La versión original de la canción del cubano Eliades Ochoa se refiere al cuarto de Tula. Una humilde mujer que tal vez arrinconada en una habitación de esos cáscarones de edificios de la Habana Vieja, se quedó dormida en su catre y sin contar con un servicio eléctrico eficiente en la capital de la isla, y mucho menos en el resto del territorio, encendía una vela para iluminar sus penas. Con el infortunio de que un día cayó plácidamente en los brazos de Morfeo, tal vez soñando con una mejor vida y tal vez por el movimiento del entramado de tablas con el que dividieron los edificios para hacerlos colmenas habitables, desafiando las más precarias normas de urbanidad, la vela se vino abajo y desató el fuego que inspiró el son para convertirse en tragedia bailable.
Así de trágicos han sido nuestros acontecimientos en materia de servicio eléctrico. La efímera ilusión de que la revolución traería progreso para el país duró menos de una década. Prácticamente el mismo tiempo que la efímera fama de los músicos redescubiertos por Ry Cooder y Win Wenders en Buena Vista Social Club y ya de ellos la mayoría descansa bajo algunos pies de tierra. Ocultado por décadas su talento tropical al dársele mayor preponderancia oficialista al edulcorado adoctrinamiento de la Nueva Trova y prácticamente resucitados al descubrir que podían ser una fuente generadora de divisas.
Nuestro país ha pasado a ser en muy poco tiempo de una referencia mundial en materia energética con recursos prácticamente ilimitados en hidrocarburos, hidroeléctricos y sobre todo en recursos humanos, a ser un país que anda mendigando ideas para mantener un suministro de energía eléctrica constante. Las justificaciones han sido de los cuentos más risibles de sus cadenas televisivas, sólo que el animador detrás de la cámara no levanta el cartel para que aplaudan o rían los estoicos ministros y funcionarios asistentes: La Cuarta República, de la cual ya todo el mundo se había olvidado y El Niño, con el cual uno de sus nuevos ministros aprovechó la oportunidad para lucirse tildando al fenómeno natural de capitalista, de facista y contrarevolucionario. Todo el mundo sabe que el niño es un fenómeno cíclico que despierta en periodos de tres o siete años y lo sufren con mayor severidad los países suramericanos con costas en el pacífico. Pero, ¿hemos escuchado alguna vez que en estos países estén racionando el servicio eléctrico por causa de este fenómeno? El problema radica principalmente en que cuando dos niños se encuentran el resultado no es nada serio.
Un elemento triste y común de los países socialistas es que no creen en el mantenimiento, piensan que es un vicio pequeñoburgés y capitalista. Este triste pensar derrumbó uno de los pilares que sostenía a la Unión Soviética. Ahora cuando los precios del petróleo son bajos y nos damos cuenta que nuestro blindaje ante la recesión mundial estaba hecho de pompas de jabón, nuestro presidente, después de haber lanzado millares de dólares desde su carroza que recorre los cinco continentes para vender una máscara simpática y benevolente, mientras internamente se trata con guante de seda a la delincuencia y con puño de hierro a los estudiantes universitarios, ahora pide auxilio internacional haciendo prácticamente un reconocimiento tácito de su fracaso en esta materia.
Los racionamientos eléctricos han traído como nefastas consecuencias pérdidas distribuidas socialmente tanto para industriales, comerciantes, como también para los pobres quienes han visto cómo sus aparatos eléctricos y electrónicos, adquiridos con tanto sacrificio, pasan a mejor vida ante la impotencia de no saber si podrán reemplazarlos dadas las dificultades económicas condimentadas con la inflación y la reciente devaluación de la que iba a ser la non plus ultra de todas las monedas: el bolívar fuerte. Los efectos colaterales: incremento de enfermedades endémicas por estar más expuestos a las plagas tropicales, pérdidas de vidas para enfermos en estado crítico en hospitales y clínicas, servicio en bandeja de plata a la delincuencia que aprovecha la oscuridad para incrementar sus fechorías y pare de contar. Y como para colocarle una guinda al coctel de estiercol se le ha ocurrido traer como asesor para solucionar el problema a un personaje oscurantista como Ramiro Valdés, conocido represor cubano y que ha tenido como última misión minimizar la libertad de expresión en el medio de mayor alcance mundial como lo es internet. Así que lo que nos espera es persecución y acoso a blogueros, como ha sucedido con Yoanis Sánchez en cuba, a editores de página web, foristas y librepensadores venezolanos, para complementar los acontecimientos en pleno desarrollo contra televisoras, emisoras de radio y prensa.
Por esa y otras razones el país se ha estado incendiando poco a poco y cómo último recurso ha hecho el llamado a sus asalariados, a los delincuentes que pretenden incendiar las universidades públicas y privadas, por ser los centros donde el conocimiento se renueva y florece la libre discusión, para que lo salven a él, que nunca será para salvar el país. Parece que se quedó dormido soñando ser el heredero del libertador, sin solventar los problemas básicos que afectan a todos los venezolanos, incluyendo a sus seguidores, y el cuarto le ha cogido candela.