Hablemos de Los Imposibles de Leonardo. De una vez y de frente. Hablemos de sus fallidas introducciones seudopoéticas, evocando las amelcochadas rimas de Graterolacho en su “chou” con Aldemaro al presentar a cada invitado. Como diría Cabrujas, un verdadero ramillete de la cursilería. Algo digno para incluir en el próximo libro de Otrova Gomas.
Leonardo le regala versos a cualquiera y a quien sea, venga o no a cuento, y reúna o no las condiciones. Casi como una ofrenda y un pago simbólico para sus interpelados, quienes siempre se muestran incómodos ante semejante alarde de encomio y alabanza gratuita. Ello me recuerda lo dicho por el presidente del partido comunista en una entrevista de reciente data, al referirse al chavismo: desde la época de Gómez, aquí no se adulaba tanto a la figura del presidente.
Salvando las distancias, uno de los problemas de Leonardo es su complejo de inferioridad, es su instintiva necesidad de inclinar la cerviz ante los poderosos y los aspirantes a poderosos del pequeño olimpo de la fama latinoamericana, en un acto de hipocresía y falsa humildad por parte del moderador del espacio, porque ,en el fondo, él también se siente parte del show y de la corte del rey desnudo, así sea en calidad de bufón o de juglar contratado para ensalzar y glorificar las andazas de los plebeyos reconvertidos en puros dechados de virtudes de la pujante nobleza farandulera.
Hay un proceso de igualación y complicidad entre entrevistado y entrevistador, donde ambos, al final, sellan un pacto de no agresión y mutuo respeto en aras de la plusvalía ideológica del medio y de cada uno de los involucrados en la jugada publicitaria, carente del más mínimo interés periodístico, antropológico e investigativo. Allí nada más se airean chismes, se reconfirman rumores, se sobrealimentan egos, y se ventilan lugares comunes anteriormente explotados por la sociedad del espectáculo, bajo un claro empaque de difusión mercadotécnica. La estrategia de compra y venta es la mar de sencilla. Todo consiste en enganchar el morbo del público, por una hora, a través del señuelo y el anzuelo de descubrir el “lado humano” del homenajeado de la noche. Una promesa incumplida, por lo general, de cara a la hegemonía comunicacional de la autocensura, la corrección política, la prudencia, el recato y el manual de urbanidad y buenas costumbres.
En dos platos, una absoluta falsedad demagógica llena de complacencia, melcocha y propaganda. Curiosamente, un estilo redundante, baboso, amordazado y conservador, similar al empleado por los burócratas y funcionarios del canal ocho a la hora de “conversar” y “dialogar civilizadamente” con los gobernantes de turno. Es el caso de Vanesa Davies cuando aplaude las salidas, en vivo y directo, del Ministro del momento. Es el caso de Roberto Giusti cuando celebra el desempeño y la iniciativa del Alcalde opositor en boga. Un chigureo bipolar de lo más forzado, plástico e impostado. Imposible de creer.
De igual modo, la estructura del programa es de coger palco. La división por actos del guión resulta inoperante, molesta e irrelevante. Interrumpe la acción, corta la nota de la tertulia y en lugar de aclarar, oscurece con sus frases hechas y contrahechas. No me imagino una entrevista fluida de Jaime Beyli toda entrecortada por capítulos, letreros y citas entrecomilladas.Para eso, me leo la transcripción de la entrevista en papel y san se acabo. La sombra del libro de Leonardo se cierne sobre su programa. Su origen literario lo delata y lo limita en el campo de la creación audiovisual.
Aparentemente, la idea de los productores y editores del espacio fue diluir la escasa presencia y experiencia del entrevistador delante de las cámaras, entre un mar de efectismos, imágenes de archivo y gráficas en movimiento. Aun así, Leonardo es imposible de seguir y de ver por más de quince segundos, a pesar de los esfuerzos de su novia por cuidar y velar por su atuendo, su maquillaje y su porte de cincuentón canchero, adulto contemporáneo, a lo caricatura de pavosaurio.
Por desgracia, el empeño aquí es en vano porque el hombre luce como un viejo verde, medio sabrosón, con aires de chulo enratonado. Es decir, una suerte de mafioso tropical, cual extra latino de Miami Vice. El hermano perdido, quizás, de Castillo, pero con el atuendo de Sonny Crockett. El pana se quedó en la época de comodín Martín o de Comodón Johnson. ¿O será de Eudomar Santos? En fin, la gente no quema etapas.
Para rematar, la puesta en escena del enlatado evoca la escenografía kistch, de cartón piedra, del lobby de un matadero de lujo, de un Motel Alladín a plena luz del día, donde de un piano de cola pasamos a un cuadrito ingenuo y de ahí a un sintetizador atravesado en el medio del set.
Velada tras velada, el entrevistador aprovecha los objetos del lugar para incluirlos en su dinámica de juego, al inducir a sus entrevistados a tocarlos y ejecutarlos durante la sesión. La incomodidad de la situación salta a la vista del menos avispado, cuyos ojos descubren el hastío, el embarazo y la preparación de la rutina. Para muchos, el hecho de ver a Fito y a Dudamel en acción, dando pequeñas muestras de su talento a exigencia del orador de orden, rememora el contexto de un cirquillo de variedades a lo Sábado Sensacional. El género bandera del canal de la colina.
Por último, es notable la dificultad de Padrón para conducir la entrevista con naturalidad, de principio a fin, sin depender de chuletas, fichas, coroticos y trivialidades Eduplay. Ooops! Se me cayó la cédula a mi también!
En resumen, “Los Imposibles” es otro síntoma de los tiempos, otro espacio marcado por la polarización y sus daños colaterales de censura, autocensura y miedo a la disensión. “Los Imposibles” podría ser diferente, más acucioso y punzante, si Venevisión no fuese tan complaciente con Conatel.
Sabemos de la preocupación de Leonardo Padrón por combinar programas light con entrevistas de profundidad a intelectuales y escritores polémicos. Lastimosamente, su deseo es irrespetado y pervertido por el compromiso con el rating y con la línea editorial del canal, actualmente digitada desde del Ministerio de Comunicación.
Algún día, los imposibles de la revolución rendirán cuentas en público. De momento, son los consentidos de las entrevistas condescendientes de José Vicente Hoy. Por ahora, duermen tranquilos al sintonizar el programa de Padrón. El día de mañana será distinto. Es la ley de la democracia en Venezuela. Es un ciclo. Gócenlo mientras dure.
Interesados en disfrutar de un estupendo entrevistador en América Latina, revisar el programa de Jorge Lanata por youtube. Se llama DDT. Abajo les dejo una pequeña muestra de su inmenso talento como showman y como productor de una entrevista interesante, aguda y compleja, donde él apenas funge de mediador. El hombre no moja pero empapa. Es un ejemplo de seriedad , humor, improvisación y vuelo intelectual. Nada de rigideces, ni de poses ensayadas. Full espontaneidad, full sinceridad, full honestidad. Enjoy!
http://www.youtube.com/watch?v=ctaOwxG6ITg&feature=related