Nadie es malo ni bueno, por completo, con todo el mundo, en todo momento. El fundador de la dinastía que nos gobierna, – El mismo que exigió y, por supuesto, obtuvo como tributo múltiples veces: “Un río de sangre”-, tenía una mascota, que mimaba con deleite.
Demasiados poetas han cantado al amor entre miembros de la misma especie.
Kha Yhuan, -bendito es su nombre-, que tradujo del idioma divino, las plegarias que rezamos. Nos legó los versos con que calmamos a los rebaños y agradecemos al Dios la abundancia y la excelencia de la progenie.
Tzhen Yhui, el excelso, cuyo verdadero nombre aun es secreto, que se adentró más que ninguno, en el entendimiento de los oscuros y aleatorios procesos del comportamiento de los humanos, -en la soledad y el tumulto-, y de los seres celestes, -que nos dejó las tablas con que predecimos los eclipses y con qué medimos los niveles de placer y dolor, de apatía e interés-. Nos dio la receta de la comida que causa alegría, que todos sabemos, no contiene solo vegetales.
Increpado Fphon Thsu, -Que cazó al jaguar blanco del altiplano y pescó en casi todos los mares, ríos y lagos-, acerca del animal merecedor del honor de ser la mascota de su único amo; contestó que el dragón, que era el único que él no había cazado.
Un emperador es, además de los sentidos de Dios, el rector del resto de su especie, de modo muy superior al que un plebeyo es amo de sus gallinas.
Un emperador decide si algo es secreto y lo hace invisible para todos sus plebeyos.
Solo un emperador puede decretar que algo es bello o feo, solo su corazón tiene razones para distinguir entre lo amable y lo detestable.
Discrepo de algunos que califican de pecado o perversión enfocar preferiblemente su amor hacia otra especie, pero esa es una discusión que aun el concejo de sabios no ha cerrado; así que debo dejar un margen para el error en las conclusiones que saco para mí, después de la lectura del códice que anexo, atribuido a un oscuro poeta de la periferia del imperio, cuyo nombre hemos perdido, durante los años iniciales de la dinastía actual.
Tzhyn Khu
Año tres, del dragón negro
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Mi río de tiempo
Todas las causas
Todos los orígenes
Confluyen
Desembocan para mí
Mi rió de tiempo
Desagua, desangra
Termina
Exactamente aquí
La guacamaya del emperador
Ha preferido mi maíz
Debo morir hoy
Mi noche ya llegó
Alguna vez ella aceptó
Mi dedo
Y fui gobernador
Administrador de la miseria
De vasallos mugrientos
Enfermos
Tristes
Miserables y feos
Durante muchos ciclos
Imploré el privilegio
De su interés
Con un grano de maíz
Entre los dedos
Mi vida no ha sido corta
Pero conservo aun
Algunos deseos
Solo ahora
Que no he sido favorecido
Por sus designios
La palabra “Capricho”
Se me asocia
Con sus decretos
Solo ahora veo
La guacamaya del gobierno.
VABM 04 de febrero de 2010
Para la Sra. Marta
http://victor-bueno.ning.com/profiles/blogs/la-mascota-del-emperador