Capítulo 9
Esto aun no había terminado…
Las gotas rojas se volvieron mi obsesión, y bajo sus efectos comprendi que podia acabar con mas de un infeliz, por su puesto no podia emplear los mismos métodos que con mi hermana asi me aseguraba que la policía no estableciera un patron común y no sospechara que era el mismo criminal, en algunos casos les inyectaba aire, en otros simplemente les seccionaba el cuello y les extraía algún organo para exhibirlo en mi botiquín del baño, y en otros casos simplemente los intoxicaba con morfina o usaba burundanga en cantidades suficientes para evitar cualquier resistencia de parte de las victimas mientras les ordenaba suicidarse.
Poco a poco la caja musical de carrusel se fue llenando con las figuras de todos los occisos, cada uno con diferentes caras de sufrimiento, siempre observaba como aparecían dando vueltas en sus negros corceles mientras la caja emitia esa canción de cuna con la cual me familiaricé tanto, tenía el habito de oir esa canción mientras me fumaba un Marlboro Rojo, aun quedaban dos caballos negros sin su jinete macabro, esos lugares los tenía reservado para dos personas «especiales»: Miguel y Anna.
Sabia que ambos vivían juntos desde hace un tiempo, asi que me volví a disfrazar y empecé a preparar lo que me llevaría esa noche para estar más proxima a completar mi amado carrusel, en ese momento aparecieron las siamesas.
– Realmente no te importa lo que pueda pasar si te descubren, ¿o si?- dijo S.
– No la escuches, te lastimaron, te humillaron y merecen pagar por ello -dijo M.
– ¿Que puede suceder? Con ellos mi colección estará completa y habran pagado sus pecados.
– Aun puedes salvarte, si decides arrepentirte de tus acciones absurdas y romper la caja musical.
– No pienso arrepentirme de nada, S.
Esta ves lleve un cuchillo para picar pollo y suficiente valium como para evitar cualquier grito desesperado o forcejeo, con ellos estaba segura que habria eliminado a todos mis enemigos más aún seguía preguntandome si había olvidado a alguien al cual someter ante «mi justicia», las siamesas desaparecieron como siempre y partí hacia mi destino.
Llegué encubierta a la casa de ellos, use una tarjeta de telefono para abrir sin dificultad la puerta y lentamente empecé a subir las escaleras, sentí un escalofrio recorrer mi cuerpo (a pesar de haber asesinado antes) a medida que me acercaba a la habitación de Miguel y Anna ¿me iria a retractar ahora en la recta final? era lo que me preguntaba, y cuando reaccione me encontraba frente a la puerta donde se encontraban dormidos una feliz pareja, un hombre alto y bronceado cuyos rizos color carbón se posaban sobre su perfecto pecho tonificado, a su lado una mujer pelirroja con una cara y un cuerpo perfecto para cualquier hombre, ambos abrazados y con sus cuerpos medio destapados con la cobija.
Por un momento me quede observandolos, de cierta forma esa escena era conmovedora y queria retenerla en mi memoria asi fuera por un momento, y entonces (al igual que con mi hermana) me sente de rodillas en el colchón de la cama y empecé a gatear hacia la feliz pareja y les inyecté todo el valium que traia conmigo esa noche luego me coloque los guantes y empece a despedazar sus cuerpos con toda la rabia que poseía en cada célula microscópica de mi cuerpo, no había sentido tanto placer desde que vi como maté a mi hermana. Luego fui hasta su baño y fui a bañarme con el cadáver de mi ex pareja y luego lo dejé en la ducha, agarré una bolsa negra de basura y en ella meti la ropa que use a la hora del asesinato y me vestí con un vestido de Anna para salir de esa casa en la madrugada.
Al llegar Max me estaba esperando y me recibió apoyándose en dos patas y lamiendo con cariño mi cara, le serví su comida y puse a lavar la ropa que cargaba la noche anterior mientras quemaba el vestido que vestia en ese momento, al igual que con mis otros crimenes simplemente me recosté a fumar un cigarro y a beber una smirnoff para tranquilizar «los nervios» si es que puede llamarsele asi.
Cayo la noche de nuevo y mi mente estaba tranquila, por primera vez en mucho tiempo me sentia satisfecha, al cerrar los ojos considere cerrado ese macabro y sanguinario capitulo de mi vida y me entregue a morfeo mientras me arrullaba la melodia emitida por mi macabra caja musical.
Ya entrada la noche, mientras estaba con medio cuerpo descubierto por la cobija, oigo un ruido extraño y de repente… la puerta de mi habitación se abre de golpe, unas figuras oscuras aparecen… y luego todo se desvanece poco a poco junto con una sensación desagradable en mi cabeza.
Hmmm… ahhhh que dolor tan agudo el que siento ahora… hmm ¿que?… no puedo mover los brazos… argg esa luz blanca me cega por completo, pero ¿donde me encuentro ahora?
Continua
Capitulo 10