Este artículo contiene spoilers
Daybreakers es un buen intento. Una idea súper novedosa y original. Un guión con un potencial ilimitado. La promesa de una película de culto. Pero diantres, el resultado, a pesar de satisfactorio, es otro: una cinta convertida en un simple blockbuster. Una mera empresa de entretenimiento.
Sin duda Daybreakers va a mover al público al cine. El argumento, sencillamente maravilloso, ha creado una distopía genial: los vampiros han llegado a ser la mayoría en el mundo; la minoría humana está siendo perseguida, apresada por su sangre, llevada a “centros de ordeño” donde se les extrae el preciado líquido vital. Pero no es suficiente. La escasez de humanos pone en jaque el consumo de sangre y la nueva raza se ve amenazada con la extinción.
Después de revisar el cine de vampiros, no se puede negar que se trata de algo nuevo e interesante. Por fin una cinta trata de responder las preguntas que genuinamente se hace todo el que se haya puesto alguna vez a pensar sobre las consecuencias de la existencia del vampiro: ¿Y qué sucede cuando los vampiros sean la mayoría? ¿Pueden llegar a serlo? ¿Y qué sucede cuando ya no haya más humanos? Pero no pienso repetirme. Si se analizan esas preguntas y se comparan con el argumento señalado, se prevé un resultado grandioso. ¿Por qué no lo es?
Daybreakers es una película de vampiros con un tema que a pesar de poder ser explotado con profundidad, con maestría, es simplemente enfocado como una película de taquilla. Muchas coincidencias innecesarias, muchas secuencias de acción innecesarias, un desenlace innecesario y predecible, en fin. Innecesario. Frustrante. Es como ver uno de esos niños genios que al crecer terminan siendo luego en su adultez el mejor gerente de un Mcdonalds.
Ethan Hawke es Edward Dalton, un vampiro hematólogo al servicio de un gigante corporativo cuya misión es conseguir un sustituto alimenticio para su raza. Sin embargo, Dalton no está muy claro acerca de su identidad y desde hace tiempo no consume sangre humana, situación que le pone en peligro de degenerar, hasta quedar convertido en una bestia hambrienta incapaz de pensar (de más está decir que aquellos vampiros que no tienen recursos para comprar la escasa y carísima sangre que hay en el mercado, terminan de esta forma). Pero Dalton no está a gusto siendo vampiro. Todavía parece añorar ser humano. Y en tal sentido se enfrenta a dos dilemas: el primero, no está seguro si debe buscar un sustituto a la sangre, o más bien una cura a su condición, la dicotomía “Enfermedad Vs. Raza superior”; y el segundo, no sabe si conseguir un sustituto remedie la situación, pues las empresas “ordeñadoras” planean seguir explotando a los pocos humanos que queden aún si consiguen un sustituto de la sangre, una manera más que rentable de obtener ganancias gracias a un monopolio exclusivo. Hasta aquí la cosa va de mil maravillas. Uno se regocija hasta este punto (como cuando se ve la primera mitad de Inteligencia Artificial, luego destrozada en la segunda restante). La cuestión viene después, cuando el hematólogo hace contacto con los humanos. Pura técnica de guión comercial hollywoodense. Puras coincidencias. Pura resolución de taquilla.
Técnicamente la película se destaca. La fotografía y la escenografía futurista son de lujo y la coloración azul y blanca impecables. Los efectos especiales, pues son buenos, como era de esperarse para una película de taquilla. Las actuaciones están medianamente bien, salvo ciertos momentos melodramáticos en los que los actores no dan pie con bola (Willem Dafoe, Sam Neill, Michael Dorman, Ellie Landon, Isabel Lucas). En fin, la dirección y la producción hicieron su trabajo.
Hay una carambola en la película que no dejo de pensar que es gratuita. Una suerte de crítica que no fue pensada pero que surgió de pura suerte. Todo el asunto del gigante corporativo queriendo aprovecharse de la tragedia en ciernes, su especulación con la sangre; la degeneración del vampiro promedio a consecuencia de no tener los medios para comer y su consecuente degeneración, persecución y exterminio; que sólo se salven aquellos vampiros con recursos para vivir, los mismos que rigen la sociedad, los mismos que persiguen a la raza humana… Me suena a postura política. A mensaje oculto tipo zombies de “George Romero”.
Lo que sí es cierto es que la película toma bastantes elementos del vampiro del romanticismo: son pálidos, no pueden sobrevivir a la luz del sol, no se reflejan en los espejos, los humanos los combaten con estacas y ballestas; todo ello combinado con los elementos de una sociedad del futuro: cambio del ciclo circadiano, modernos túneles subterráneos para caminar en el día, automóviles protegidos de la luz, alarmas contra amanecer… Un vampiro clásico en una sociedad del futuro.
En todo caso, Daybreakers es un logro frente a la nueva generación de películas románticas para adolescentes, como las de Stephenie Meyer: Crepúsculo, Luna nueva y Eclipse.
Todo esto es lo que creo. Aunque me odien.
Vía Der Vampyr / El Cinescopio