Decir lo mejor es una exageración demagógica. Tú lo sabes, bichito. Nuestra cartelera es de lo peor, por culpa de los monopolios de la distribución y por las pésimas políticas del estado. Pero naturaleza obliga a cumplir con el trámite, bajo sus eternas convenciones, explicaciones y justificaciones. Tú las conoces de sobra, panita. Por eso no te las pienso repetir. Únicamente te voy a soltar dos chismes, dos reflexiones de principios del 2010.
Según buena fuente, los chavistas le quieren poner el guante a Cinex. Supuestamente, un testaferro de Arné Chacón figura en la movida de la compra venta de la franquicia. De hacerse efectiva la absorción y la adquisición, la compañía pasaría a formar parte de la red de medios de la revolución. Entonces, su futuro será de pronostico reservado, junto con el de su eslogan: “donde la estrella eres tú”. En adelante, podría cambiar a “donde la estrella es La Villa” o “donde la estrella es Arné”. Por lo pronto, amanecerá y veremos.
Segunda mala noticia de principios de año. A partir de hoy, así como lo escuchas, queda terminante prohibido ver películas después de la función de las seis y media de la tarde en cualquier Centro Comercial. Es decir, por decreto, el gobierno nos amaneció con otro golpe de estado cultural.
En consecuencia, olvídate de ir al cine un viernes con tu pareja, tras salir de una dura rutina de trabajo a las siete de la noche. Si me lo permiten, es mi caso y el de muchos de ustedes. De igual modo, pasará a la historia el hecho de conseguirse con los panas para disfrutar de una sana velada de media noche al calor de una proyección de preestreno.
Gracias a semejante sistema, en lo personal, pude conservar mis amistades más preciadas, mi relación de pareja, y posiblemente, hasta mi cordura. Y no exagero. Es un ritual para mi combo de panas, ir al cine un viernes o un sábado a las doce de la noche, cuando no hay mejores ofertas a nuestra disposición. Así mantengo fresca mi relación de fraternidad cinéfila con mis colegas: Lamala, Claudio, Marco, La China, Franco y Shellen. Sin exagerar, en el cine hemos consolidado nuestros aprecios y afinidades mutuas.Ojalá la nueva medida del presidente, no barra, no destruya y no haga mella en nuestros lazos de afecto. A la fuerza, se nos obliga a cambiar un hábito de consumo, un pequeño ritual con implicaciones colectivas. ¿O acaso mi historia no es tu historia, también? Piénsalo por un segundo.
Por mi parte, estoy fregado. El cine me alejó de la mala vida, me mantuvo sobrio, y me dio una alternativa vital ante el círculo vicioso caraqueño de la rumba estéril, cuyos efectos todavía hacen estragos en mi frágil organismo.
Para entendernos, yo no me creo el Bukowsky venezolano, ni me las tiro de escritor maldito, ni de borracho drogomano. Ya yo quemé esa etapa a mis 33 años. Vengo de regreso de allí y no me parece simpático quedarme estancado en la botella. El trago me causa ratón, me afecta el habla y me roba tiempo valioso. A mí el trago no me inspira, ni me favorece nada. En serio. Por eso, intento dejarlo. Con ello, tampoco me interesa armarme un drama y escupirles una arenga moralista. Si les da la gana,ustedes pueden hacer de sus vidas una eterna celebración de 24 de diciembre. Es problema de ustedes, insisto. Pero en mi condición, prefiero pasar de largo delante de la birra y dedicarme a mi trabajo de crítico.
Por desgracia, ahora la revolución me vuelve a tentar con el demonio de las horas de ocio, frente a una ciudad carente de oportunidades de esparcimiento, más allá del circuito de bares, restaurantes, tascas y «chinos», donde no me siento a gusto entre imbéciles pretensiosos y parlachines con complejo de Adriano González León. Me resulta aburridísimo acompañarlos en su terapia de masaje de egos, para tomarse fotos, guindarlas en Facebook y creerse la reencarnación del techo de la ballena o de la República del Este. Pisen tierra, mis niños, sean reales. Dicha utopía devino distopía, y ustedes, con sus cerebros de mosquito, no van a venir a resucitarla, a rescatarla o a redimirla, cayéndose a palos con una cuerda de periodistas imberbes egresados de la Católica. En fin. Sólo espero la falsa alarma, la rectificación y la conmutación de la pena. De lo contrario, resistiremos, mientras el cuerpo aguante. Nos tocará improvisar exhibiciones de desvelo en lugares semiclandestinos. Ya inventaremos algo. ¿O no?
Sea como sea, los invito a seguir adelante, con mi listado subjetivo, diezmado y poco representativo del estado de gracia del cine mundial, cuya bonanza creativa es innegable. Para muestra vayan los botones de las últimas obras maestras de Haneke, Bigelow,Duncan Jones, Zhang Ke, To, Alonso, Serra y Lacuesta, inéditos en la república Bolivariana(represiva, aislada, entrópica y ensimismada en una isla de censura y coerción). Por fortuna, existe la piratería y el internet.
Aclarados los puntos, es hora de continuar con la faena, amén de una brevedad twittera. Máximo 140 caracteres, para no aburrirlos y cederles el espacio del foro, a objeto de compartir pareceres, opiniones, quejas, omisiones, insultos, halagos y querencias particulares.Bienvenidos al 2010, estimados panfletarios.
10) Hangover.
La comedia como anarquía, tratado filosófico, emancipación del yugo y absoluta radicalidad. Una película perfecta para sepultar el pasado sonrosado del humor casamentero y abrir las compuertas del presente, a los pies de los secuaces de Jud Apatow. Los treintotes tristes y desesperados marcan el rumbo en dirección al abismo. Asumimos el riesgo de secundarlos en su aventura.
9)Up.
La tercera edad estaba desasistida y la Pixar llegó para indemnizarla con un canto animado a la tolerancia generacional, social, racial y global. El Norte se mira en el sur y ambos costados zanjan sus diferencias en la pantalla. Hacia arriba se dispara la ilusión de un progreso inconmensurable de la imagen en movimiento.
8)Los Amantes Regulares.
La lápida de mayo del 68 y de su festejo póstumo en el 2008. Velorio de la izquierda caviar y sus secuelas románticas en medio mundo. Curiosamente, se estreno en Venezuela para sellar la clausura oficial de la Margot Benacerraf, a manos del gobierno.Fuimos testigos de su última proyección. Esperamos serlos también de su reposición en el mañana por venir, cuando caiga el velo de los talibanes criollos.
7)La Duda.
La sorpresa de cámara del 2009. Antítesis de “Julia y Julia”, con las mismas actrices, aunque en un plan menos edulcorado. Descubra su amargo sabor y luego la digerimos con gusto en el foro. Advertencia: esconde un subtexto embriagador para comprender el meollo del relativismo contemporáneo, a la luz de la era Ratzinger. Una respuesta al conservadurismo y a la cacería de brujas de la gestión de Bush.
6) El Luchador.
Elegía del perdedor, en clave de semblanza kamikaze. Antibiografía sobre el derrumbe de un ídolo. Réquiem por el sueño de fama del star system de Mickey Rourke. Su renacimiento triunfal de los escombros, es razón suficiente para incluirla en el top ten de la temporada.
5) Gran Torino.
Memorable despedida de “Harry el Sucio”. El viejo Clint escribe su testamento con sangre, sudor y lágrimas. Imposible no identificarse con su exorcismo, con su batalla terminal. Es el fin de una época, desde la visión de un outsider de la industria, negado a morir.
4) Avatar.
Discutimos su contenido, apreciamos su trascendencia estética, al punto de erigirse en la “Star Wars” de siglo XXI y más allá. Un antes y un después en la evolución de la técnica 3D. Inaugura el matrimonio del Washington de Obama con el Hollywood de Cameron.
3) Sector 9.
Resumen de las polaridades y contradicciones geopolíticas del tercer milenio. Compendio de las fusiones en curso y en marcha, de la ficción a la no ficción. Dios salve al docudrama posmoderno patrocinado por el terrorista del mainstream, Peter Jackson. El apartheid surafricano es nuestra cárcel y nuestro camino a Guantánamo. Para colmo, los aliens son nuestras víctimas, de aquí al “Planeta 51”.
2) Watchmen.
A su lado, “Caballero de la Noche” es un juego de carritos. Megalómana, compleja, abstracta y enigmática como un teorema de Stanley Kubrick, “Watchmen” revisita nuestro “Apocalipsis Now”, para sembrar inquietud por el destino de la raza humana. Su desenlace nos reclama y nos sentencia, a partes iguales.
1) Bastardos sin Gloria.
Tarantino demuele estructuras. Se ríe de los géneros, de sus clichés y de sus oportunidades de relectura. El mensaje cifrado es claro y diáfano. Es el momento de ejercer el derecho a la máxima rebelión, a punta de cuchillo. No tengan miedo. Vayan por sus cabelleras.