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Estreno de «Zamora» en el Teresa Carreño: una telenovela personal

Capítulo 18: hacia el campo de concentración rojo rojito

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A mis doce años, jugaba en las ligas menores del Caracas Fútbol Club. Todavía sin conciencia de nada y de nadie, recuerdo haber ido al “Fuerte Tiuna” a entrenar, a practicar durante la semana, a modo de preparatoria para los partidos del sábado o el domingo.

Desde aquel entonces, guardo una profunda aversión hacia el arbitrario despotismo militar venezolano, porque más de una vez fui testigo del abuso de su poder hacia las figuras de mi entorno familiar. Además, para rematar, era hijo de un profesor comunista de la Central, ex miembro de la guerrilla urbana, ex colaborador de la revista clandestina “Reventón”, ex militante de la primera generación del M.A.S. junto con Teodoro y grafitero político de los años ochenta.

De ahí me viene la vocación panfletaria y la propensión a escribir de forma concisa, directa e irreverente, al estilo de las pintas de mi padre, alías el Tucán, quien por golpe de suerte, tuvo la ocasión de participar en Mayo del 68, desde sus barricadas y paredes, donde germinarían los famosos “Prohibido Prohibir” y “La Imaginación al Poder”.

En los setenta, mi padre importa dicha tradición contracultural a la Caracas semi dormida de los techos rojos, y casi nadie lo entiende y lo justifica. Únicamente nosotros, los integrantes de la familia, y algunos periodistas del gremio con valor, como Ciro Medina, cuya pluma le dedicó al “Tucán” un artículo de su columna, “Gerónimos y Antónimos”. Al respecto, traigo a colación sus propias palabras proyectadas en un diario de circulación nacional: “el Tucán ha revolucionado el grafismo con mensajes hermosísimos. Somos de la opinión que esos mismos mensajes deberían arropar a la Caracas deshumanizada y seria. El mensaje escrito anterior a la aparición del Tucán era vulgarote, soez, desagradable y superficial.”

Precisamente, mi padre abandona el oficio a principios de los noventa, por la emergencia y consolidación de un grafitti acorde para la época del fin de las ideologías duras. Surge entonces la estéril guerra de firmas a la manera de Nueva York en CCS, bajo la égida de nuevos héroes anónimos concentrados en exaltar su ego a través de los muros de la cota mil. Los mentados cuatro elementos harían el resto por la muerte de una vanguardia absorbida por el sistema, al punto de ser promovida por Leopoldo López en las actividades de Plátanoverde en Chacao y por Juan Barreto con los supuestos “chicos malos” de Tiuna Fuerte. Sendas movidas juveniles cooptadas por el status quo.

En consecuencia, mi viejo decide retirarse cuando su arte cae preso de la publicidad y la inanidad hip hopera, revendida como mercancía sediciosa. En última instancia y como siempre, el estado se robó la esencia de una estética para hacerse propaganda.

Así pues, yo iba a Fuerte Tiuna con mi padre, a los doce años, con el interés de jugar fútbol, pero con el eterno miedo de ser detenido por los efectivos de la guardia nacional en sus alcabalas móviles.

En efecto, un día nos retuvieron por largo rato, nos cachearon de arriba hacia abajo, nos interrogaron y nos amenazaron porque nos descubrieron en la maleta, tres latas de spray hasta el tope y una plantilla fabricada por mi papá para burlarse de la ministra de Cultura de Lusinchi, Paulina Gamus, aliada del maestro Abreu. Por poco, el error de cálculo y la confianza, le cuestan la cárcel a mí papá. Ni hablar de mi práctica del día. La perdí de facto.

Por fortuna, el asunto no pasó de un susto, de una represión especulativa y de una negociación por debajo de la mesa, tras el cobro de una pequeña mordida. Por suerte, mi viejo cargaba efectivo. Pero en suma, la gracia me marcó la vida en mis días aciagos de la pubertad. Para mí fue el gran evento de mis doce años. Para mi padre, más de lo mismo.

En cualquier caso, desde entonces, no me gusta la Guardia Nacional para nada y sufro de taquicardia, de ataques de pánico tan sólo de verla a kilómetros de distancia.Por ende, su presencia me incomoda sobremanera en la entrada principal al patio del Teresa Carreño. Al Doctor, por su lado, le da igual. Mantiene la cara de palo de Búster Keaton sin inmutarse por las provocaciones del entorno adverso.

Finalmente, la señora nos abre el camino entre una muchedumbre de fervorosos creyentes, y terminamos en la puerta vigilada por tres uniformados de verde, en lugar de los simpáticos muchachitos y muchachitas de protocolo de la institución, apartados y marginados de su oficio por ejercer el derecho humano a la huelga, con el objetivo de mejorar sus condiciones laborales.De forma contradictoria, la revolución bonita en vez de reconocerlos y ayudarlos, opta por dividirlos, ignorarlos, depurarlos, despedirlos y relevarlos por soldados obedientes. La purga del Teresa es un hecho ventilado públicamente, así como el abuso cometido contra su gremio sindical. Verbigracia, pueden leer a continuación, la siguiente nota de Eduardo García(Coordinador de UNT):

Caracas, 5 de Noviembre de 2009.

Cerca del medio día de este miércoles trabajadores del Teatro “Teresa Carreño” realizaron una protesta para reclamar el cumplimiento de sus derechos y en contra del mal manejo administrativo por parte de la dirección de esta institución.

En el sitio se hicieron presentes representantes de varias organizaciones sindicales y de la Confederación de Trabajadores UNETE en evidente apoyo a las acciones de protesta.

Los manifestantes usaron pancartas e instrumentos musicales para expresar sus reclamos.

A finales del año 2.008 los trabajadores agrupados en el Sindicato Único de Trabajadores de la Fundación Teatro Teresa Carreño inició una huelga por un conjunto de violaciones a los derechos laborales pasando por la negativa a otorgar los días de descanso semanal obligatorio vulnerando la salud de los trabajadores hasta la estabilidad así lo dio a conocer Luís Borges directivo del Sindicato.

Indicó que luego de más de un año aun persisten puntos que no han sido resueltos por la directiva del Teatro como las condiciones de medio ambiente de trabajo, la jornada de laboral, seguro de hospitalización entre otros.

Citó como ejemplo a compañeros que no se les otorgan las días de descanso semanal, las trabajadoras de taquilla que no tienen horario entre otros incumplimientos.

Denunció Borges el hecho que en días pasado «se le negara una ayuda para un trabajador enfermo de cáncer, pero que el coordinador administrativo dispusiera de 74 mil bolívares fuertes (74 millones de los viejos) para la compra de entradas para un concierto de Ricardo Arjona presuntamente para ayudar a la empresa EVEMPRO por no tener buenas ventas».

Borges afirmó la existencia de otros gastos suntuarios que son a su juicio un mal uso de los recursos públicos, en tal sentido pide a las autoridades una intervención administrativa a la vez que se les permitan a los trabajadores acceder a la información sobre el manejo administrativo para garantizar correcto uso de los recursos del pueblo.

Aunado a ello, la injerencia castrense dentro del Teresa es otro hueso duro de roer. Ahora la Casa Militar tiene la facultad y la potestad de intervenir los espacios del recinto, con apenas recibir una orden de su comandante en jefe. En consecuencia, la sala Ríos Reyna devino en una extensión de Miraflores y viceversa. Si buscan ejemplos del centralismo bolivariano, aquí hay uno evidente, flagrante y de inspiración filonazi.

De hecho, la imagen del campo concentración no resulta tan alejada de la nueva realidad del Teresa, con la única diferencia de cambiar el ambiente opresivo de Treblinka por el ánimo de celebración de las jornadas estivales en Auschwitz, donde las autoridades compartían,por un rato, con sus reclusos, alrededor de fogatas, bailes folklóricos y películas fascistas de barraca de feria, como la antisemita “El Judío Suss”, proyectada para programar el cerebro de víctimas y victimarios del Holocausto, de operadores y condenados a las cámaras de gas.

Ahora la excusa del encuentro con el soberano, es el estreno de “Zamora”, compendio posmoderno del cine oscurantista a lo largo de la historia. En efecto, se fraguó al calor de explícitas maquinaciones partidistas, con el afán de dividir aun más a la prole para vencer, al alimentar las raíces de nuestra guerra civil, antes de invitar a sanar sus heridas.

“El Caracazo”, la anterior de Román, era idéntica en sus propósitos y despropósitos. También buscaba echar leña al fuego, jugar con gasolina en el prado de “nuestra lucha de clases”, y avivar la llama de viejos resentimientos dominados con el paso del tiempo.

El 27 de Febrero de 1989 fue transformado entonces en una burda parodia instrumentalizada por Farruco Sesto, para sacarle partido a los mártires y caídos de la revuelta contra CAP, como una justificación forzada de la irrupción de Hugo Rafael en el año 1992, en su versión cerrada, monolítica e indiscutible de la memoria nacional. Chalbaud le siguió la corriente a su lectura de primaria en formato audiovisual, y como recompensa, se le encomendó la tarea de ensalzar indirectamente a la figura de su presidente a través de la glorificación mediática de “Zamora” en el 2009. Pero ambos esfuerzos y denuedos son y serán en vano, por la nula respuesta del grueso del público en la boletería.

“El Caracazo” sucumbió al cabo de dos semanas, para erigirse en uno de nuestros más sonados fracasos de taquilla. A corto plazo, “Zamora” va por el mismo camino de quiebra, ostracismo, bancarrota e insolvencia económica. Insisto, los números no mienten. Preferible gastarse el dinero de “Zamora” en arreglar los embalses de la Mariposa, en sanear el Guaire o invertirlos en salud, seguridad y educación.

De vuelta al portón del Teresa, un Guardia nos detiene, nos fulmina con la mirada, nos revisa, nos clasifica y descalifica delante de la gente, nos pide la cédula por “la carita de escuálidos”, nos interroga con preguntas idiotas, nos provoca con sus desplantes, nos deja con la palabra en la boca, y por último, nos permite el acceso con aires arrogantes de perdonavidas.

A su costado, un cabito de menor rango nos entrega el programa de mano, reducido, por razones de austeridad, a una menguada hojita impresa por delante con el afiche de la película y por detrás con la ficha técnica de la producción, ilustrada por cinco foticos. En la segunda destaca la novia del imposible Leonardo Padrón, Anastasia Mazzone, con un disfraz mantuano de dama antañona. Para morirse de la risa.En la cuarta vemos a Román en fase de Peter Jackson del llano adentro, para congraciarse con el «King Kong» de Barinas. Y en la quinta descubrimos los ojitos trémulos de Danielita Alvarado. ¿Es el making off del próximo folletín del canal de la colina, del canal ocho, de TVES?

Tomo aire de satisfacción, agarro el programa como si fuese un pequeño trofeo conquistado por mi constancia y lo palpo con emoción desbordada, al extremo de sentir un chispazo de adrenalina surcando por mis venas podridas por el alcohol, la coca cola y las ultradosis de medicina legal e ilegal.

Para mí, el susodicho programita de mano es una inyección de Red Bull en el corazón, a la usanza de Uma Thurman en “Pulp Fiction”. Estoy feliz, estoy contento. Tengo ganas de bailar como Jhon Travolta. Estoy en lo mío, papa. Estoy con los míos.

Hunter S. Thompson, Tom Wolfe, Carlos Flores, Eric Colón, Lamala, J.M. Silva, JJ, Daniel Pradilla, La China, Klaus Inspector, Marco, Enio Escauriza, XLuis y mis mejores amigos, me estimulan con el pensamiento. Dale, Cobrilla, no te amilanes ante el rival, ante el Golliat de “Zamora”. Coje tu honda y derrúmbalo.

Cruzo señales de complicidad con el Doctor, él ríe como el Señor Miyaggi al verme gozar con mi tesoro de escaso valor, y la señora nos adelanta con su paso sincopado.

Al levantar la quijada, y disfrutar del paisaje rojo rojito, los ojos se me empañan de pura alegría infantil. Soy Daniel Larusso resucitado y vengo a darle patadas al trasero a la nomenclatura. Bienvenidos a mi Karate Kid. No se pierdan mi próximo episodio, a punta de golpes bajos.

Llegó el momento de la verdad.

http://www.youtube.com/watch?v=-Qae_TUTeGo

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