Hay una tristeza azul llamada blues
que es como una miel amarga y dulce
que baja lentamente por la garganta
y se hace como delgado papel de lija que redondea
las aristas del corazón hasta dejarlo romo,
bonito pero en carne viva, abierto al dolor,
una fresa sin piel
con el jugo cayendo en gotas
Y es un azul tan grande como el cielo
y el mar juntos,
fusionados,
sin horizonte,
que se hace canción desgarrada
que brota de las almas heridas,
de profundas cicatrices,
profundas como el océano
Azul profundo y pesado
que hace llorar hasta las cuerdas
de las guitarras eléctricas
y deja su estela de náufragos
en las orillas de esta barra del bar.
William Guaregua
Willians, la inmensidad del azul, es del tamaño de su alma. Me conmueve encontrar al poeta en su profunda divagación, y sentir que las heridas, aveces son como tatuajes difíciles de borrar, pero que vivir es aún mas difícil, cuando estamos rodeados de la aridez e indiferencia de pequeños universos insensibles y carentes del amor necesario, para entender que la vida es mas que eso y que quizás se hace necesario morir, para aprender a vivir.