Oficio de lectores: textos de detectivismo literario y especulaciones narrativas
-Pedro Enrique Rodríguez
Ganador del Concurso Anual Transgenérico 2008, de la Fundación para la Cultura Urbana.
En «Los libros en mi vida«, Henry Miller comparte las razones que esconde su biblioteca personal. Un recorrido que va de lo mundano a lo místico y de la pobreza del 14vo Distrito a la abundancia de una pared forrada de libros en Big Sur.
Siempre he pensado que ese libro es el testimonio de un recipiente a punto de vaciarse, la obra de alguien que ha dicho todo lo que tenía que decir sobre el mundo, y lo que queda es un agradecimiento.
Mientras estaba en el bautizo de Oficio de lectores, acto hermoso que, por lo metatextual, se me antoja que forma parte del libro, comencé a pensar que «Los libros en mi vida» era un buen final, pero también hubiese resultado un buen comienzo. Una especie de carta de presentación, manual de usuario, curriculum de autor, o de lector. Una posibilidad tan real que no se me escapa la idea de que Pedro Rodríguez haya convertido a Oficio de lectores en su primer libro por esa razón.
Con textos cuya longitud rara vez excede las tres cuartillas, Pedro ejecuta el acto íntimo de comparar el contenido de su biblioteca con algunas facetas de la realidad. Así, construye un libro con la fascinación de alguien que entiende el mundo desde la literatura, un investigador arrebatado para el cual los fragmentos leídos, grabados en la memoria, forman una piedra de Rosetta para descifrar las variantes de lo cotidiano.
Una conversación telefónica con su padre, la enumeración fantástica que desata la mirada de A., la rabia pasiva, silente, ante los embates de una burocracia demoledora, las sorpresivas connotaciones del Oficio de la familia, ese «Apenas me gusta componer enigmas con soluciones elegantes», de Nabokov, la versión de Autopista del sur que muta en un desmontaje de la exaltación que hacemos del horror todos los habitantes de metrópolis fallidas, y uno que otro juego privado, arman un cuerpo de reflexiones, ensayos y cuentos salpicados con citas de gigantes. Textos cortos que delatan su propósito original: ser leídos en la pantalla de un computador, durante la era del déficit de atención. Y es que el principal mérito de Oficio de lectores es que su autor aplica con rigurosidad las propuestas de levedad y rapidez de Calvino, y nos conduce a reflexiones profundas sobre la ciudad, o los juegos literarios, en mil palabras o menos.
Instrucciones para colocar a una niñita en reposo, un checklist cortazariano y mi pasaje favorito tiene, como todo texto breve y grande, la posibilidad de convertirse en un post de blog, un exitoso meme de Internet, o permanecer en una biblioteca los años necesarios para que la niñita del texto aprenda, de la mano de su padre, los pasos que hay que seguir para poner a su propia niñita en reposo.
Todo esto producto del tedio. Si hay algo que aprender o recordar de Oficio de lectores es esa advertencia urgente que hace Pedro, un apunte con aspiraciones de ars vitae, una frase que lamento no haber encontrado antes, en ese universo paralelo en el que no fui testigo de la creación de estos textos y las certezas de Pedro Rodríguez ya estaban inscritas en la memoria externa que compartimos los amigos:
Nota mental: estar atento al detalle, siempre. Estar atento al tedio. Todo tedio es el pálido latido de un futuro ardor. El tedio es la inminencia de toda literatura.
Argonáuticas (blog de Pedro Rodríguez)
… articulos como este hacen que panfletonegro no parezca tanto una revista politizada. ¿el rock «no» visita a los barrios, el regueton, «si»… ¿desde cuando la literatura agoniza???
Que reseña tan hermosa. Lo voy a leer.
yo siempre he dicho que, como lector, una de las vainas que mas agradezco es el hecho de que, de vez en cuando, Pedro se ladille :-)
Bellísima reseña Pratt, elegante y precisa. Sobra decir que en el mundo de mis afectos este es un libro, cuyos relatos, me van a acompañar siempre. En especial el de «Instrucciones para colocar una niñita en reposo» revive uno de los momentos más dulces y placenteros de mi vida.