La Franquicia Chávez.

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El negocio es fácil. Venezuela aporta el know-how y los petrodólares. El franquiciado aporta un apoyo político incondicional en cuanto foro internacional haya. Una incondicionalidad perruna, valga acotar.

El secreto de Hugo Chávez es sencillo. Es apenas una puesta al día del secreto del dictador más longevo de la historia, el sanguinario Fidel Castro Ruz. También lo descubrieron Velazco Alvarado y su combo, allá en Perú por los años setenta. Carlos Rangel devela la fórmula en su clásico «Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario».

Es simple: la mala conciencia del Primer Mundo por un innegable pasado de explotación colonial, los lleva a aceptar cualquier mamarrachada política que surja en el Tercero. Puede ser algo tan atroz como la política de exterminio del Khmer Rojo, tan bárbaro como convertir una isla en una gigantesca prisión, o tan retrógrado como llevar a un país como Venezuela a niveles africanos de violencia interna y anarquía.

Basta con una retórica vagamente izquierdista, con juramentos de amor al proletariado, al campesinado, al pueblo en general. No importa si a ese pueblo se le cerca, se le aísla y se le masacra. Lo importante es la verborrea, el blablabla. Siempre que venga bañado de un marxismo nebuloso y tópico, justifica los crímenes más horrendos contra la humanidad.

Lo de ayer fue un genocidio radioeléctrico. Así como Diosdado se inventó esa imbecilidad semántica del «latifundio» radioeléctrico, yo también me invento mi frase: genocidio radioeléctrico. Algo que no aceptaría el canciller Moratinos en España, algo que repugnaría al pendejo Insulza. En Venezuela está bien, en Latinoamérica está bien (el pendejo no se ha dado cuenta de que Chile está en Latinoamérica).

Si Micheletti cierra medios y expulsa periodistas (de telesur) es una barbaridad. Si Diosdado Cabello cierra medios, es un acto de «democratización del espectro radioeléctrico». Todo depende del lado de la acera en que se encuentre el ejecutor del triste encargo, no de la acción. No hay valores intrínsecos, sólo solidaridades automáticas.

Y ya éste mundo se nos fue a la mierda. Con financistas como Hugo Chávez y Majmud Ajmadineyad, la locura anticivilización parece no tener fin previsible. Al menos no otro que el exterminio de la civilización como la conocemos.

5 Comentarios

  1. Excelente, usted dió en clavo. Cuando esta peadilla pase es justo y necesario que revisemos las relaciones con esa cuerda de cdm, quienes, tal como usted lo explica no sola han aceptado que este energumeno lleve a Venezuela a la era de Gómez sino que son obsecuentes y arrastrados al dictador de Sabaneta. No debemos olvidar quienes hoy nos han dejado a nuestra suerte. La vida da muchas vueltas y de este problema vamos a salir fortalecidos y dispuestos a cobrar.

  2. Buena reflexión. Lamentablemente, en países con contrapoderes efectivos, los ciudadanos tienen instrumentos para cuestionar tales incoherencias o reclamar que se es inconsistente si se apoyan golpes de Estado de manera relativista, por simples apuestas políticas. Es por eso que, después de perder el TSJ y la Asamblea (que gracias a la LOPE, «no volverá»), ahora con la pérdida de decenas de radios el ciudadano se va quedando cada vez más, sin voz. Todos sabemos lo que pasa cuando te quitan la voz y la capacidad de dialogar: Viene la coñiza. Y esta coñiza la vienen preparando, de lado y lado, los fanáticos.
     Triste final para un continente que en algún momento logró sacar la cabeza del agua, aunque fuera un rato, aunque fuera para darnos la esperanza.

  3. No me lo maten todavía (al continente) que todavía no se han fundido todos los glaciares

  4. Excelente Frank, tristemente tienes toda la razón. También pienso que el Primer Mundo no sólo deja surgir y prosperar a estos regímenes brutales por un complejo de culpa, sino además como una manera de hacerse ver más democráticos, más justos, es como crear una especie de antítesis a su tesis, es quedar como los buenos por contraste, al no llegar a los extremos a los que llegan gobiernos como el de Cuba, Venezuela, etc.

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