Hugo Chávez es un payaso. Once años de payasadas en vivo y directo en la TV así lo certifican. Es un payaso con un macabro sentido del humor, pero no por eso menos payaso. Lástima que los tiempos no están para payasadas. Entre la inseguridad, la crisis económica, los apagones y el racionamiento de agua… ay, el racionamiento de agua…
En la penúltima edición de su eterno talk-show, nuestro Comediante en Jefe ordena a la Nación ducharse en tres minutos. La práctica de canto en la ducha pasa así a ser sospechosa de tendencias contrarrevolucionariaspequeñoburguesas y antipatrióticas. No hablemos de algunas prácticas sexuales al momento del baño. El baño acompañado fue un invento de la CIA para desestabilizar a nuestro glorioso gobierno.
Así, poco a poco, nuestro Comediante en Jefe trata de acercar el país a lo que constituye su ideal: un cuartel. La cosa empezó con el ofensivo -y más un domingo- toque de diana los días en que hay elecciones. Ahora sigue con la orden de que todo fiel soldado de la revolución debe estar bañado, vestido y con la cama tendida en cinco minutos, so pena de ser acusado de traidor e, incluso, privado del servicio como bien se encargaba hoy de hacer quedar claro el señor presidente de Hidrocapital, otro payasito más.
(Por ésto es que lo llamo payasito. Flor de imbécil, el tipo ese).
Y hay algo que me preocupa. Mucho. Lo vengo notando desde hace tiempo, y no soy el único. A ver, si es que alguien sabe, ¿cómo es que el presidente de Venezuela, supuestamente un veguero barinés, tiene el acento de un habanero?