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Fortunato lee en la mazmorra

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-Mi cinismo abre los ojos en la madrugada-

Prende las luces, habla solo,

ojea trescientas páginas

buscando el acertijo

La superstición de la tragedia

si no lo vuelve a leer

ver con sus propios ojos -los del cinismo-

y volver a la cama

Quisiera apretar con todo el coraje de su astucia la franela para no extraviarme

Yo soy su hermano menor el que se tropieza con las lámparas

lo busca, lo necesita

necesita de sus palabras porque la memoria le falla

El es mi fiel Raskólnikov

no sé en que página

Pero sé que algunas necesitan de un Hamlet para dejar de ser Brunilda

yo necesito un príncipe

Y allí estaba otra vez el sauce llorón en el prólogo de un Fausto

dejé caer la manzana Corrí por el Pont des Arts con mi vestido negro para que nadie me viera una noche en la que rompía espejos para cambiar el hado y los naipes de Alicia

una terrible sensación

la imaginación no existe

La sangre azul irriga la mitad de su lengua y mi párpado izquierdo mira a hurtadillas el sucio morral descocido que reencarna desde Corina hasta mí

Hay un pequeño desasosiego porque soy una de ellas

aunque no me esconda en la raíz de un árbol cortado por Emily para el invierno

Y sé que me comprendes y me engañas porque tú no eres mi ángel de la guarda y conoces de mi paranoia que me apresuro a beber de la mano de Cronos de donde enfermo

Yo no pedí la cicuta para mi alma ¿Por qué a mí? por qué a mí, por qué

Mis manos no son invernadero de la rosa ni en mis dedos crecen

ni escogí este linaje ni mis huesos ni mi carne ¿Y dónde están mis alas?

mi cuento roto Alexia o dislexia, no quiero o si quiero

mi diestra y mi siniestra la razón y la locura

Mi triste historia encontrará consuelo en ustedes

Mi cinismo abre los ojos en la madrugada con su cepillo de dientes escarba el samsara de los anaqueles de Alejandría

si no lo vuelve a leer ver con sus propios ojos, la epígrafe lucencia que le devuelve el sol a los gallos de Prudencio Aguilar

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