Segundo Capítulo: !Oligarcas temblad!
Lee la primera parte aquí
Después de mis dilemas al frente de los arcos dorados, tomé el celular y llamé a mi única tabla de salvación para “estos momentos”: “El Doctor”, así a secas y como suena.
El Doctor siempre resuelve. Para mí, es como el señor Wolf de «Pulp Fiction»: habla rápido, piensa rápido y decide rápido. Además, es inteligente, no para en mientes y tiene contactos en todos lados, arriba y abajo, a la derecha y a la izquierda. Pin, pam, pum.
De inmediato, lo conseguí en su movil…
Señor Cobra: alo, alo, ¿Doctor?
Doctor: sip.
Señor Cobra: cómo anda, es el Señor Cobra, lo llamo por una emergencia.
Doctor: ¿aja?
Señor Cobra: por casualidad,sabe algo del estreno de “Zamora, Tierra y Hombres Libres” en el Teresa, el día de hoy a las siete…
Doctor: sip.
Señor Cobra: ahhh…y por si acaso, ¿no tendrá la forma de conseguirme una entrada de cortesía, de prensa?
Doctor: déjame ver. Llámame en diez y te respondo.
Señor Cobra: muchas gracias!
Doctor: sí va.
Acto seguido, me monté en el carro con mis panas y seguimos, cada quien, para sus respectivos destinos. Yo me quedé con la China para editar en su casa, mientras ellos regresaron para el trabajo. En el camino, hice un recuento mental, tipo flash back, de mi relación con el Doctor y de cómo le debo, literalmente, la vida.
El Doctor es una figura sigilosa y camaleónica, de casi un metro ochenta, cuyo porte distinguido es perfecto y adaptable para cualquier ocasión. Con su distancia y categoría, puede cautivar a quien se lo proponga y obtener lo que quiere. Es un negociador y un seductor nato. Es un infiltrado mayor. Por decir algo: mi “Secuestro Express” lo resolvió en dos horas y sin derramar una gota de sangre. Todos salimos felices y contentos. Hasta los secuestradores. Relatar cómo lo conocí y adónde, sería un acto de necedad, una traición. Sería revelar demasiada información. Y no puedo hacerlo por respeto a la profesión.
Cumplidos los diez minutos, cogí mi “vergatario” y lo volví a llamar.
Señor Cobranza: háblame, Doctor!
Doctor: Listo el pollo.
Señor Cobranza: no te puedo creer!
Doctor: en serio, listo el pollo.
Señor Cobranza: muchísimas gracias, de verdad, muchísimas gracias…
Doctor: de nada. Sólo tienes que llegar a las seis y media en punto a la puerta del Teresa, buscarme entre los militares de seguridad, te doy la entrada y hasta luego.
Señor Cobraza: perfecto!
Doctor: intenta disfrazarte de rojo y ponte una gorra para taparte el pelo. Tienes demasiada pinta de carajito del este. Así no vas pal baile. ¿Me explico?
Señor Cobranza: entendido, mi Doctor en jefe.
Doctor: bien, entonces a las seis y media.
Señor Cobranza: muchos saludos, un abrazo, muchas gracias!
Doctor: aja. Chao.
La tarde paso, por fortuna, volando. Copiamos, cortamos y pegamos pedacitos de película, por aquí y por allá. Hicimos tiempo, viendo un par de videitos de youtube.
El síndrome del viernes nos cayó encima.
La lluvia amenazaba con desbaratar los planes de la urbe con un terremoto categórico, bíblico y decisivo. Muchos piensan en ello como un necesario acto de purificación, de catarsis y de exorcismo ante la apatía de lo mismo, cual deux machina de película mainstream a lo “Magnolia”, con su mágica lluvia de sapos al final.
Por la cercanía con el Guaire, aquí debería caernos, como mínimo, un aguacero de ratas y de basura como castigo por nuestra complicidad, por nuestra indolencia y por nuestra mala costumbre de evadir responsabilidades compartidas, echándole la culpa al otro, al chivo expiatorio de costumbre.
Yo no me encuentro en el lote del apocalipsis, aunque no dejo de pensar en nuestro futuro incierto, a golpe de calamidades, catástrofes naturales y desastres colectivos.
Por ahora, el reloj daba las cinco y media. Faltaba una hora. Todavía había chance de divagar un poco más. Para hacer tiempo, La China me mostró un trailer increíble, el de la última de Christopher Nolan, el director de “Batman: El Caballero Oscuro”. El avance es un abuso. Aquí se los dejo.
http://www.youtube.com/watch?v=HilwtqaN4Gs
A la postre, sería el mejor momento cinematográfico de mi día. O mejor dicho, sería el único momento cinematográfico de mi día, porque Zamora dista mucho de ser una película.
En realidad, es una lisonja indirecta para el ego del presidente, al servicio de la propaganda política de la revolución y sus permanentes campañas de intoxicación mediática. Nada diferente a la dañina visión maniquea de Mario Silva en «La Hojilla», sobre la oligarquía. Cuchillo para su propio cuello, por lo demás, porque la oligarquía hace estragos en el chavismo. Para nadie es un misterio. El chavismo articula con la oligarquía y la oligarquía articula con el chavismo, a las órdenes de la nueva boliburguesía. Por tando, Zamora es un boomerang al cuello de la nomenclatura del PSUV. Otro autosucidio, involuntario, de Chacumbele.
No quiero adelantarme a los hechos, pero su trailer lo dice todo, en contraposición al reino silencioso, denso y ambiguo de Chris Nolan.
En dos minutos, la última de Nolan le da una lección a la nueva de Chalbaud. Una lección de cómo deconstruir la crisis actual del capitalismo, sin necesidad de ser panfletario, dogmático, demagógico, impostado, manipulador y falso. Tan falso como el color de cabello del protagonista de la cinta de la vaca sagrada. De hecho,Zamora miente a diestra y siniestra, ocultando y distorsionando la historia para darle respaldo a su tesis, en busca de un paralelismo forzado, subrayado y explícito entre ayer y hoy.
http://www.youtube.com/watch?v=NN6pYTL8RGM
A propósito, “Inception” es el cine del futuro y “Zamora” es el cine del pasado, un anacronismo defendido, a capa y espada, por la crítica criolla, dispuesta a justificarla y a reclamarla como el regreso triunfal del Chalbaud de “El Pez que Fuma”. Pamplinas, ese pescado se pudrió desde “Pandemonium” y ni mil presupuestos de la Villa lo van a poder resucitar del fondo del mar de la felicidad.
Para mí, Chalbaud está acabado como cineasta y “Zamora” es su lápida audiovisual. Un cine muerto a enterrar en el olvido, salvo para el estado y para las viudas del difunto. Paz a sus restos, compañeros. Ustedes no pasarían la prueba de Truffaut en Cahiers Du Cinema.
Lamentablemente, la crónica negra de este funeral va para largo, y yo tengo que ir a trabajar, a diferencia de muchos de tus amigos, Andreína, quienes cobran sueldo a papá gobierno pero no hacen nada por el país. Por eso, tus sospechas infundadas me valen madre. Es todo, por ahora.
Yo les prometí tres capítulos. Pero, como diría Ibsen, el tema me desborda.
Por ende, les pido paciencia.
La buena noticia es que tendremos una excusa para vernos por aquí, día a tras día, hasta que la cosa llegue a su final, a su muerte natural.
Gracias a todos por acompañarme en esta aventura. Mejor dicho, en este velorio rojo rojito.