Y me tenía que doler Neal Cassady, Hank Moody o como te quieras llamar

Hacia un mes de su último encuentro, la vida seguía como si nada, entre una cosa y otra a Paulina le tocaba hablar con Dante cuestiones de trabajo, así que aprovechó la ocasión de encontrarlo por el chat. Cuando de pronto, Dante en el medio de la conversación como era su costumbre cada vez que lo domina el Dios Baco suelta la perla: «Yo no siento un feeling por ti más allá de una amistad».  Paulina pensó: «Y ese comentario me tenía que doler». Dante le encantaba sin razón aparente herir a Paulina cada vez que le daba la gana y a su antojo, a ella le resbaló el comentario y le respondió: «Es que acaso un hombre como tú ha sentido feeling por alguien.» A pesar que él dijo que sí, las palabras de Paulina fueron un golpe bajo a su ego de seductor, además aprovechó la ocasión para echarle en cara que no le aguanto la «mecha», triste por él y por todos sus amantes, aún no había nacido en el mundo hombre que saciara su sed insaciable de lujuria y pasión.  Claro Dante no se quedó callado y se defendía ante las acusaciones que ya habían experimentado todo en el sexo con ella, «¡Pobre! Si él supiera.» Pensó Paulina, en esos momentos a ella le provocaba poner a todos sus amantes en conferencia en el chat para que intercambiaran experiencias, lamentablemente con la opinión de Dante confirmaba su teoría: las pornos atrofiaban la creatividad sexual de los hombres y sólo piensa en los instintos básicos, simplemente el repertorio es el mismo, no se salen del guión, en el caso de las mujeres es diferente, una mujer que vea porno siempre será buena en la cama.

 Y sí, independientemente de todo, Paulina durante la conversación se llenó de arrechera, de mucha rabia, le provocaba borrar a Dante del Facebook, del Mesenger, del mundo, era sencillo, sólo tres teclas eran suficientes ctrl+ alt+supr, su frase sin sentido a estas alturas del partido: «Yo no siento un feeling por ti más allá de una amistad», cosas que nadie debe decir por mucha sinceridad que uno quiera vender y menos por escrito, porque las palabras se las lleva el viento pero lo escrito dura para siempre se tatúan en un papel, en una piedra o en este caso en la pantalla de un computador. Pero lo que ignoraba Dante es que debajo de la fragilidad de Paulina había una mujer demasiado fuerte, que nadie se imagina el mundo que ocultaban esos ojos de niña buena y que si él seguía los parámetros de un beat ella no se quedaba atrás, Paulina aprendió a seducir, a ser cruel, en pocas palabras a ser una miserable, aprendió de su maestro, superándolo a pesar que el juraba que no se acostaba con nadie para dársela de importante, los hechos demostraban lo contrario.   

 Como le provocaba a Paulina, gritarle a Dante en su cara que el día después de su encuentro, salió con uno de sus amantes,  y si el carajo no era el mejor polvo que había tenido y le tocaba enseñarlo, hasta sentía remordimientos de corromperlo y más aún de venir de un retiro religioso,  pero se demostró a ella y al mundo que lo que le sobraban eran amantes, que podía levantarse a cualquier carajo, y que ya a estas alturas de su vida que alguien viniera a decirle que no la quería le importa un bledo, que si bien ese día que hicieron el amor, Dante la hirió con su frialdad,  era más fuerte que eso. Además, era divertido encontrarse con Abel, alguien tan santo al lado del demonio de Dante,  porque las dos veces que había engañado a su novia era con ella y por casualidades de la vida siempre fue después de estar con Dante. Dentro de tanta rabia, se apoderó la risa de Pamela cuando recordaba lo triste que era imaginarse  a la novia de Abel conectada en su computadora y escribiendo  en el muro del Facebook: «Amor te amo».  «¡Pobre idiota!», pensaba. En realidad esa muchacha no merecía otro calificativo, si supiera que mientras ella le decía te amo a su novio, él pecaba con Paulina, si supiera que Abel buscaba en Paulina la pasión que no encontraba en sus brazos, si supiera que a pesar de todo Paulina es buena gente y nunca sabrá la verdad, bueno a cambio que vaya el «sapo» de sinceridad de Dante a contarle.      

  A todas estas, mientras los recuerdos venían a su mente, y la rabia se diluía con la risa, Paulina se preguntaba por qué le gustaba ese ser. Sencillo, era un chico malo, indecente, un borracho adorable, a ella le matan los chicos malos, le dan pasión a su vida, los buenos le dan amor pero falta pasión.  A eso debemos sumarle que Dante no es un galán, Paulina podría acostarse con el carajo más bueno de la universidad, quien llevaba un año rogándole sólo una noche,  y no lo hace porque le gusta la inteligencia de Dante, iba contra sus principios estar con un hombre mister músculos tan superficial y vacío, que pensaba que si una mujer se acostaba con un hombre feo era símbolo de repulsión y asco.   

 Después de escribir todo lo sucedido en su diario, Paulina decide dormir ya son las 5:00 a.m., la vida sigue y nada extraordinario pasará. Paulina no sería tan osada y orgullosa como Dante de decir que no existirían más encuentros y bla, bla, bla; porque nunca se sabe las vueltas que da el destino.  Lo único que tenía claro Paulina era dejar el titulo de chica bonita, inteligente y buena cama, ya no era divertido coleccionar hombres, ya tenia lleno el álbum de la Panini…Ahora la meta era ser una mujer inolvidable, como la Venus de Boticelli, la Monalisa de Da Vinci, la Beatriz de la Divina Comedia, la Maga de Rayuela o las chicas Almodóvar, pero el hombre que perseguía para lograrlo, al menos por ahora, era inalcanzable y más aún si conocía por sus escritos el laberinto de perdición de su pasado …

Dulce Penélope

Derechos Reservados, Septiembre 2009

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