Desempleo en las calles. Miseria. Ola de pánico. Desalojos .Dolor . Trauma. Recesión. Descenso en el índice de consumo. Reducción de personal. Ola de suicidios virtuales. Deudas por montón. ¿Hay ambiente para fiesta? MTV dice “yes” y monta una gala en una burbujita de cristal de Nueva York para comprobarlo, con alfombra roja, trajes de etiqueta y demás. ¿Una falta de respeto, una negación o una necesidad evasión? Todas las opciones son posibles. Sea como sea, los MTV escapan de la realidad para sumergirse en el territorio de la fábrica de sueños, al compás de una orquesta estruendosa consagrada a ocultar el sonido del hundimiento de nuestro Titanic global. La organización se reserva el derecho de admisión. La zona V.I.P. del barco disfrutará en primera fila del evento. Al resto nos tocará, como siempre, ver los toros desde la barrera de la pantalla chica. De repente, me siento en un revival de la década del treinta o en una función de cine en la India. ¿A falta de pan, bueno es el circo? Interesados en la respuesta, los invito a cruzar el telón. Bienvenidos a mi Eminem Show sobre el MTV Video Music Awards 2009(sin videos nominados de youtube).
La tendencia se radicaliza año tras año. Los premios MTV quieren ser el equivalente del Oscar para la audiencia adulto joven, copiando sus ademanes, formalidades y solemnidades, en la creencia de hacer lo políticamente correcto y lo conveniente para los intereses de la gigantesca corporación Viacom, auténtica red de control, difusión y explotación del mercado alternativo de la contracultura.
Desde la decadencia del grunge, la cadena comienza a dar un progresivo giro de 180 grados hacia a la derecha, con el fin de alinearse, pragmáticamente, a los nuevos aires de la política conservadora en alza, tras el descenso de los Clinton y la emergencia de los Bush.
A partir de entonces, los dueños de la emisora optan por despojarse de sus caretas y de sus mascaras de irreverencia ante la inevitable resurrección de los valores reaccionarios deconstruidos por la generación fundadora del canal, cuyos primeros íconos nacen como respuesta a la hegemonía de los ídolos del establishment reaginista.
Treinta años después, el cambio gatopardiano es evidente.Los contestarios de ayer son hoy los disciplinados representantes del status quo. Ahora MTV es el mainstream y desde sus gélidas oficinas marca pautas de comportamiento y de distinción universal, para el target del materialismo histérico, del consumismo adolescente y de la rebeldía como negocio.
Atrás quedó cualquier iniciativa de apoyar lo distinto, lo disruptivo y lo diferente, en pro de celebrar, consolidar y reafirmar las marcas, los logos y las firmas de la plutocracia corporativa de Estados Unidos, por medio de una de las campañas de publicidad y relaciones públicas más descaradas e intensas de la historia, donde se combinan técnicas conductistas de lavado cerebral con estrategias virales de persuasión oculta, a fin de acrecentar el poder económico de la élite( quebrada)de Wall Street.
MTV fue corrompida por el dinero y actualmente es un ejemplo de la impunidad normalizada por la tecnocracia dominante. Su agresividad propagandística denota la necesidad de vender a toda costa, a efecto de la crisis y en desmedro de la libertad de expresión.
MTV, no les quepa la menor duda, es un canal fascista y goebelsiano, al extremo bolivariano, programado por un estricto órgano de filtración, censura y autocensura, 100% favorable a los intereses mercantiles de la compañía. Lo demás y lo importante pueden esperar en cola.
De ahí la queja generalizada del gremio contra la perversión y desnaturalización de la MTV, al haber desplazado a la música a un segundo plano, por cuestiones de rating, muy por debajo de la saturación de la oferta con enlatados y reality shows.
Por ende, la entrega del premio huele a pura hipocresía y saludo a la bandera, porque los verdaderos protagonistas del canal ya no son Eminem y Beyoncé, sino Tila Tequila, Paris Hilton y las descerebradas gemelas Nikki. Ellas ocupan los horarios estelares, mientras los videos se intercalan y se amontonan entre las franquicias de ellas.
Por tanto, el cuello de botella para acceder a la parilla de MTV, tiende a cerrarse cada vez más, en perjuicio de los artistas desconocidos, incómodos e independientes.
Por eso, los mejores raperos del siglo XXI, “Inmortal Technique” y “TechN9ne”, son abiertamente discriminados por la emisora. Como no los respalda ninguna de las disqueras globales y no tienen un reality show, MTV los descarta, los veta y los excluye.
Por ende, los premios MTV carecen de rigor y son entregados en función de la supuesta relación dual entre demanda y oferta. Supuesta, porque nada más falso.
En realidad, aquí la oferta maneja a la demanda, a su antojo y se adapta a sus decisiones por mera concesión demagógica, al peor estilo de los partidos y los políticos populistas. MTV es una cadena populista por excelencia. Y ni hablar de sus payasos y figurantes, rendidos a la complacencia y a la contemporización con el imperio de la banalidad, la intrascendencia y la evasión.
Verbigracia, la redundante, clónica, monocorde y predecible celebración del 2009, conducida por el decepcionante Russell Brand, suerte de bufón de la corte inglesa carente de ingenio y de carisma. Lleva dos años sin convencer a nadie al frente del premio, a base de chistes colorados y seudopolíticamente incorrectos, cual versión británica de “nuestro” Luis Chaiting, otro apocalíptico integrado.
Irónicamente, la función emprendió vuelo por lo bajo con la seria, burocrática, grave, impostada, falsa,egocéntrica y mojigata introducción de Madonna al homenaje a Michael Jackson. Un acto de soberana hipocresía por partida doble.
Primero, porque contrasta con la presentación lésbica de Madonna con Britney. Allí sí era necesario acudir al desafío pornográfico para enganchar a la audiencia puritana desde temprano. Segundo, porque la MTV abandonó a Michael Jackson durante su decadencia, y contribuyó a desacreditarlo por vía de los videos de Eminem y compañía. Ahí sí era rentable la burla contra “The King of Pop”.
Por último y para cerrar el trámite comercial, la velada culminaría con el anuncio(publicitario) de la proyección del trailer del testamento fílmico del cantante, “This is It”, documental del making off de la gira cancelada y truncada por la muerte del solista.
La replicante participación de Janet Jackson le dio legitimidad al proceso de canonización póstuma, en presencia de amigos y familiares del difunto, como el también execrado de la MTV, Jermaine Jackson. Por cierto, un estupendo cantante de soul, siempre a la sombra de su hermano, por desgracia. No hubiese estado de más invitarlo a subir a la tarima a cantar a capela en tributo a su deudo.
Corte directo y nos vamos a más comerciales, a los verdaderos comerciales. De repente, entra la cuña de “La Loca de Mierda”, una especie de fenómeno viral de la web argentina. La jeva es linda y cumple con los cánones estéticos de la cadena. Antes tenía un blog donde subía sus videitos caseros de deshago y humor negro, semana tras semana. Ahora MTV se la robó y se la quitó a la red alternativa de internet, para incorporarla a los tentáculos digitales de la página de MTV Latinoamérica. Así se destruye la disidencia y así se compra la resistencia cultural de terciopelo por la autopista de la información. Hasta la loca de mierda tiene precio y sí se lo reclamas como fan, pues te manda “a la mierda” como la arrogante ex directora de Urbe y loquesea.com.
Al final, todos son iguales. Por la plata baila el mono y la mona. Paz a tus restos, Loca de Mierda. Te aguarda el mismo futuro gris de usar y tirar de Andy Milonakis, tu equivalente americano. Mírate en su espejo y en el de Tom Green, consumido por la enfermedad y el ostracismo, después de ser vampirizado por MTV.
La filosofía de MTV frente a Internet es simple: si no puedes contra ellos, úneteles, ofréceles villas y castillos,explótalos mientras sirvan, y cuando los quemes y la gente se fastidie de ellos, mándalos al tarro de la basura, tipo reality show.
Ni Michael pudo salvarse de la máquina trituradora de carne de MTV. Mucho menos la siguiente lista de muertos en vida y perdidos en el espacio del reciclaje nostálgico de VH1:
Andrew Dyce Clye
Dave Chappelle
Arturo
Chris Rock
Eglantina Zingg
Dee Snnider
Axel Rose
Public Enemy
Wu Tang Clan
Sarah Silverman
Al respecto, recomiendo el urgente visionado del falso documental, “Pauly Shore is dead”, crónica negra de la muerte mediática de un ídolo de la MTV.Eterno ciclo de debut y despedida a lo Sábado Sensacional. Es el síndrome de Sunset Boulevard en la alfombra roja. Atención Chávez en Venecia.
Después, continuó el ciclo de la reiteración complaciente con el arribo de los primeros galardones, cuando surgió el único momento(supuestamente) “shocking” e imprevisto de la noche tan linda: Kanye West, maestro del escándalo light como forma de autobombo, le arrancó el micrófono a la ganadora Taylor Swift para decir una verdad a medias.
Según él, el premio no debió recaer en la humanidad de la rubia gafa, sino en la contextura de la morena tonta, Beyoncé Knowles, por su video “Single Ladies”. Sin duda, la segunda era la mejor de las opciones dentro del desastre de selección. No obstante, ninguna se lo merece. Todas son barajitas repetidas del álbum de divas y semidivas de la MTV, cuyas carreras son auspiciadas y promovidas por los sellos monopólicos del ramo.
Léase Britney Spears con Jive Records(propiedad de Sony), Pink con LaFace Records( ¿adivinan? Sí, pana, también es aliada a Sony), Kate Perry con Capital Records( secuela de la fusión de EMI con el emporio Virgin), Kelly Clarkson con la RCA Records( otra división de Sony), Beyoncé con Columbia(¡¡¡es subsidiara de Sonyyyyy!!!) y Taylor Swift con Big Machine( fruto de la simbiosis de Universal con Dreamworks Records y Viacom). Empresas sindicadas de empaquetar, simplificar, anular, atomizar y vaciar la música de contenido, a conveniencia.
Sus títeres y marionetas dan fe de la jugada y de la apuesta millonaria. Dichos conglomerados alimentan el peligroso y adictivo círculo vicioso de la fama, el lujo y el derroche en sus respectivos fichajes, para extenderles un cheque en blanco, a cambio de su identidad, de su vuelo propio y de su alma. De facto, los domestican, los amansan y los ablandan a punta de billetazos, al blindar y sellar pactos leoninos de orden faústico, con cláusulas absurdas y despóticas. Te guste o no, es el trasfondo de la MTV. Y ni Eminem o Green Day se salvan de la componenda represiva, condenados de por vida a rendirle pleitesía al becerro de oro.
De nuevo, los señores de las sombras permanecen ocultos, al orquestar una pantomima democrática y aspiracional para con su audiencia, donde los chamos son, aparentemente, los conductores de la escena. Pero la tiranía de la comunicación, la élite de Wall Street, es la auténtica encargada de mover los hilos. No se les olvide. Incluso los de Lady Gaga, operados por la computadora de la maquiavélica Def Jam, fundada por el pérfido Rick Rubin al servicio de Universal. A propósito, de ahí salió Jay Z. ¿Y a todas estas quién patrocina a Kanye Omari West? Se van a morir de la risa con la respuesta. A Mister Kanye Omari West lo patrocina Roc-A-Fella Records, el imperio de Hip Hop creado por Jay Z en asociación con Universal.
Por eso, Jay Z cerró los MTV y por eso Kanye Omari West defendió a la mujer de Jay Z, Beyoncé, en un acto despreciable de adulación y lisonja al jefe, cual mafiosillo en resguardo del capo mayor. Finalmente, cabe destacar el nexo de Eminem con Universal a través de Aftermath y Polydor.
Ojalá, algún día, la prensa libre te informe de esto con pelos y señales, responsablemente, como nosotros. Es fundamental para el buen ejercicio de la transparencia en democracia.Sólo así evitaremos la manipulación del rebaño consumista. Un colectivo informado a cabalidad, es difícil de manejar. Por ello, MTV promueve la desinformación para seguir nutriendo la flor intestinal de su mitología pop.
Posteriormente, Lady Gaga hizo su numerito de perfomance rompedor, llegando tarde a conclusiones y a códigos superados por las vanguardias de Europa, América Latina y Estados Unidos. Incluso, la meca estudió el tema en los setenta con la brillante “Fantasma del Paraíso” de Brian de Palma.
Lady Gaga se baña con sangre de mentira, a lo Kiss, cuando hace añales la artista plástica Marina Ibramovic viene cortándose con hojillas y cuchillos en público, para protestar por la indolencia de la comunidad internacional ante la matanza étnica de los Balcanes. A su lado, lady Gaga es una niña de pecho.
Lady Gaga coquetea con el mounstruosismo, la ambigüedad, el lesbianismo y el impresionismo kistch del glam, a tres décadas del auge y la caída de la moda transformista de David Bowie. Allá fue original y retador. Acá es ampuloso, afectado,esnobista, pedante e inquietante para la moral imperante de un cerebro de hormiga.
De paso, el tema bandera de la Gaga, Poker FACE, es un refrito del techno pop, con voz robotizada, pasteurizado por Universal, procesado por Shakira y expoliado como recurso a Afrika Bambatta. En resumen, una evidencia concreta del poder de los postrpoductores, es decir de las disqueras, sobre el destino incierto de la música actual.
Aparte, el sistema se afianza al normalizar a la otredad y a la diferencia, asimilando a las temidas “invasiones bárbaras” de la periferia.
“Es sin duda una buena inversión. El arte revaloriza cuanto toca, atrayendo a una multitud con más dinero que lo normal. Cabe suponer que la grosería renueva su creatividad: le devuelve a la autenticidad. La grosería, el salvajismo, supuestamente cargados de peligro y autenticidad-como el arte de los enfermos mentales e incluso el arte de los niños que está cargado de la viveza que presuntamente sólo la violencia latente le da-, siguen vivitos y coleando en la posmodernidad, pero han sido fetichizados hasta la inautenticidad, estandarizados hasta la pseudoconciencia. La creatividad ya no depende de ellos para su vitalidad, sino más bien de los envoltorios, y los mercantiliza como novedades sociales. Lo mismo ha ocurrido con la infancia y la locura, que son emocionalmente groseros, por así decir, e incluso físicamente groseros. Estos turbios tienen la tendencia a la banalización de lo raro. La mirada posmoderna tiene una manera de convertir lo asombroso en lo trivial o, para emplear el término de Breton, lo convulsivo en lo casual.”
Donald Kuspit: El Fin del Arte
En adelante, apenas dos cómicos resistirían pacíficamente, y a su modo, a la hegemonía de la solemnidad y de la formalidad dominante. Por supuesto, hablamos de dos tipos serios: Jack Black y Tracy Morgan.
Subieron a echar broma al proscenio, sin poses ni guiones de por medio, a burlarse indirectamente del asunto, ataviados con jeans y franelas. Lo de Jack Black merecería un análisis semiótico, aparte o por separado. El pana fue a entregar el premio de la rock band del año, y aprovechó para reírse de la estética apolínea y hercúlea del Heavy Metal. Para él, un anacronismo sin sentido a contrastar con el look de los chicos Emos de Green Day, quienes tampoco son una cuerda de necios. Los visten así y se viste así para consentir adrede la sensibilidad posmo de sus fans.
En efecto, Green Day brindó la mejor presentación de la faena, sin olvidar el breve pero genial toque de Muse. Ciertamente, el brit pop, más allá de sus estancamientos y deja vus, le da veinte palos a la contribución americana al género. De hecho, lo peor de lo peor vino con la torpe y fallida presentación de Pink a lo circo de Popy, enfunda en unas mallas de trapecista de la antigua carpa del parque de Los Caobos. Un plagio de la duplicación de Britney del concepto de Cirque Du Soleil. Una tautología y una prueba de la falta de ideas de la gente de Sony.
Emimen volvió a acaparar la corona de la categoría hip hop, por un apéndice de su regreso con la placa, Relapse. “We Made You” no es estrictamente malo, aunque tampoco aporta mayor cosa a la carrera de Marshall Mathers. Yo me lo compré y lo escuché de arriba y abajo. Tiene un par de sencillos increíbles. El resto es más de lo mismo en su trayectoria. En dos platos, es un trabajo alimenticio en clave de exorcismo, como siempre. A él le gusta sacarle el jugo a su intimidad y a su misantropía cultural iconoclasta, sin causa y sin consecuencia.
Para ir culminando, Beyoncé confirmó la sospecha de Kanye, al obtener la estatuilla del hombre de la luna por el mejor video del año. A mi me encanta “Single Ladies”, sin embargo, no dejó de distanciarme de su impacto para hacerle su respectiva lectura crítica.
“Single Ladies” es un video efectivo en su minimalismo a blanco y negro. La coreografía es impresionante y la fotografía es un abuso. Pero su empaque y su acabado son sintomáticos de la crisis general del sector. Es un video rodado con prisa, en plena fase de austeridad. No hay arte. Únicamente, una pared, un sin fin. Quizás sea un reclamo por un regreso a los orígenes, donde la música y el baile eran suficientes, al margen de la tramoya.
“Single Ladies” es emblemático de la concentración de la industria alrededor del negocio de las individualidades, con el propósito de ahorrar, abaratar costos y comprimir el andamiaje de la cadena de producción fordista.
En cualquier caso, el video demuestra la obligación de la industria por desnudar a su estrella, Beyoncé, para quedarse con su esencia y usufructuarla a la luz de la depresión en boga.
Al final, las mujeres y los hombres de MTV se conformaron con soñar fantasías hedonistas de manera solitaria; con reclamar afecto y cariño del ser amado, en lugar de la paz y del cese al fuego en el medio oriente. MTV aprueba, silenciosamente, la guerra.
Así se cosifica a la juventud en Estados Unidos y en el mundo.
Bienvenidos a la globalización del pensamiento único a lo MTV.
La punta de lanza de un proyecto totalitario a escala global.