De la insignificancia
Distráeme noche que pasas,
que tu silencio me oscurece.
Quítame la identidad y
en tu hastío apagado relucirá
escasa,
la luz reflejada en mis lágrimas.
Vuélvete y tórnate blanca, enciéndete.
Quiebra el aire
que nada mueve
que se derrama como tu misma vejez
río de noches fluyendo
donde no cesan las lluvias.
Bosteza sueños y corrómpeme,
que entre gatos y negrura
me observas siempre,
corrómpeme
y purga mis sentidos en cualquier luz,
ya sea fuego manando vacío,
tu catártica cuenta atrás.
Que de ser tan pequeño
de sentir que me hieres,
me veo en ti misma,
y me creo igual a tus rayos invisibles.
«Entre gatos y negrura»… Así nos encuentra siempre la noche.
Saludos!
que bello un hombre invisible que sueña y quiere detener el mundo para comérselo, adora la noche aunque le teme como tortura de sus nocturnidades, palpitante gime de terror pero se atreve, a pesar de los demonios que aunque no lo parezca, están con los ángeles para confundirnos