La fiesta de las ratas.

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(Fragmento)

Era el día 28 de diciembre de 2009, un domingo cualquiera como para beber cervezas… Mi nombre es Fabián Solano, vivo en la urbanización Villa Hermosa. Y por medio del celular, recibía mensajes de texto, (vía Internet), un poco confusos acerca de una noticia que trasmitían por Internet; luego, de la radio saltaban noticias de un asesinato, y para mi curiosidad, la victima se llamaba: ¡Fabián Solano! ¿Era una visión, un deja vu, una premonición?

 Al mediodía, fui al centro de la ciudad. Camine calle abajo, en sentido, oeste-este, protegido por un disfraz de payaso, camuflaje que me permitía andar por las calles con mayor tranquilidad, ya que no disponía de guardaespaldas, servicios de escolta privada, ni publica, y la paranoia de un asesinato con una victima que tenia un nombre muy parecido al mío, aumentaba la incertidumbre y el estrés, que tal vez podía ser calmado entrando a un ciber-café, para tomar allí un entremés. ¿Qué dirían mis amistades si me vieran; seria este un castigo por nunca haber asistido a un circo? Ahora menos entendía a los mimos y maromeros que daban espectáculo en los semáforos. Ya no soportaba el hambre, y antes de caer desmayado en plena vía publica, deslice un poco los zapatos de payaso hasta la casa de la familia Morales, atraído no tanto por el olor a comida, sino por la voluntad de conversar un rato. Din-don, (timbre).

 –¿A su orden?—Dijo extrañado el señor Morales.

 –Soy, Fabián, el hermano de Victoria. —

 –Ah, Fabián, ¿Y eso, que te trae por aquí, muchacho?—

 –Es que vengo de una conferencia que dictaban aquí en el centro, y como vi que estaba cerca de su casa, decidí pasar un rato para saludarlos. —

 –Bueno, ok, pasa. —

 –¿Y de que se trataba la conferencia?—

 –De los peligros de la Internet. —

 –Si, es que ese juego de la Internet, distrae mucho a los muchachos, mira, ¿Y ya comiste? Nosotros estamos preparando almuerzo si quieres  te quedas, para que almuerces con nosotros. —

 << ¿Me habría leído la mente, o me vio la cara de hambre?…

 Fue aquella la oportunidad para realizar una pregunta inocente que me causaba curiosidad.

 –¿Y ya se entero usted del problema de Katy y los mensajes de texto que consiguieron en su celular?—

 El rostro del señor Morales se puso rojo como un tomate en ebullición, mientras barbotaba:

 –¿Pero como se atreve?—

 La señora Nuvia Blanca de Morales, que aguardo todo el tiempo en la cocina, se transformo en la bruja de Blanca Nieves, y voló en refuerzo de su esposo, escupiendo fuego por doquier.

 –¡¡¡Degenerado, pervertido, tal vez fue usted el que envió esos mensajes de texto para dañar la reputación de mi niña!!! —

 –¡Salga de mi casa, inmediatamente! —

 Salí como alma que lleva el diablo, no solo para evitar un puñetazo del iracundo progenitor, si no por la inmoralidad que sufría aquel alcahuete hogar.

 Como botellazo de mesonera, llegue al Terminal de pasajeros, allí hice contacto con la Zanahoria Fantasma, que gentilmente y de manera fiada, logro suministrar un segundo disfraz: El de Barney…

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