Aquí les va una idea: que un proxeneta no pueda ganarse un premio por defender los derechos de la mujer o que el «camión de volteo» maracucho no sea elegido como plato equilibrado y saludable del año. Ah, casi se me olvida: que ningún Presidente pueda ser candidato a un premio Nóbel de la paz.
¿Qué es la política, sino «la extensión de la guerra por otros medios»? ¿No es un sinsentido el que alguien que «extiende la guerra» cree la paz? Claro que nos podemos lanzar a hacer ejercicios ridículos sobre la «guerra preventiva» o cómo bombardear Hiroshima (y Nagasaki, para remate) era necesario para «salvar millones de vidas inocentes». Pero entonces tendríamos que inventar el Premio Nóbel a la necedad; mucho más propicio, aunque ese sí que estaría concurrido.
Pero bueno, ¿alguien podía tomarse en serio un premio que fue ganado por Henry Kissinger? ¿¿Kissinger?? ¿El genocida de los camboyanos? ¿El que saboteó las conversaciones de París para prolongar la guerra de Vietnam y ganar poder político? Hay que ser cínico.
¿Quién otorga este Premio Nóbel, el «Ministerio de la Paz» de la novela 1984?
No hay políticos buenos. Ninguno debería ganarlo. Si los hombres no pueden jugar el torneo femenino de Wimbledon o los niños hacer concursos de cata de vinos, nada tiene que hacer un político en ese rubro.
Acá pueden revisar la patética lista de ganadores del premio y notarán, como triste pie de página, que Mahatma Gandhi nunca ganó el Premio Nóbel de la Paz, pero Shimon Peres, Presidente de un Estado que viola los Derechos Humanos, sí.
Lo único que rescato de esto es que pone al descubierto el fraude Obama, incluso partidiaros del tipo están indignados por su elección.
Suscribo en líneas generales la crítica central del artículo. Disiento sin embargo de la afirmación «No hay políticos buenos»: ¿Qué fueron Ghandi, Mandela y Luther King?.
Pero además de eso, semejante afirmación como premisa, lleva a la obligatoria conclusión de que un hombre bueno no puede dedicarse a la política, de que la política estará, entonces, eternamente manejada por los no-buenos de la sociedad.
Pregunta tonta: ¿Si Ghandi hubiera ganado el Nóbel y luego hubiera sido electo Presidente de la India, hubiera sido correcto arrebatarle el galardón? ¿O sólo estarían vetados de ganar un Nóbel los presidentes en ejercicio? ¿Y los presidentes electos que no han empezado el ejercicio? ¿Dónde ponemos la línea divisoria? ¿Los que promueven la paz no están, acaso, haciendo política? ¿Cuál es el gen que le cambia a un hombre bueno cuando decide incursionar en la política que automáticamente deja de serlo?, o, en otras palabras, ¿en qué momento deja de ser bueno un hombre que decide incursionar en política?.
Si, como usted afirma, la política es la extensión de la guerra por otros medios, entonces ¿la solución es acabar con la política? ¿La guerra es una consecuencia de la política o será más bien a la inversa? ¿Qué fue primero, los conflictos entre los hombres o la política?. Estoy seguro que en la época de las cavernas los hombres ya tenían conflictos y la política ni pensaba en existir. Entonces, ¿por qué no podemos ver la política, por ejemplo, como el arte de entenderse para no tener que llegar a la guerra?
Saludos.
Hola, Lengua.
Tus preguntas son legítimas, he aquí algún intento de respuesta:
NO, un hombre bueno no puede dedicarse a la política. Puede intentar, puede atisbar, puede pelear y batirse: pero ya ves cómo le fue a Martin Luther King.
La forma en la que maniataron al pobre Mandela es otro ejemplo épico. Así, ni falta hacía que lo mataran (te remito a los capítulos dedicados al tema en «La doctrina del shock» de Naomi Klein).
No es que no haya hombres buenos, es que un sistema de poder, intereses y maquiavelismos como la política no puede, jamás, ser cambiado por los individuos. Puede haber revoluciones, pero ya vimos en dónde terminan ésas.
No sirve de nada que un político «promueva la paz» de la boca hacia afuera, si lidera el complejo industrial militar más grande del mundo y envía miles de tropas a colonizar Afganistán. No sirve de nada darse la mano en el Campo David y cantar loas a la paz si ipso facto das la vuelta para irte a un búnker y enviar kamikazes a Tel Aviv o tropas de Tsahal a Gaza.
La política es un entramado de juegos de poder que buscan aplastar al otro. Hablar de «paz» en política es como hablar de «amor» en un burdel: habrá uno que otro que se enamora pero creer que es la vara de medición de costumbre es ingenuo, el cuento que le venden a los camioneros que se revolcarán en el colchón húmedo.
Saludos.
Ojo, yo no estoy defendiendo a Obama, no creo que tenga méritos para haberse ganado el Nóbel.
Vamos a ver si puedo expresar mi punto desde otra aproximación. Hace algunos años escuché a Alberto Franceschi decir que «la política es una lucha a dentelladas por el poder» lo cual, sin hacer un análisis demasiado exhaustivo es cónsono con sus palabras sobre el maquiavelismo detrás de la política y quizás con la afirmación con la cual sigo sin estar de acuerdo. De la afirmación, «a los políticos buenos les sucede lo que a Ghandi, Luther King, Mandela, o, para no ir muy lejos, a Renny Ottolina» no creo que deba seguir necesariamente la afirmación «no hay políticos buenos».
Olvídemonos por un momento del Premio Nóbel y de Obama.
Primero creo que hay quitarle el estigma a la palabra política, hay que relevarla de la que parece ser la única acepción que algunos entienden de ella «la lucha por el poder».
1.- No toda la política es la lucha por el poder: conozco personas que hacen política, por ejemplo, desde su consejo comunal y que, en mi opinión, son buenos. Puedo estar equivocado, pero le pregunto ¿no podría estar equivocado usted también?.
2.- Si Ghandi o cualquiera de los anteriormente mencionados fueron líderes políticos, el sentido común, me dice que no hay impedimento fáctico para que hombres buenos participen en la política. Yo puedo ver su punto: ese «entramado de juegos de poder», ese maquiavelismo con el que se maneja la política termina ensuciando a quienes incursionan en ella. La pregunta sería, ¿esos que se resisten a esa forma de manejar la política terminan todos asesinados o encarcelados? ¿o será que quizás algunos pasan desapercibido por aquello de que «una bomba se escucha en todo el mundo, pero un abrazo lo ven sólo quien lo da y quien lo recibe»?. El bien hace mucho, mucho menos ruido que el mal. Si conocemos a Ghandi, Luther King o Mandela es porque las luchas que llevaron adelante fueron, igualmente, de dimensiones épicas y porque, además, a la larga triunfaron. En todo caso, Mandela llegó a la presidencia de Suráfrica. De acuerdo a este artículo ¿cuál sería su posición si Mandela hubiera ganado un Nóbel de la Paz? ¿O es que luchar contra el apartheid no es una causa justa y suficiente?.
Para concluir, uno debe ser muy, pero muy cuidadoso cuando habla de todos o de ninguno, por una razón muy sencilla, cuando decimos todos/ninguno, basta que alguien encuentre un solo contraejemplo para que nuestra afirmación deje de ser cierta.
Saludos.
Lengua,
Estoy de acuerdo con lo que planteas. No se si no te entendí, sin embargo:
De acuerdo a este artículo ¿cuál sería su posición si Mandela hubiera ganado un Nóbel de la Paz? ¿O es que luchar contra el apartheid no es una causa justa y suficiente?.
Precisamente por lo anterior fue que Mandela gano el premio Nobel de la Paz en 1993.
Saludos.
Jej.
1) Si redefines el término de «política» (pillín, pillín), claro que la conversación cambia. Pero cuando digo «político no es gente», no me refiero al carajo haciendo gestiones en el Consejo Comunal para construir una cancha de básquet en el barrio. Tú sabes bien a quiénes me refiero. Podríamos también simplemente definir política como «lo que pasa entre dos personas en la calle» y zás, matamos el concepto, ya que todo pasa a ser política y sanseacabó.
2) Mandela y Gandi fueron líderes sociales que hicieron cambios políticos. Cuando Mandela finalmente incursionó en política, el ABN estaba de manos atadas y el país no pudo realizar los cambios que él prometió. A él le dieron el Nóbel por su lucha EN CONTRA de los políticos del apartheid y del statu quo, no por su decepcionante gobierno (igual que Lech Walesa).
En fin, alguien encargado de disponer de los brazos armados de la sociedad para mantener el statu quo y reprimir a aquellos, como Gandi o Mandela, que tratan de realizar cambios, no pueden jamás aspirar a un premio «por la Paz». Bien podríamos darle el premio a Pizarro o Hernán Cortés por haber «pacificado» las Américas, sería igual de coherente.