Dudamel es tabú, meterse con él es pecado. Es un icono de esperanza para los Paulocohelistas venezolanos, de que «no todo está perdido», de los que andan en esa onda Osío-Cabricesca pensando que todavía hay decencia en éste territorio azotado por las calamidades. Meterse con Dudamel es para algunos un crimen, es Traición a la Patria.
Por el contrario, la facilidad con la que éste muchacho se deja querer por el régimen es una muestra más de que aquí todo el mundo está de rodillas, sin importar el talento ni la procedencia. Es realmente obscena la conchupancia de Dudamel con el peor gobierno de la historia nacional, sirviéndoles él y la orquesta de entretenimiento, ofreciendo circo ya que no hay pan.
Lo peor es que esa gente bien podría tener carreras igual de exitosas sin estar en ese papel tan indecente. Los juzgará la Historia.