N.d.Ex-E.: Este artículo es una respuesta a este, que a su vez es una respuesta a este otro.
De entrada me parece bastante incómodo y raro tener que responder desde una posición estrictamente personal un artículo que surge como parangón a algo que previamente escribí. Esto es nuevo para mí. Cómo ha cambiado Panfleto desde mis primeros días por acá. Como la cosa fue personal me han de permitir toda clase de nostalgias y anécdotas en las líneas que prosiguen. Y me permiten además, que lo que pudo ser un comentario en un foro se convierta en párrafos y párrafos. Eh! ya sé por dónde vienes, vas a decir que no es personal e incluso que no te ofendió la crítica, como lo recoges a última hora en la PD. Pero, pero, pero… durante todo el artículo hay unas frases soñadas que invitan siempre a la confrontación face to face como le llaman. Te pones muy canchera como para que a cada rato estés intentando no parecerlo. No hay problema por lo de ser canchero. Es divertido de hecho, lo que no me parece divertido es que intentes negarlo. “Dame algo más” me dices. “Quiero saber tus opiniones, me encantaría que justificaras tus críticas. Dame algo más”. Te pones exigente. “Además de tus acertadas críticas, me muero por saber qué piensas sobre cómo debe ser un festival”, te pones irónica. “Qué consideras tú debe ser una gestión cultural acertada para Caracas, por ejemplo”, una vez más te pones canchera. La única frase que te faltó fue “Show me da money”. No lo niegues, negarlo es la parte no divertida de tu reflexión.
Cuando prometes que compartes muchas de los señalamientos del artículo y que, de hecho estás de acuerdo con bastante de ellos pero, al mismo tiempo me exiges una propuesta de organización de festivales como única vía de justificación de mi opinión, simplemente, te vuelves agua y sal. La crítica como oficio, ya no diremos como actividad casi terapéutica del día a día, es un ámbito que no exige siempre aval y justificación. Mucho menos exige que aquel que “critica” tenga en su poder la “solución” a aquello que critica.
Ojo al parche. Pues eso entre otras cosas supone de entrada una posición dicotómica en donde uno sólo hace crítica cuando disiente abiertamente con algo y, supone que el que disiente es porque -lo que ha criticado- le parece “malo”. Y uso ese adjetivo en específico porque en tu argumentación te mueves en categorías dicotómicas y eso define, de entrada las diferencias entre tu acercamiento a un fenómeno y el mio. Supone además que lo que se critica es siempre problemático y que, en este caso, debe el buen escribidor ofrecer su solución. Por eso, me escandaliza leer “Una crítica se sustenta en la opinión que se tiene sobre lo que es correcto o no”. Primero porque es un argumento falaz y contradictorio. Además claro está, facho (de fascista). La opinión por naturaleza no define lo correcto o lo incorrecto. Precisamente por esa actitud, es que el presidente propone cerrar un canal porque según su opinión, el trabajo de este medio de comunicación es incorrecto, y su crítica sique sin estar sustentada. Incluso, la opinión pública, en sí misma, la más etérea y difícil de las opiniones no debería determinar “lo correcto o lo incorrecto”. Vaya usted a definir correcto e incorrecto. Sobre todo, porque si se le pregunta la opinión de los vecinos de El Valle, respecto al sometimiento público de un criminal, con seguridad, te responderán, que el linchamiento (como método de justicia) contra un criminal es “lo correcto”. Por eso sería menos incómodo afirmar que una crítica se sustenta en la opinión que se tiene acerca de algo y se argumenta (si es al caso) con conocimientos, experiencia o con ejemplos, por enumerar algo.
Y en otros términos, si yo me pusiera canchera, podría haber escrito de entrada: Existe en el extendido oficio de la crítica, una tendencia llamada Crítica de sensibilidad, en donde, como su nombre lo indica, el texto va de aquello que nos gusta o no. No va de por qué me gusta o no, y menos aún va de: yo lo haría de esta u otra manera. Esto último incluso sería hasta vanidoso, no? Esto hubiese servido para “argumentar” mis críticas, como le llamas. Pero, i have some money.
Las valoraciones dicotómicas siempre son truculentas. Cuando te refieres al artículo de J.M. con el calificativo de justo, inmediatemente valoras a otros como injustos. Además que el valor de la justicia es de los issues más complicados de asumir y sobre todo, conceder a algo o alguien. En esos términos, mi reflexión es injusta para los organizadores del evento, porque descalifico su trabajo. Y desde la otra orilla, es justa para los vecinos a quienes violentaron su espacio cotidiano. Ninguna de las dos opciones es correcta como en un quiz show. De allí el peligro de los acercamientos dicotómicos y maniqueos.
No me pidas a mí que incluya en el artículo una listilla antojosa de cosas buenas y malas. Una vez más, porque no es mi acercamiento. Una vez más porque no me gustan las dicomotías como bueno/malo. Y sobre todo porque yo no soy John Manuel, a él se lo puedes pedir, a mí no. Tú sabes qué tipo de crítica no me banco, justamente la que pone más o menos estrellas o la que da una puntuación del 1 al 10; casi siempre, casi casi siempre, terminan siendo las más epidérmicas y superficiales. Justamente porque clasifica y encasilla estadios, y muchas veces, si no sabes hacer bien el “Pros y Cons” terminas comparando cosas que no pertenecen al mismo ámbito o categoría y de facto, se anula la comparación. Me disculpan el inciso metológico/positivista.
Entonces, no hago top fives y, en este caso específico no puedo rescatar algo que me haya gustado cuando no fue así, no puedo forzar mi opinión para que sea políticamente correcta y complaciente de al menos reconocer “aspectos positivos”. Podría inlcuso pecar de perdona vidas asumiento tal actitud.
Si nos ponemos en esos términos podría exigirte 5 aspectos “buenos” del Chavismo como tendencia política, y te podría exigir 5 aspectos “buenos” de Chino y Nacho. Seguramente, como tus aproximaciones son pseudopendulares, quizá, quizá (tal vez me equivoque) no tendrías nada bueno que decir de Chino y Nacho y menos del Chavismo (y ojalá tengas algo bueno que decir de Nicho y Chano)
Me exiges más fondo y menos forma. Interesante apunte, otra vez dicotómico (ahora sí, pongan el contador para la palabrita). Esa relación forma/fondo, forma/contenido, como se le llame, se me antoja un poco superada también. Una discución bizantina (me encanta esa frase, super manida), que ha sido asumida más bien como una relación simbiótica entre los dos conceptos. Es eso y no un 50 y 50% lo que define la relación forma y fondo. Sabido es que a Hitchcock,p.e. se le consideraba un director de género, manierista y por ende preocupado por la formalidad de su obra. Los buenos muchachos franceses le reconocieron a esa formalidad, el contenido, y desde entonces, su ascención a los cielos de los genios. El surrealismo como vanguardia por ejemplo, o el dadaísmo, fueron movimientos cuyas ideas fundacionales son estrictamente formales (devenidas en manifiestos). Y desde allí el mensaje venía dado. Sí, soy muy formalista al asumir la descripción como herramienta fundamental del escrito, pero, te contesto desde una perspectiva tipo más forma que fondo: es un estilo, un estilo que me permite “vehicular una idea” a través de esa aproximación descriptiva. Y creo que de cierto modo está logrado, en tanto has disentido con algo de ese “fondo”. Además, la descripción siempre genera chistes más divertidos.
Ahora, a propósito del evento (de nuevo)
Dices que hay que “celebrar el simplo hecho de caminar por la ciudad en la que vives, mirarla, sentirla y hacer contacto con ella”. Decretas además “Esa noche sencillamente caminaron”. Creo, que hasta los organizadores del evento entienden que aquello no es de ningún modo vivir, sentir, y hacer contacto con la ciudad en la que vives. Creo, que hasta el más ingenuo de los asistentes entendía que aquello era una simulación de realidad, un simulacro. Y no digas que esa fue una valoración metáforica del evento, porque tampoco creo que lo sea. Cuando en nuestra Venezuelilla decimos que vamos por el medio de la calle, es porque nos referimos a una actitud sin tapujos y sin complacencias, una actitud rupturista si se quiere que precisamente cambia el orden dado, quiebra el status quo; si la regla es ir por la acera, entonces yo voy por el medio de la calle. Y sabemos que no es el caso. Una vez más agua y sal.
Y la lindura de la frase “esa noche simplemente caminaron” me recordó tantísimo a un quote de la película Belleza Americana. Me recordaste al personaje choronga que al ver la bolsa plástica atrapada en un remolinillo de viento decía: “Hay tanta belleza en el mundo que no puedo soportarlo”. Cómo es eso vale, cómo es eso de “esa noche simplemente caminaron”. Esta ciudad está jodida no porque nosotros los pequeño burqueses apenas tengamos una sola noche para entregarnos al placer contemplativo de sólo caminar por la calle. Por favor. Como dicen los gringos en las películas Are you kiddin’ me? Como lo recogías al principio de tu artículo/réplica, lo que tiene a esta ciudad jodida es que CUALQUIERA, y sobre todo la gente que no tiene el carro en el cual pasarle el seguro a la puerta, pueda caminar por una ciudad como Caracas. Y determe en los puntos sería horrorosamente largo, pero a vuelo de pájaro, no está dado porque las estructuras físicas -sobre todo las comerciales- son construcciones cada vez más agresivas con el espacio urbano, por nuestro paupérrimo sistema de recolección de basura y, evidentemente, el ítem más importante, por el complejo engranaje delictivo que somete a la ciudad. Tres problemáticas de las cuáles el evento “Por el medio de la calle”, sólo contrarrestaba (o solucionaba) la última de ellas. Así que ese no puede ser el modelo a seguir para transitar por la ciudad. Así que por favor, que uno de tus “pros” sea que pudimos caminar una nochecita en un simulacro chucuto de ciudad con una botella de tinto bajo el brazo, no me parece nada loable, ni digno, y mucho menos justo (sí, justo, jajaja). Es de un ombliguismo trepidante ese planteamiento, que viene acompañado de otro delirio pequeño burgués, cuando hablas celosa de la posibilidad que tienen los “jóvenes” americanos, argentinos o europeos en caminar por la calle sin mayor problema. Esa es otra fantasía pequeño burguesa, la utopía de las caminatas safety de turistas. Como en toda ciudad, en Madrid, París o Buenos Aires, hay zonas donde no puedes caminar con esa seguridad que añoras. Sin embargo, ese anhelo de la ciudad accesible al peatón no es absoluto, simplemente por características propias de cada localidad, que a veces tienen que ver con seguridad, otras veces con clasificaciones sociales y otras veces, sobre todo en algunas ciudades europeas añoradas, con diferencias étnicas o religiosas . En Londres no me preocupé de que me robaran nada, caminé de lo lindo, hasta que me tropece con un cartel que decía “Usted está siendo grabado”. Carteles de señáletica con el simbolito de una cámara, estaban en buena parte de la ciudad. Entonces, mi emoción de perder el miedo a caminar se vio violentada por el hecho de que todos los pasos de esa “placentera caminata” estuviesen grabados, por si acaso se me ocurría poner una bomba . Esa es también es una forma de agresión.
Finalmente (Sí, finalmente, esta china picada se larga un rato) Finalmente intentaré para cerrar, un ejercicio.
Utilizaré la popular dinámica de preguntas cortas, respuestas precisas que tanto gusta al público general, y que usaste por cierto para cerrar el artículo.
Mecánica que ya sabrás no me gusta, por truculenta evidentemente, pretendiendo respuestas (y hasta soluciones) a planteamientos casi filosóficos.
¿Qué piensas sobre cómo debe ser un festival?
No existe el deber ser de un festival. Hasta al festival de Cannes se lo devoran los (malvados) críticos cada año. Un Festival que me haya gustado y del que defendería su derecho a reeditarse: El festival Internacional de Teatro de Caracas. Dirás, con todo y sus bemoles… sí con todo y sus bemoles.
¿Qué consideras tú debe ser una gestión cultural acertada para Caracas?
No tengo de ninguna manera un plan de gestión cultural. El hecho de criticar un «evento cultural» ocurrido en Caracas no me exige tener, nada más y nada menos, que un plan de acción de “gestión cultural”.
¿Cuáles mecanismos operan en “el simulacro de Venezuelilla”?
Son bastantes como sabrás. Pero me acerco a un par: la autoindulgencia y la evasión. La autoindulgencia es una tara que acompaña cada discurso en este país desde que la conciliación es un tema fundamental en “nuestra agenda pública”. La llamada división que ahora parece irreconciliable, surgida de un escenario político abrumador y agresivo, nos ha convertido en aplaudidores de iniciativas, en buscadores del acuerdo social y en críticos de la crítica, por el simple miedo que nos da el parecer poco moderados o el terror que nos da que nos tilden de “violentos”. Pero todo esto desde posiciones hipócritas, porque no perdemos tiempo en personalizar una crítica y apuntar con el dedo a quien escribe, p.e. Porque no dejamos de discriminar al otro de alguna forma u otra, y también quizá, porque no abandonamos nuestros delirios pequeño burgueses tan propios de nuestro gentilicio. Y así nos evadimos, me desvelo ofendida por una réplica que me señala pública y abiertamente, añoramos otros aires citadinos y nos atormentamos en presentar una agenda políticamente correcta, ecológica, conciliadora y falsamente utópica de alcanzar: nos atormentamos por concretar la meta/mito de la ciudad posible. Estás segura de que cuando saquemos a este país adelante, no habrá nadie que vocifere acerca de algún evento (aislado pero sintomático, eso sí) como el que nos atañe hoy día. No lo creo realmente.
Y eso me lleva a la última de las no-repuestas. Por eso caminamos como zombies por el medio de la nada, entre otras cosas, por nuestra indulgencia hipócrita y por nuestra capacidad de evadirnos con algún fenómeno lúdico e inocuo.
Creo que te gustan los aforismos, “la evolución de una sociedad se logra de generación en generación”. Una frase un poco débil como para estar sola en un escrito en forma de sentencia lapidaria. Bueno, sí, pasadas las épocas, y/o períodos históricos que constituyen diferentes generaciones, se supone que eso terminará “designando” una evolución; pero según otra frase famosa, no es posible la poesía después de Auschwitz, p.e. Porque toda esa “evolución intergeneracional” terminó en la pesadilla nazi. Si toda nuestra evolución política y social como país, ha convertido a esta en una generación boba y snobista, y somos incapaces de darnos cuenta de eso, entonces algo no está funcionando y no estamos “evolucionando como generación”.
Entonces bueno, por eso no me gustan las categorías de análisis dicotómicas y maniqueas (por tanto reduccionistas) y procuro aplicarlas en la menor cantidad posible de aspectos de la vida. Por eso no creo que la crítica dictamina el deber ser y mucho menos que la única vía de ejercerla sea plan de gestión bajo el brazo. No creo que “la solución” sea que Plátano Verde y Héctor Barboza “se despojen de heroísmos” y no hagan más el evento, los criticones despiadados ahora parecen otros.
Y bueno, si piensas que John Manuel no se arrepiente de haber nacido en Venezuela, insinuando que yo sí. Pues es una conclusión bastante alterada del asunto, ni John Manuel “simplemente vive en Caracas” (vive en San Antonio para más señas, jeje siempre lo comenta) ni yo me arrepiento de haber nacido acá. Después de algunas de estas caminatas internacionales, justamente se da uno cuenta de las ventajas que tiene haber nacido en un país como este. Y eso reafirma mi derecho para hablar públicamente del dinosaurio muerto que tenemos en la sala y todos esquivamos a la hora del almuerzo.
Y por último, no esperes de mí un ABC de ningún tipo. Y me robo una cita que siempre funciona muy bien para cerrar estos soliloquios que tanto nos gustan a nosotros los pequeño burgueses:
“Estoy contra la acción y a favor de la contradicción continua, pero también estoy por la afirmación. No estoy ni por el pro ni por el contra y no quiero explicar a nadie por qué odio el sentido común”
Tristan Tzara / 1918