Primer capítulo: el Señor Cobranza cabalga de nuevo.
Hace un par de años, recibí clases en postgrado de periodismo de infiltración. Allí aprendí diferentes técnicas para desarrollar mi trabajo como reportero, como crítico de cine y como documentalista. Fue una clase increíble con una profesora de primera, cuyo nombre me reservo por razones obvias. Entre infiltrados trabajamos así, desde las sombras y en el anonimato. No importa el quién, decía ella, sino el “por qué” de las cosas.
“Sean humildes, siempre luzcan ingenuos, pasen desapercibidos, eviten polemizar con la fuente, jueguen en el mismo terreno del adversario, busquen mimetizarse con el ambiente de investigación,vacílense una de detectives, pero nunca pierdan su identidad”, acotaba, semana tras semana.
Yo la escuchaba con atención, de manera obediente y jamás la contradecía. Para mí, era y es un faro de Alejandría para ejercer el oficio en Venezuela. Por eso, casi nadie la conoce en el medio, aunque muchos la hayan leído sin saberlo, a través de nombres y pistas falsas.De ahí proviene su gloria.
Precisamente, la recuerdo con cariño ahora y la traigo a colación para empezar, con una nota de color personal, mi crónica sobre el estreno de Zamora en el Teresa Carreño, donde pude aplicar mis conocimientos adquiridos en la materia, gracias al apoyo de mi mentora.
Todo arrancó de forma inesperada, el viernes a las dos de la tarde, después del almuerzo. Unos colegas increíbles, me habían secuestrado a mí y a mí socia(La China), para ir a comer Chino en la Florida, a precios solidarios. Yo, como siempre, quería matarme el hambre con el McCombo del día, salir corriendo y seguir en la faena de edición hasta las cinco y media de la tarde con La China.Así es, por lo general, mi rutina deshumanizada de horario completo.
Pero, por fortuna, mis compañeros me convencieron de lo contrario: “asco, pana, ¿McDonalds? Olvídate de eso, vamos a poner los pies debajo de la mesa. Por el Chino vas a pagar lo mismo y vas a quedar mejor. Además, el pan es la merma”.
En efecto, no se equivocaron. El pan vino caliente, la ración estuvo súper(Size), el Nestea vino por jarra con hielo, y la conversa tan sabrosa como el condumio, entre picante, ligera, fresca, agridulce y con una pizca de soya. Al final, cubrimos la cuenta, muertos de la risa, y los chinos no nos pusieron mala cara por pagar con Cesta Ticket, como en el San Ignacio o en ciertos restaurantes esnobistas de la Castellana y los Palos Grandes.
A propósito, si quieren comer divino con Cesta Ticket, les recomiendo “Entre Panes”, un sitio maravilloso, sin pretensiones, y con una atención bárbara, al extremo de lo inverosímil. El éxitazo gastronómico del 2009, justamente al lado de “Evios Pizza”(lugar de referencia para los Poetas en Tránsito).
En cualquier caso, salimos del restaurant Chino y nos sentamos afuera, en una acerita al borde de la calle, a hacer la sobremesa mientras esperábamos un pedido para llevar( para otro colega del trabajo).
En el instante, yo aproveché para darme una caminata nerviosa de digestión por la zona, en dirección al McDonalds de la Florida. Por un extraño motivo de atracción infantil, las M doradas siempre marcan y definen mi destino.
Hoy en día, me siento bien confundido con la vida y con mi lugar en el mundo. Fui víctima de un violentísimo “Secuestro Express” a lo “Camino a Guantánamo”, cumplí 33 años y entré en una profunda crisis existencial, profesional, emocional y sentimental. Pero de algo sí estoy seguro: “McDonaldssss me encantaaaaa”, como diría Pedro Penzini Fleuri. Y no es coba o ironía. Me alimento allí, en promedio y como mínimo, dos veces por semana. Aunque sea unas papitas o un “Sunday”, me zampo cuando le cojo idea a la franquicia. Entonces, ya lo sabes, JRD: ¡con mi McDonalds no te metas, brother! Además, ¿qué haría el barrio adentro sin “McDonalds”, sin la cajita feliz, sin los muñequitos de la Disney, de colección? Ojalá, no saquen la versión chavista, como en Cuba con “Burgys”, aquella consecuencia desastrosa del período especial en el estomago de los isleños. En el 98, fuimos, comimos y salimos con dolor de estomago de allí, por culpa de las tristemente célebres “papas lalgas” del establecimiento. Frente a eso, me quedo con “McDonalds”, pues. Incluso, prefiero un combo a un cena de lujo en el “Habana Libre”, donde sirven la peor comida del caribe. Dígalo ahí, JJ.
Sea como sea, iba arrastrando los pies por la acera, cuando levanté la vista de reojo y una imagen dentro de un kiosquito robó mi atención. Era un titular a cinco columnas, un tanto exagerado para mi punto de vista, acerca de un lanzamiento cinematográfico de la Villa del cine: hoy se estrena “Zamora, Tierra y Hombres Libres”, con la presencia de su director, Román Chalbaud, en la sala del Teresa Carreño. Según fuentes extraoficiales, el presidente Chávez planea asistir a la función”.
De inmediato, me mordió el gusanillo de la curiosidad, seguido por un llamado telepático o inconsciente de mi profesora: “Cobra, Cobrita, ¿vas a pelar ese boche, men?, deja la flojera. Va a estar el presidente y todo, a su regreso de Venecia. Yo sé que es viernes negro y quieres salir a desahogarte y a desconectarte con los panitas, pero algunas veces, la obligación es lo primero. Además, es una película y a ti te gusta el cine. ¿Qué puede tener de complicado? Para ti, más que un trabajo, va a ser una diversión. Piénsatelo, brou.”
De facto, me detuve a meditar por un minuto: “ suena bien,¿ pero cómo voy a entrar? Y si entro y escribo, ¿a quién se lo mando, si nadie me quiere publicar? Ya intenté en aquella revista donde tengo un pana, y nada. En aquella otra no me quieren ver ni en pintura. En aquel periódico, ya me cerraron las puertas. En fin, ¿para qué tanto esfuerzo? ¿Y si lo publico en panfleto? En panfleto sería lindo, además aprovecharíamos para darle otra lección de humildad, de periodismo alternativo a la prensa mainstream. Pues sí, pana. Panfleto se lo merece, a sus diez años. Voy a trabajar de gratis para panfleto y para sus lectores, porque ellos sí me respetan ,sí me valoran y sí me dejan expresarme en libertad. Plomo al hampa. Voy por ti, Chalbaud. Voy por ti, mi Comandante.El Señor Cobranza ataca de nuevo”.
Esta historia continuará con el capítulo 2 dedicado al desarrollo del evento…
La tercera y definitiva emisión girará en torno a mi análisis de la película…
No se lo pierdan…
No quiero comiquitas…
No quiero fraudulencias…
Se lo van a tripear un kilo…
Se los garantizo.