Panfletonegro: reflejo de lo que vendrá

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El lector atento advertirá un hilo conductor que une varios de los artículos que se han publicado últimamente, esa conexión que subyace entre ellos motivó este escrito.

Para no ir tan lejos quisiera empezar las referencias con el capítulo 12 de Estreno de Zamora en el Teresa Carreño escrito por Sergio, un artículo sumamente interesante que trata sobre la crítica que le hizo José Roberto Duque a la película de Chalboud y el posterior desmontaje que hace Sergio de los peligrosísimos complejos y noción del arte que tiene este señor. Ese capítulo de Zamora dió pie a “El discreto encanto de la burguesía”, su autor, Jhon Manuel, hace una crítica a la clase media venezolana. Mucho de lo mencionado me parece acertado, también habría que destacar de ese texto la interesante discusión que generó, sin duda, los comentarios enriquecen el análisis del tema tratado. Por último, quisiera completar el cuadro con “Carta abierta a los venezolanos”, “10 razones para no leer Todo en Domingo…” y “Volvamos a ser nosotros” todos ellos todavía en el inicio de PN.

En apariencia todos estos escritos hablan de temas diferentes y reciben tratamientos distintos, pero eso que los conecta, por lo menos para mí, es evidente: “Los venezolanos necesitamos urgentemente cambiar nuestra mentalidad, nuestro modo de concebir y entender al país”. Esas frases ya no me parecen huecas o simples lugares comunes, siento que después de repetirlas por los últimos 30 o tal vez 300 años, finalmente están empezando a tener sentido. Este fenómeno no es exclusivo de panfletonegro, también se puede percibir en otros espacios en el Internet y fuera de él, en algunos centros educativos, y más incipientemente en los medios de comunicación. Están los que vieron las cosas más claramente desde hace muchas lunas.

El proceso de trasformación de la sociedad venezolana comienza con la reflexión, le siguen las criticas que ayudarán a despertar del coma profundo, posteriormente tendremos que identificar lo que nos une y finalmente, después de integrarnos, debemos lograr un acuerdo social que nos permita acceder al desarrollo y al bienestar. Este es un proceso lento, precisa que así sea, para que el cambio sea realmente efectivo. Creo que estamos en medio de la etapa reflexiva y comenzando la etapa de hacer criticas. Eso no va a suceder uniformemente, sería una ingenuidad.

Ahora bien, la etapa de la crítica es delicada, porque si no lo hacemos bien, estaríamos perdiendo el tiempo. Creo que ya es asunto superado, cuando lo tratamos en su momento con el festival “Por el medio de la calle”, que el crítico no está obligado a dar soluciones. Pero una crítica debe tener un fin, un propósito que la diferencie de simple habladera de paja, y ese no es otro que hacer reflexionar.

Estoy de acuerdo en que las criticas sean acidas y utilicen la ironía como arma para sacudir a los bellos durmientes, pero debemos entender, que en definitiva estamos haciendo una auto-critica, porque nosotros conocemos al monstruo por dentro y por eso hablamos con propiedad. Recuerden que “todo en domingo” no llegó solo caminando a nuestras casas, nosotros compramos El Nacional, como lo hacemos todos los domingos. Y creo que es obvio que no sólo la clase media debe hacer ese ejercicio de auto-examen y reflexión. Todos los venezolanos, sin excepción, debemos hacerlo.

Por ejemplo: superficialidad, materialismo, hedonismo, indiferencia, no son defectos exclusivos de la clase media. De eso hay, en mayor o menor medida, en todos los venezolanos, no importa condición o procedencia. Y esos clichés que tanto daños no han hecho, los cuales hay que empezar a desmontar, también están generalizados.

Ares1224 lo resume muy bien en su respuesta al artículo El discreto encanto de la burguesía: “Y estamos tan engañados que la vaina lo que da es risa, no somos vivos, somos abusadores, no somos cálidos, somos confianzudos, no tenemos buen humor, somos payasos. Digo todo esto en el marco del “desmontaje” que se está haciendo.”

Para aquellos que se molestan con las críticas que se están haciendo vaya una aclaratoria, y lo redactaré en plural por pura buena fe: No se está en contra de la “clase media” per se. Como su nombre lo indica, lo conforman personas que no son ni ricas ni pobres, tienen acceso a un nivel de vida aceptable, que les permite algo fundamental: acceder a los centros de estudio y cultivarse intelectual y espiritualmente. En los países desarrollados esta clase es mayoría, las minorías son los extremos antes mencionadas. No tengo duda, que muchos venezolanos, tienen como aspiración colectiva que la mayoría de los habitantes de este país puedan vivir de esa manera, es decir, disfrutar de mejores condiciones de vida, que no sólo se merecen, también sería la clave para tener un país mejor, etc.

Seguramente en otras sociedades que viven mejor, existe la banalidad, superficialidad, etc. Pero ellos no tienen 60% de pobreza, 15.000 homicidios en un año y 30 por ciento de inflación. Entonces, esos defectos tan odiosos, en Venezuela, resultan más que ridículos, grotescos. La sifrineria es una soberana estupidez en un país lleno de miseria, por más que estemos, cada día, más encerrados en nuestros guetos. Nosotros vivimos en un país donde no se garantiza el derecho a la vida, así de simple.

Los venezolanos tenemos muchos defectos, pero voy a resaltar uno que me parece fundamental para entender nuestra dinámica social: el materialismo. Nuestra autoestima está tan maltratada y nuestra riqueza es tan ficticia, que una forma para sentirse bien o superior, consiste en acumular bienes materiales. Es tan profundo ese complejo de inferioridad que tenemos, que creemos que nuestra grandeza como persona reside en nuestros peroles y artefactos.

Mientras más grande la camioneta, mejor soy. Entonces no queda más que hacer una ecuación: de la forma que sea (corrupción, oportunismo o trabajo honesto) voy a mostrarle a los demás lo “exitoso” que soy. Al que tiene menos lo desprecio o lo miro feo(indiferencia, falta de empatía con la situación de los demás) al que tiene más lo envidio o desprecio. Un coctel explosivo que da como resultado el grave cáncer que hace metástasis por doquier: el resentimiento.

Estamos de acuerdo en que cada quien emplea su dinero en lo que mejor le parezca. Eso no lo discutimos, pero el problema radica en los valores en los que creemos y por los cuales actuamos. Si una persona vive mal, como mal, y el insuficiente sueldo que gana lo utiliza en comprar un Blacberry, y no prefiere, por ejemplo, pagar una universidad o reunir para comprarse un carrito de perro caliente, tenemos un problema serio.

Y este punto me lleva inevitablemente a Chávez y sus amiguitos de cuadra. Parte de la reflexión consiste en darnos cuenta que ese frankenstein es nuestra total y absoluta responsabilidad, Chávez no es un extraterrestre dejado por una cigüeña en Sabaneta, y si las nuevas generaciones tenemos que pagar los platos rotos, pues tendremos que hacerlo, así es la vida. Los chavistas en el poder, los que están donde hay, los mueve el más puro y duro resentimiento social, sus carencias materiales son de proporciones bíblicas. Ellos sostienen un espejo en donde algunas de nuestras actitudes y profundos deseos se ven reflejados y de ahí las pasiones desbordadas y la vena brotada en el cuello.

En fin, el problema es mucho más complejo y confío en que estaremos hablándolo y analizándolo como corresponde.

Quiero finalizar con algo que mencioné al principio: la necesidad de un acuerdo social. Casualmente me tocó escribir un ensayo como trabajo final para el posgrado, se llama:Venezuela, un país-de-crisis. Base mi trabajo en tres libros:Caso Venezuela: Una ilusión de armonía, proyecto dirigido por Moisés Naím y Ramón Piñango (1984), El laberinto de los tres minotauros de José Manuel Briceño Guerrero (1994) y Venezuela: Un acuerdo para el desarrollo escrito por el Equipo Acuerdo Social (2006).

Estos tres libros, escritos en momentos históricos diferentes y desde puntos de vista distintos, llegan a la misma conclusión:

Los venezolanos tenemos que ponernos de acuerdo en el país que queremos, no queda de otra mis panas. Les hablaré más al respecto en otro artículo que estoy preparando.

Y para no alargar la cosa, les copio dos párrafos, del último libro mencionado, que son lo más parecido a un puñetazo en la cara:

“Fue la pobreza la que se llevó a la democracia y sus instituciones. Fue la pobreza la que puso al país “patas arriba”. Esas mayorías silenciosas, que fueron ignoradas por la frivolidad criolla petrolera, hace tiempo que irrumpieron en la realidad del país para dejar en claro que no es posible alcanzar el desarrollo y la aspiración que todos tenemos al logro material y la superación personal, familiar y colectiva, si a dicha realización no estamos todos invitados.” (Equipo Acuerdo Social: 2006, 17)

“Venezuela está de acuerdo en lo que quiere, pero está profundamente divida en cómo lograr lo que aspira. Hoy como ayer contamos con un punto de partida importante para volver a la tarea de enrumbar al país por la senda del crecimiento económico y el bienestar social. Los venezolanos están de acuerdo en su aspiración por la modernidad… El problema, el desacuerdo, no está en el objetivo, en la meta social compartida. El disenso, la falta de acuerdo, es en los medios, en la forma de acceder al desarrollo.” (Equipo Acuerdo Social: 2006, 18)

Armémonos de valor y mucha humildad, y empecemos a “desmontar” el país de las maravillas que nos metimos en la cabeza. By the way, que vuelva a decir que esta es una “tierra de gracia” lo espero a las 12 en la salida, avisados.

Adriana Pérez B.

7 Comentarios

  1. Es difícil estar en desacuerdo contigo, pero quiero puntualizar uno o dos puntos.

    «Los venezolanos tenemos que ponernos de acuerdo en el país que queremos». Diga lo que diga sonaré cínico, así que aquí va de frente: ¿Has estado en una junta de condominio? ¿Te imaginas en una junta de condominio de 30 millones de personas?

    Pero no se trata solo de poner de acuerdo a ese gallinero sino que nunca será posible que lo hagan porque todos tenemos diferentes opiniones sobre cualquier tema divino o humano. Pero es que además antes de hacerlo hay que decidir las cuestiones sobre las cuales supuestamente debemos ponernos de acuerdo; las premisas básicas por decirlo así. ¿Y quienes decidirán cuáles son esas premisas básicas? ¿Los mismos 30 millones?

    Supongamos que es así. ¿Cómo lo decidimos? ¿Por votación? ¿Con qué porcentaje se gana? ¿50%, 60%, dos tercios?

    Sea el porcentje que sea, quedará por fuera un porcentaje X, por lo tanto los venezolanos, por lo menos no todos, no nos pondremos de acuerdo en el país que queremos.

    Por otro lado, ¿esas cuestiones escogidas serán las correctas? ¿Y si no lo son, cómo lo sabremos? En el caso de que sepamos (y aceptemos) que no están funcionando, ¿cómo lo reparamos o las sustituimos? ¿Mediante otro acuerdo entre los 30 millones de venezolanos (y residentes) y vuelta a empezar?

    Después de mi crítica de la crítica, mi propuesta, para que no digan. No hay que inventar el agua tibia. El ensayo y error de miles o cientos de años ya han puesto a disposición de todos qué funciona y qué no. Allí está para quien quiera verlo y tomarlo.

    Qué hacer y para dónde ir no debería ser el problema. Incluso si las «soluciones» hubiesen estado equivocadas durante esos miles o cientos de años, la cuestión no es esa tampoco. La cuestión es, desde mi punto de vista personal, mío de mí, es que podamos entrar o salir de cualquiera de esas propuestas a voluntad y según veamos si funcionan o no para nosotros. Y eso solo puede hacerse si no existe un marco general rígido como el que tenemos (o como el que se impondría si los venezolanos, y residentes, nos pusiésemos de acuerdo en el país que queremos).

    ¿Que quiero «botar» mi plata en un BB? Pues la boto, eso me beneficiará o perjudicará a mí. ¿Que quiero ahorrar para comprar un carro de perros calientes? Pues ahorro y lo compro. Ahora bien, actualmente, el marco donde estoy metido, ¿me permite hacer cualquiera de esas dos cosas (u otras más)? El BB que estoy comprando, ¿es exactamente el que quería o me tuve que comprar otro similar o descontinuado porque no me alcanzó el dienro que todas formas iba a botar? ¿En serio voy a ahorrar durante tres años con la inflación que hay?

    ¿Qué hace que el BB me cueste más de lo que me costaría donde se fabricó (flete o impuestos de entrada, IVA, especulación)? Si me pongo a ahorrar, dentro de tres años la plata valdrá la mitad de lo que vale ahora, ¿qué carrito voy a estar comprando? Mejor me rumbeo los reales hoy. Con esto quiero decir que aunque tenga voluntad de ahorro eso no me sirve de nada porque el problema no es de tener «cultura» de ahorro, sino que el marco donde estoy metido hace que ahorrar sea una ESTUPIDEZ y no una virtud.

    Si ahorrar no fuera una estupidez (si estuviéramos fuera del marco ilógico y neurótico que tenemos), y si ahorrando pudiese comprar mi carrito de perros calientes y con él me ganase dignamente la vida, ¿los demás no se fijarían en eso y me imitarían? No haría falta ponernos de acuerdo, el propio éxito de la idea atraería a muchos a hacer lo mismo, ahorrar (para comprar otros medios para ganarse la vida, no necesariamente el carrito de p.c.).

    ¿Acaso quienes venden papitas y cerveza en las autopistas colapsadas hicieron una asamblea? «Compañeros, nuestro proyecto de vida es vender artículos de consumo recreativo en las vías de circulación rápida, ¿los que estén a favor?» No, después que lo hizo el primero y triunfó, el resto vino detrás.

    En conclusión y para cortar esto que ya está muy largo: No hay «que hacer», más bien hay que desmontar el marco asfixiante para que podamos demostrar qué soluciones son las mejores y quien quiera pegarse que lo haga.

    Una asamblea que se ponga de acuerdo que Venezuela debe ser el primer productor de papa morada en el mundo solo creará otro marco camisa-de-fuerza que se llevará todos los recursos y esfuerzos para lograr esa meta, que ni sabemos si es la que es.

    Si suficiente gente se une a la idea de vender p.c. y, espontáneamente, eso se convierte en nuestro producto número 1 de exportación, se habrá perdido menos tiempo y creado menos neurosis. Saludos.

  2. Creo que el acuerdo social pasa por otras cosas Corbu, justamente no se trata de excluir a nadie ni de que la otra parte quede insatisfecha, la meta del acuerdo social por lo que le entiendo y si es así, comparto, con Adriana se trata de sentarnos en una mesa y que cada parte ponga su propuesta, con base a eso, cada parte debería ceder en tales o cuales puntos para lograr el consenso.

    Lamentablemente esa palabra es para algunos una grosería y para los otros una utopía. A veces me pregunto si lograremos llegar ahí por las buenas o habrá que hacerlo luego de un conflicto armado como ha ocurrido en otros países.

    No se trata de un asunto meramente económico, el acuerdo tiene que abarcar todas las áreas de la sociedad y no puede convertirse en una camisa de fuerza. Pero los venezolanos vivimos del cortoplacismo, por ello tener un plan a 20 años resulta tan complicado. El primer paso sería acabar con la mentalidad de «acá llegué yo» y de un plumazo borrar todo lo que hizo el anterior. Se trata de alcanzar ciertas guías que nos lleven donde queremos.

  3. Buen artículo y excelente discusión. Hay que tener cuidado -y en eso estoy de acuerdo con Corbu-, en el cómo nos «ponemos todos de acuerdo»; personalmente creo que es mejor tener una sociedad en la cual la gente no está 100% de acuerdo ya que eso es simplemente «totalitarismo».
    Obviamente, la propuesta no va por allí. Entiendo entonces, que más que «ponernos de acuerdo», de lo que carecemos acá es de tolerancia y respeto a la diferencia: reconocer que yo tengo derecho de ponerme de acuerdo con quien quiera pero que los demás tienen derecho de ponerse de acuerdo sobre un punto de vista diametralmente opuesto, sin que eso implique que nos queramos destruir mutuamente.
    Evidentemente, ese aspecto falla en Venezuela: la oposición no reconoce ninguna legitimidad al discurso chavista y lo reduce al populismo y el tiramealguismo; el chavismo no reconoce la legitimidad de la oposición y los acusa de conspiradores y golpistas.
    Además, podemos hacer todas las críticas al materialismo sifrino que queramos: este es el resultado, en gran medida, de políticas económicas catastróficas. Si tienes una inflación de 30%, es obvio que la población va a gastar su plata lo más rápido que pueda, en lo que sea, y va a buscar productos económicamente viables: si mantienes el precio de la gasolina igual desde hace 10 años en un país con 600% de inflación acumulada, es estúpido que pretendamos que la gente no compre carros.
    Entiendo el punto del artículo y su denuncia del craso materialismo que vehicula la sociedad venezolana, incluso comparto esa crítica, pero no podemos oponernos en abstracto al consumismo si la gente ve que su dinero pierde un tercio de su valor al meterlo en el banco y nadie estimula el ahorro sino el consumo.
    Saludos, estamos conversando…

  4. De acuerdo con krisis. Es un problema de tolerancia. De inversión de valores. De la cultura de la carcaza, el ¨capitalismo mesmo¨ del que ellos mesmos son el mas cínico reflejo.

    Sobre lo de tierra de gracia, yo creo nadie ilustra mejor lo que debemos hacer los románticos que nos queremos quedra a pelear que de Italo Calvino en su libro ¨Las ciudades invisibles¨: Identificar lo que en el infierno, no es infierno, y hacer que perdure.

    Un saludo, estrechándo la mano que entra por mi monitor, ésta vez.

  5. Hola muchachos, gracias por comentar.

    El tema del acuerdo social merece un buen artículo, pero quiero responder algunas de sus dudas, desde el punto de vista que lo veo y utilizando las ideas que he recolectado de mis lecturas sobre el asunto.

    Un acuerdo social no es un uniforme ideológico ni un totalitarismo ni nada que se le parezca.

    Es ponerse de acuerdo en un proyecto de país que logre mejorar problemas puntuales y alcance progresivamente niveles aceptables de vida, en todos los aspectos.

    Por ejemplo:

    – Seguridad personal y jurídica

    – Una economía estable y todo lo que eso significa

    – Un sistema de educación pública eficiente que le de a los ciudadanos las herramientas necesarias para desarrollarse en plenitud

    – Un sistema de salud pública que satisfaga las necesidades de la población y establecer un buen plan de medicina preventiva.

    – Que el estado cumpla cabalmente con el mantenimiento y ampliación de los servicios públicos

    Sólo para nombrar lo más urgente en nuestro país actualmente.

    Este proyecto no debe depender de una persona o partido político. Cada presidente debe respetar este acuerdo y tratar de cumplir los objetivos pautados durante su periodo.

    Básicamente es eso mis panas. No creo que sea tan difícil ponernos de acuerdo en esos asuntos puntuales. Como dice el Equipo de Acuerdo social: Todos los venezolanos están de acuerdo en lo que quieren pero no se ponen de acuerdo en cómo lograrlo.

    Ese «cómo» es el eslabón perdido en la sociedad venezolana de hoy en día.

    Saludos y que siga la discusión de ideas

    P.D. Prometido el artículo

    Adri

  6. en uno de los puntos tocastes el aspecto mas detonante de nuestraq idiosincracia, pero luego lo obviastes para irte por las ramas, y ese aspecto es la baja autoestima que como conjunto padecemos.
    Esa baja autoestima es propiciada por la mayoria de los padres y madres del pais, y luego reforzada en los colegio, esa es la razon or la cual tratan de formar su personalidad a traves de los objetos materiales. son lo que tienen, lo que poseeen. Pero eso es debido a que le han quitado todo el respeto por si mismo que tenian, y esa carencia tiene que ser llenada por algo.
    tengo una amiga que es modelo de comerciales de tv y esta casada con un tipo, que por lo que me ha dicho no la quiere mucho. Y tengo evidencias que ella tampoco. Hasta ella misma me lo ha dicho, que para el tipo ella es su mujer trofeo, se la presenta a sus amigos, para que vean lo que el puede`poseer y ellos no.
    Le he dicho que lo deje, que ella tiene valor por si misma, pero no lo hace por las cosas que el tipo le da, los carros, la casa etc, ella no estudio ninguna carrera en la universidad, por eso mismo la baja auestima que tiene que tiene sobre si misma. no importa que sea bella, que tenga un cuerpo espectacular, ella tienen baja autoestima creada por sus padres («tu no sirves para nada» «no vas a lograr eso jamas» etc)
    Para mi lo basico es eso, aumentarle la autoestima a la gente y eso se puede lograr cambiando los metodos de educacion en la primaria.
    No sera un cambio rapido, pero si se lograra, eso permitira que sla cantidad de abusadores baje.. Ya que el abuso tiene que ser penado socialmente y si las personas tienen mayor autoestima seran menos propensos a ser marionetas de los abusadores.
    ese podria ser un cambio minimo que cambie el macrosistema por completo.

    II
    Podemos hablñar mucho del pais que deseamos, pero las sociedades no cambian de esa manera, lo hacen por contigencia, antes que la razon.
    Un ejemplo reciente sobre ello lo podemos ver en la sociedad japonesa en dos momentos, el primero de ellos fue luego de la segunda guerra y el otro a mediados de los años 60 con la creacion del MITI una especie de ministerio (sin pertenecer al ggobierno) que promovia y le daba dinero a las industrias que se consideraban prioritarias, pero sobre todo la competencia entre las empresas. Esosa hechos yu de como cambiaran la sociedad completa es un ejemplo de como0 pequeños cambios en puntos muy especificos pueden cambiar al sistema por completo en una direccion que en lineas generales deseamos.
    Quizas este equivocado, y el cambio minimo sea mas sutil, y tan evidente que solo un genio lo pueda ver. pero los exitos que ha tenido la ciencia de los sistemas complejo y ramas relacionadas es demasiado grande como para ser obviada

  7. Venezuela fue un país conquistado por personas que en España no eran nada. Buscaban riquezas en América que les permitieran regresar a Europa con los bolsillos llenos y así obtener la consideración social que tanto anhelaban.

    Sus deseos de pertenecer a la aristocracia ibérica se vieron truncados porque sus hijos generalmente habían sido concebidos con indias. Recuerden que en los primeros viajes no venían mujeres, así que no había españolas para emparejarse.

    Ésta oligarquía criolla se lanzó desesperada sobre las oleadas posteriores de españoles que venían de la península, ofreciendo en matrimonio las hijas a los recién llegados, en un patético intento de «mejorar la raza» y borrar así las huellas del mestizaje.

    A lo largo de nuestra historia colonial hubo mucha división de la sociedad en «castas», y la ubicación en la pirámide social venía dada por qué tan «colorida» era la ascendencia de uno. Llegándose a clasificaciones ridículas como la de cuarterón, quinterón y «tente en el aire» para describir diversos grados de mestizaje entre blanco, indio y negro. Del color más o menos claro y del cabello más o menos liso dependía la consideración social.

    La única manera de escaparse un poco de la discriminación era acumulando dinero y, por supuesto, aparentándolo. Había entonces no sólo que tener dinero sino también imitar el boato de los mantuanos para subir en el aprecio de la gente.

    Y bueno, pareciera que ahí está la raíz de muchos complejos y conflictos en la Venezuela actual. Como que no hemos cambiado mucho.

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