La cuchilla de la montaña
Es el primer lunes del Mayo del 1958, Durante un ocaso que es:
Rojo pero sucio de una niebla negra
que no huele a humo de leña
sino al de carbón de piedra
pesadamente contaminado
con el humo de las empresas
y atestado de pájaros negros
que no son ni golondrinas ni vencejas.
Y alguien anota en su agenda secreta:
La cuchilla de la montaña
que ha sido mi testigo y compañía
durante casi toda mi vida
tiene un filo
que corta rápido
y piadosamente
como el filo de una hojilla
Detrás de esa montaña
Está el presagio del mar
Y después de la que sigue
Su luminosa presencia
Dirigiendo (Manejando)
Cada uno de los momentos
De la vida que deseo
Solo espero
Que mi esfuerzo sea fructífero
Y que mi tiempo
Sea más que el suficiente
Además acota con la meticulosidad que acompañaría siempre su breve incursión en la literatura. Que quizá fue un lastre, debido a su larga experiencia en la pedagogía:
Decir “testigo y compañía” no redunda, por si alguien lee esto y no se da cuenta.
Cuando digo “filo” me refiero a su perfil visto desde mi orilla de mi río: La que habito.
Cuando escribo “corta” quiero decir separa. No como con los cuchillos y las navajas.
Cuando añado “piadosamente” me refiero a drogando a la gente, como la anestesia vieja y el alcohol.
Y cuando escribo “rápido” quiero decir:
Demasiado rápido como para alcanzar uno a darse cuenta.
No quiero nunca revelar quien fue o que fue para mí, solo diré:
Que mucho tiempo después me confesó que poco después de escribir esto, se dio cuenta de que hacía mucho tiempo habitaba lo irreal y de que debía hacer algo más concreto para hacer más real su existencia.
Que durante casi toda mi infancia pedí su bendición al acostarme, esperando tener dulces sueños protegido por mi ángel de la guardia.
Que al despertar de muchas de mis pesadillas y otras veces, aun me hace mucha falta.
Que yo nací al frente del mar
Y que durante mucho tiempo mi vida fue dirigida (manejada) por su luminosa presencia.
VABM 01 de noviembre de 2009