Usted debe pertenecer a un bando. Eso es infalible, inexorable, ineludible, no hay pero que valga. Nadie ha de entender cómo usted sobrevive si no pertenece a algún bando. El bando primigenio es por supuesto la familia, recuerde que el que le pega a su familia se arruina, por lo tanto usted seguirá los postulados de sus consanguíneos igual que Los Corleone. Luego ha de pertenecer a las categorías que lo etiquetan según edad, sexo, raza, religión, clase social, gustos musicales, equipo de fútbol y/o béisbol y alguna otra pendejada que surja en el camino. La mayoría de estas categorías no han de cambiar a excepción de la edad, el resto se mantendría más o menos igual.
Entonces usted comenzará a utilizar el lenguaje que titula este artículo: los míos, los tuyos y los nuestros. Categorizaciones excluyentes donde los ponga. Analice una frase coloquial tan usada en los barrios como “qué pasó el mío”, amiguismo extremo, pertenencia al máximo, reconocimiento del otro como parte del uno mismo, eres mío.
Debe usted reconocer cuales son los suyos e identificar a todos los “ellos” posibles, si no la guerra no funciona chamo! El “estas conmigo o en mi contra” es de cajón, eso lo entendiste antes de que te dieran teta. Por eso vas por la vida hablando de ‘tu gente’ y ‘mi gente’ o en todo caso ‘esa gente’. Cuando pronuncias esas palabras caes en la categoría y tus pares o tus contarios te reconocerán, porque además tienes que entender que el otro no es sólo otro o diferente es ‘el enemigo’, hay que derrotarlo, esa es tu misión en la vida.
La manada, el cardumen, el rebaño siempre serán más fuertes que el individuo. Únete, no te queda de otra. No se trata de tu decisión. Así es el mundo, así es como debe ser. Pareciera que hemos alcanzado un escaño más de la evolución al superar los imperativos biológicos y darle más preponderancia a los imperativos sociales, irónicamente, estos últimos nos están devolviendo al primitivismo básico: matar o morir.
Ya no sirve el ‘divide y vencerás’ ahora funciona el ‘clasifica y vencerás’. En la neolengua venezolana los pronombres posesivos cobran una relevancia capital: ‘aquel es de los nuestros’, ‘ellos son así’, ‘nosotros tenemos la razón’. Hágase el favor de ponerse del lado correcto, o sea, cualquiera porque todos se creen que están del lado correcto. Sea parte de algún ‘ellos’ o algún ‘nosotros’, y si es aguerrido y cojonudo, salte de los ellos a los nosotros y viceversa cuantas veces quiera. El estar con Dios y con el Diablo es una opción pero sólo para los más pintados. Los demás mortales hemos de morir con alguna etiquetas más o menos permanente en el tiempo, pero no es para afligirse, la congruencia y constancia en ideas y acciones es así como que burda de difícil!
Una vez que uno se ubica en el respectivo renglón se lucha por mantener a los demás contentos. El problema es justamente el ubicarse, son demasiadas categorías, nos tomamos demasiado en serio la segmentación. Las personas no son unidimensionales pero la extrema categorización quiere englobarnos en un todo multitemático imposible de seguir. Se puede hacer la prueba con un ejercicio sencillo: haga varias columnas con todas las categorías sociales actuales que conozca y empiece a cruzarlas, le sorprenderá lo divertido de los resultados pero no será tan divertido salir a la calle y ver que efectivamente hay gente así.
Porque a la final hay gente pa’ todo! La gente habla de la gente, de esa gente, como si ellos no fueran gente o de la misma gente. Son otras gentes. Hay gente de gente y los que no son gente. Lo que usted tiene que saber es cual es su gente. Apertréchese de frases melosas y empiece a saludar como salsero en concierto: ‘cómo está mi gente de…’ Tampoco olvide preguntarle a los demás ‘cómo está tu gente?’ Siempre deje bien claro que ‘tu gente’ y ‘mi gente’ no son los mismos. Recuerde que muchos son exigentes y pocos indulgentes, que nos gobiernan los negligentes, que nos volvemos intransigentes, que nos sobran los dirigentes que no son inteligentes, que cada vez es más difícil ser diligente, que siguen aumentando las que quieren ser turgentes, que cada vez parecemos más indigentes y que igual todo el mundo se va por la tangente.
Así que busque su gremio, sectorícese, algún grupete lo estará esperando, alguien lo buscará en algún momento para ficharlo: tú eres de los nuestros. Pertenezca: la gran pregunta no es a qué perteneces sino a quién! Busque su dueño y déjese etiquetar. Escoja su flautista preferido, piense que al menos todavía puede escoger.