homosexualidad y el uso del preservativo. Es el Papa No, de no al condón, no al matrimonio gay, no al aborto y sí a la propagación del Sida, para elevar la tasa de mortalidad de los países del tercer mundo. Por su culpa, mueren y morirán millones de personas en el África. Es el Papa del Caníbal Holocausto de la periferia.
Contradictoriamente, pretende justificar la naturaleza primitiva de su credo, rodeándose de signos y discursos ajenos en plena discordancia con el cristianismo. De allí su impostura y su falsedad. Para él, la religión es como una ciencia y la ciencia no debería estar divorciada de la religión, en su supuesta derivación de la rama y del tronco de la filosofía. Pero nada más lejos de la verdad. En realidad, ciencia y religión son criterios y conceptos antagónicos, imposibles de congeniar fuera del ámbito de la imaginación de Joseph Ratzinger.
En consecuencia, “Ángeles y Demonios” viene muy a cuento para desmitificar y para deconstruir, de forma indirecta, el teatro y el show encarnado por el Vaticano de Ratzinger, en su pretensión de confundir a La Biblia con la ilustración. Algo bien cercano al título publicado recientemente por Mondadori, “Panfleto contra Ratzinger”, un libro esencial para descifrar el presente, cuando el terror y la mentira se cocinan en el interior del propio Vaticano.
Únicamente, podemos lamentar la simplificación binaria de la cinta, al difundir el clásico esquema maniqueo de un supuesto lado oscuro de la fuerza expurgado y redimido por la sabiduría y la astucia detectivesca de Robert Landgom. Irónicamente, un ex Jedy incorpora al Darth Vader del asunto. Sea como sea, la estrella de la muerte del Vaticano queda completamente destruida y al desnudo en “Ángeles y Demonios”.
Esperemos porque los próximos Episodios de la zaga, continúen por la senda de la segunda parte, equivalente al capítulo 2 de la Guerra de la Galaxias. Es decir, El Imperio Contraataca de Ron Howard, artesano Hollywodense en franca recuperación.