panfletonegro

Y si… ¿..?.

/home/depr002/panfletonegro.com/v/wp-content/themes/panfleto2019/images/random/depr_22.jpg

Y si los astros tiranos se dejaran tocar por nuestras manos de barro
Y si el cielo escarlata se compadeciera de nuestros lomos de seda
Y si la muerte insomne descansara un día de nuestras vidas
Y si la lluvia de una vez por todas acabara con la sequía de nuestras almas
Y si el humo que despiden nuestras bocas se volviera necesario para sobrevivir
Y si las rosas rojas que revuelven los sentimientos se desangraran infinitamente
con un olor pestilente sobre tus senos.

Y si la locura es el último resplandor que nos brinda la razón
Y si los parias abandonaran el constante desahogo de ira y dolor
al saberse perdidos en su propia tierra.
Y si los sueños cambiaran el deseo por un instante de realidad
Y si la verdad dejara de mentir sobre nosotros mismos.
Y si la humanidad se percatara de su pluralidad
Y si la esperanza nos permitiese una agonía lúcida
Y si la devoción por idiotas con suerte se terminara,
estaríamos entregados a la sumisión de nuestra indecisión.

Y si el pesimista nos devuelve oscuramente la fe en su estado más putrefacto
Y si la religión despojara de la cruz al hombre y se leyeran de forma sagrada
nuestros «pensamientos antes del acto».
Y si el placer culminara en un renacer existencial.
Y si las dudas que abundan en tu ser se desvanecieran en un terraplén,
frente a un abismo que grita tu nombre.

Y si la mujer a la que amas no sea más que tú esencia disfrazada.
Y si la inocencia transparente y pura, se transmuta nocturna
en la sapiencia viciosa de los placeres dionisiacos.
Y si el hombre concibiera su principio de trascendencia
Y si las mujeres y los hombres no se cegaran con la venda encandilante de un arco iris,
sabrían que no son los únicos seres que habitan este mundo.

Y si el amor viviera su plenitud en instantes fugaces amaríamos como salvajes
Y si el silencio nos embargase conduciéndonos por recuerdos que se tornan muy bellos nos despediríamos con nuestras manos deslizándose, concientes de nuestra libertad, con el optimismo redundante de volvernos a encontrar.

Salir de la versión móvil