Capítulo 29: el Cine “Juche” del Siglo XXI
Después de la guerra del ’53, Corea del Norte estructuró su gobierno y aplicó su ideología a través del partido único, cuya filosofía ideada por Kim se denomina Juche. La misma significa literalmente “autosuficiencia cuerpo principal” y está basada en la combinación de la confianza en las fuerzas propias, tanto en el nacionalismo como en el control centralizado de la economía. El factor clave para la supervivencia del régimen es la explotación de la profunda cultura tradicional, señala Charles Armstrong, profesor de Estudios Coreanos de la Universidad de Columbia.Para Armstrong, Juche es un pensamiento orgánico, en el que la sociedad es entendida como el cuerpo y el líder es la cabeza, actuando como una sola entidad. El partido se sostiene y se reafirma en cada norcoreano.Si hay algún signo de disenso o influencia exterior, pequeños comandos recorren los pueblos para llevar a cabo ejecuciones públicas.
Cita extraída del periódico argentino, Página 12.
De sopetón, el proyector escupe los dos clips publicitarios de la plataforma cine. Uno viene seguido del otro sin misericordia y a todo volumen. La acústica es lamentable en El Teresa y la banda sonora de los cortos me revienta los tímpanos. El Doctor se tapa los oídos y se queja en silencio. Yo me siento torturado y atormentado. Igual intento concentrarme en la pantalla.
El primer micro es el de la distribuidora Amazonia Films, propiedad del gobierno. En pocos segundos, el anuncio presenta una secuencia pobremente animada de la selva amazónica coronada por el Auyantepui, donde en su interior yace la imagen impresa de “El Perro y la Rana”, el logotipo unificado para identificar a las dependencias del Ministerio de Cultura. Como se sabe, ninguna de ellas tiene autonomía gráfica, como en el pasado, cuando la diversidad era la norma para insignias de museos y entes adscritos.
Por ahora, el presente de la hegemonía comunicacional lo impide desde el papel hasta el formato digital.De hecho, la redundancia del lenguaje conductista de la propaganda negra, será una de las constantes de la faena Zamorana.
Verbigracia, después toca el turno de la cuña de la Fundación Villa del Cine. Atención con su argumento, su resolución estética y su factura de coger palco.
Primero, regresamos al escenario mítico y originario de la flora y la fauna autóctona.Supuestos vestigios melancólicos de nuestro gentilicio, reconvertidos en clichés de usar y tirar, en momias vivientes, en souvenirs de mercadito de los corotos cool, en carne de cañón para especuladores, en baratijas de procedencia kistch, en fantasía degradada, en postal de almanaque nacional, en inspiración para fabricantes de sellos y monedas devaluadas, como el Bolívar Fuerte y sus divisas de prosperidad, bonanza y pureza. Nostalgia folklórica de tercera categoría.
En los billetes son las especies en extinción, el oso frontino y las toninas, desaparecidas en acción. Valor de cambio para un país hipotecado, en ruinas. Dinero virtual con escaso respaldo.
Por su parte, el corto de la fundación Villa del cine, nos deja atónitos con su mezcla idealizada de una realidad ecológica y utópica en franca descomposición. Vemos al Santo Ángel en su máximo esplendor, surcado por un torrente de agua caudalosa. Hoy su fuente carece del vital líquido y permanece apagada, en estado de sequía.
También figuran una guacamaya cantarina a lo Diego Rísquez( con una pésima coordinación de efecto de audio), un monito chillón, un grillito feísimo con pinta de material reciclado del archivo de VTV, un dolly sobre un río tristón( ¿una quebrada del Avila?), y finalmente una grúa alrededor de un par de nativos.
Por recato y pudor, la cámara elude los encuadres frontales, para proceder a filmar a los aborígenes de espalda, mientras cumplen un extraño ritual. Son un hombre, una mujer y una taparita cubierta de tinta roja.
La india le pinta la insignia del Perro y la Rana al macho de la tribu en su pectoral derecho. El tatuaje se expande en zoom y acompaña el título “Fundación Villa del Cine”.Su confluencia de dislates, incongruencias conceptuales,evasiones retroprogresistas, mentiras y exageraciones varias, sabe anticipar y pronosticar el cataclismo por acontecer en las próximas horas.
Para la Villa, el cine debe ser retrato vindicativo de una memoria arrasada por el tiempo, aunque sus huellas hayan sido borradas y diluidas entre la mixtura de las razas y las nacionalidades.
Actualmente, los Yanomamis y Pemones se deslastran de sus costumbres ancestrales, y abrazan la tecnología por comodidad, por cuestiones de supervivencia.Sin embargo, la Villa los prefiere encasillar en su molde de candida sumisión estacionaria, cual piezas intercambiables de diorama zoológico, cual reliquias a preservar. De ahí su interrelación con animales salvajes y monumentos de la naturaleza.
Para la Villa se trata de un patrimonio a defender empecinadamente, como parte de un proyecto político, más allá de las pruebas y las constancias del mundo real. Su resistencia localista y patriótica, parece hacerle frente al león de la globalización, al monopolio simbólico de Hollywood.
En verdad, cumple la tarea de someter a una nación al oscuro trabajo de borrar sus diferencias, para aceptar mansamente el designio de estamparse en el pecho, el código de barra del proceso de cambios: El Perro y la Rana. Así cosifican nuestro cuerpo y nuestra mente en la Villa del Cine.
¿Tu no querías teoría de la conspiración?
¿Tu no pediste ciencia ficción pura y dura?
¿Por qué viajar tan lejos, a Londres, Berlín y Tokio?
Aquí te la traigo de gratis y con puro sello criollo.
El Doctor bosteza como perro enjaulado, se restriega los ojos y me contagia la fatiga. Ya revelamos preocupantes síntomas de agotamiento y la película todavía no comienza. En adelante, libraremos una batalla a brazo partido contra Morfeo. La consigna es matar al sueño para no claudicar ante la pesadilla de Chalbaud.
De inmediato, escuchamos a lo lejos el eco de una banda marcial “in crescendo”. En la sala, retumban los cueros de una percusión familiar, conocida, de orientación bélica.Suena a declaración de guerra, a estrategia de intimidación del imperio romano, de Napoleón Bonaparte, de los confederados.
La densa atmósfera nos retrotrae al vano ayer de las cruzadas nacionales e internacionales, por la repartición del poder. A su vez, los redoblantes ,los bombos y los platillos se funden en el ambiente para introducir la secuencia de créditos de la película, también concebida en ordenador.
La intoxicación informática pretende darle un barniz de modernidad a la propuesta. Por defecto, el recurso se desaprovecha y luce como un calco barato del prefacio de “Ice Age”. Allá eran las viñetas de la edad piedra, con el acabado de las cuevas de Altamira. Aquí son un conjunto de ilustraciones en 3D, torpemente delineadas e inspiradas en el libreto original. Al lado de Pixar y Warner, los animadores de la Villa del Cine se mueren de hambre y se alimentan del hueso del eslabón perdido. Con justicia y mérito, pertenecen al período primitivo del género.
Como en tantas películas de piratas y conquistadores, como en tantos documentales de Discovery, como en tantas telenovelas de época, arrancamos con un toma ascendente de un plano de batalla,en color sepia( porque así lo dicta el manual).
El gráfico irrumpe con un mapa del poblado de “Santa Anta”, salpicado de gotas de sangre y flanqueado por una estela de humo negro. El fuego y la hemoglobina terminan por imbricarse, al describir el título de la película en llamas, sobre la cartografía del infierno.
El candelero nos marca la pauta y nos imprime la consigna en negritas: “Tierra y Hombres Libres”. Premonitoriamente, las brazas definirán el devenir de una revolución incapaz de evitar la deforestación de su bioma.
A 200 metros de mi casa, contemplo el panorama dantesco de la combustión del cerro el Ávila, patrimonio de la ciudad. Ni Chalbaud, ni los diligentes chicos de la Villa del Cine, aparecen para clamar por el cese y la extinción del siniestro. No hay electricidad, no hay luz, y encima nos devora la calima.
Escribo cubierto de cenizas y con serios problemas para respirar y dormir. Sufriré daños colaterales como los bomberos de la zona cero durante el once de septiembre. Caracas es una zona de desastre pero el gobierno se empeña en no declarar el estado de emergencia nacional. Hacerlo en un medio de comunicación, puede costar la cárcel y acarrear sanciones penales.
El dinero falta para combatir las contingencias.
El dinero sobra para complacer los caprichos autorales del hijo prodigo de la Villa del Cine.
En adelante, descubriremos los nombres de los implicados en la producción de Zamora, gracias a la secuencia de créditos. La lista incluye a mercenarios, buscavidas, escaladores, peladores, indigentes, desempleados crónicos, borrachos empedernidos y mata tigres de diferente especie.
Los hay rojos rojitos inscritos en el PSUV. Los hay de ultraderecha agazapados, fervorosos militantes de la desternillante mesa de la unidad. Los hay de los canales privados, leales o no al proceso. Los hay del CNAC y del ANAC recién electo, en busca de prebendas con Farruco.Los hay intelectuales y notables. Los hay ignorantes y confundidos.
En pocas palabras ,la ficha técnica es el resumen del camaleonismo del gremio, así como de la forma del gobierno de jugar con el hambre de los desposeídos.
Para ponerle picante al caldo morado, al sancocho, vayamos con algunos nombres sintomáticos del reparto: Daniela Alvarado y Anastasia Mazzone, ambas consentidas del star system criollo en formato televisivo.
No olvidemos a Don Jorge Farfán, encargado de los efectos especiales de “El Caracazo”. Su oficio es tirar bombas con humo y simular tiroteos con pintura roja. Al lado de Tom Savini, es un cero a la izquierda. En Venezuela, es el tuerto en el país de los ciegos. Para rematar el chiste, te cobra un ojo de la cara por su mediocre labor.
Luego destaca ,en negritas, la curiosa humanidad de Francisco Cabrujas, reconocido por componer la banda sonora. ¿Adivinan cuál fue su trabajo anterior? Hacer la música incidental de “Calle Luna, Calle Sol”, transmitida por RCTV entre marzo y septiembre del 2009, por vía cable. En el 2010, su señal sale del aire para siempre, bajo orden y mandato del presidente.Mil quinientas personas terminan en la calle. Gente humilde y necesitada. ¿Entenderá el gobierno la magnitud y el costo político de semejante medida? Por lo visto no.
Objetivamente, se decide infligir el castigo, de manera implacable y vengativa, sin atender a sus dramáticas consecuencias en el corto plazo. Las víctimas del despido colectivo no descansará en paz, hasta conseguir una indemnización justa. Por lo pronto, votarán en contra en las elecciones a la Asamblea, de la mano de sus allegados y afectados. Una amplia red de sufragantes y oponentes a considerar. A las claras, al mandamás de la comarca le encanta provocar y avivar el fuego de su escenario de guerra permanente, bien sea a través del cine o bien sea por medio de su despotismo. Verbigracia, el estreno de “Zamora” es la punta de lanza de la estrategia bélica del Teniente Coronel, en el campo de lo interno.
Por último, descubrimos a Tarcisio Barreto a cargo de la interpretación, al mando de la Orquesta Sinfónica del Estado Lara, cuna del Sistema del maestro Abreu y casa natal del libertador, Gustavo Dudamel. Ellos son los alfiles y los peones del ajedrez de Román Chalbaud, al servicio del Rey del tablero. En adelante, nos abocaremos a leer y a desmontar sus amagues y movimientos.
Agárrense fuerte, porque venimos con todo.
Por aclamación, la telenovela de “Zamora” pica y se extiende.
El tiempo dirá.
Como cierre, comparto con ustedes una reflexión de despedida. Al contemplar el inicio de “Zamora”, mi memoria trajo de vuelta al realismo social del arte de Corea del Norte. En específico, la película de Chalbaud, me evocó al llamado “cine Juche” de Kim Il-Sung, posteriormente parodiado por el director yanqui, Jim Finn. Al respecto, el mencionado realizador americano lo satirizó en su obra maestra, “Juche Idea”.
Para culminar, los dejo con un texto alusivo a la pieza del autor, y con un ejemplo de “cine Juche” o “tele juche”(emitido por KCTV). Cualquier parentesco con “Zamora” y con la programación de los canales de la revolución bonita, no es mera coincidencia.
Nacido en Sain Louis en 1968, Jim Finn se define así mismo desde su web(www.jimfinn.org) como un cineasta que se sirve del humor y de la ficción histórica para interrogarse sobre la ideología comunista, el capitalismo y las prácticas artísticas revolucionarias. Una preocupación que recorre toda su filmografía, desde sus cortometrajes iniciales hasta el último largometraje(The Juche Idea), así como el comentario irónico de las ideologías desde la retórica de la puesta en escena. Jim Finn trabaja siempre en el formato video y sus obras se han dado conocer en festivales de cine independiente y museos de todo el mundo(menos de Venezuela).
Jaime Peña: Cahiers Du Cinema.
http://www.youtube.com/watch?v=qZz8tz-stoU&feature=PlayList&p=BECC654BBBCEC16B&playnext=1&playnext_from=PL&index=10