Para empezar comparto tu interés por despertar un debate necesario y sano. Sin embargo, difiero completamente de tu alcance, de tu tono y de muchos de tus puntos.
Primero, pierdes tres valiosos párrafos en justificarte y en disculparte, como si tuvieras precaución y temor de expresar tus ideas al rompe. No debes preocuparte porque nadie te va a juzgar por ellas, ni te va a condenar.
Segundo, llegas tarde a una discusión de antigua data en Venezuela y fuera de ella, y cometes el error o la ingenuidad de exponerte como el precursor o el adalid nacional de una bandera no sólo vieja sino descolorida. No sé si es por omisión, por ignorancia o por soberbia. Pero en realidad, pecas de egocéntrico al negar los antecedentes y los referentes de tu llamada lucha.
En Caracas, y sobre todo a partir de los setenta, docenas de estudiosos tocaron el mismo tema, antes de la publicación de tu artículo y de la existencia de Facebook. Tus opiniones no son para nada originales y nuevas.
De hecho, en el pasado, fueron formuladas con mejor tino y desarrollo argumental por cineastas y teóricos de la talla de Antonio Pasquali, Alfredo Roffe, Fernando Rodríguez, Oscar Lucién, Rodolfo Izaguirre, María Gabriela Colmenares, Ricardo Azuaga y compañía, por sólo nombrar a algunos.
Incluso, en la actualidad, existen colegas quienes desde el Internet y la prensa escrita, se encargan de ventilar el problema, como el caso de Carlos Caridad, Pablo Abraham, Héctor Concari, Alexis Correia,Robert Andrés Gómez, Juan Antonio Gónzalez, Pablo Gamba y el mío propio, junto con un sinnúmero de compañeros de ruta panfletaria, como Krisis,Juanito Cinéfilo,Warholio, La China, Pedro Rodríguez, Klaus Inspector, J.M. Silva,Manu,XLuis, Daniel Pratt y Lamala( todos ellos investigadores acuciosos en la materia).
Aquí por ejemplo, en donde publicas, llevamos tiempo(específicamente diez años) haciendo lo propio, en «el intento de crear conciencia sobre el estado de nuestro cine nacional».
No lo olvides. Antes de Cinescopio, vino Encuadre, Cine Al Día,Cine Hoja, El Dedo en el Ojo, Blogacine y Panfletonegro( insisto, 10 años en el aire).
Por tanto, resulta un poco molesto tu aire de descubridor del agua tibia y de supuesto abridor de la caja de Pandora del cine nacional. No es bueno negar nuestras raíces, de dónde venimos y para dónde vamos.
Por eso, arranco con el recuerdo y con la firme convicción de hacerle justicia al trabajo de quienes tu niegas. No todo el mundo del análisis y la deconstrucción del cine, se reduce a las páginas de Cinescopio, amigo Vicente. El ombliguismo siempre abona el terreno para la simplificación.
En tal sentido, voy a responderte, de ahora en adelante, punto por punto, para ordenar y organizar la discusión.
1) En el apartado inaugural, rozas la punta del iceberg y te quedas corto al decir: “Acuso, por un lado, a las mentes reduccionistas y polarizadas que afirman que nuestro cine está como está debido a las políticas emanadas de la Presidencia de la República o del gobierno bolivariano; por el otro, a aquellas que señalan que las responsabilidades recaen en intereses de oposición o ambiciones de carácter privado. El problema va simplemente más allá. Mucho más. No debe reducirse el cine a política. Aquí la cuestión no se trata de cruzadas y batallas de poder y culpa. Se trata de mejorar una situación, no pasar horas discutiendo en blogs, reuniones y arenas intelectuales, si la situación de nuestro cine responde a las actuaciones del gobierno o la oposición, o si tú dices esto o aquello porque eres chavista o pitiyanqui. Menos aún se trata de crear bandos laborales, donde los cineastas de un lado no trabajan con los otros, o donde las oportunidades de trabajo se ven limitadas a consecuencia de lo anterior.”
Por desgracia, es imposible deslindar al arte de la política en nuestro país. Te guste o no, la polarización impone y define la agenda. Lo ideal es combatirla y resistirla con argumentos, no soñar con su ingenua derogación o censura. Para ello, aunque no te agrade, es fundamental “pasar horas discutiendo en blogs, reuniones y arenas intelectuales”. Precisamente, la falta de discusión y espacios diálogo, alimenta la polarización.
Por lo demás, tampoco es conveniente cerrarse los ojos ante la responsabilidad del oficialismo y de la oposición, en el desarrollo del dilema en cuestión.
Lamentablemente, el chavismo juega garrote, cunde y condiciona el devenir de la industria criolla, al beneficiar la proyección de películas partidistas y leales al estado.
De igual modo, la oposición reprime la disidencia en su seno, y discrimina a los refractarios. Por tanto, el objetivo reside en promover la superación de su esquema a través de la acción del pensamiento, en vez de fantasear cándidamente con su desaparición de facto.
No en balde, su sombra te inquieta y hace contradecirte en el segundo y tercer punto, al afirmar: “Acuso a las instituciones del gobierno encargadas de dar apoyo al cineasta; por su burocracia, su amiguismo, sus parámetros clasistas y excluyentes, por su visión cerrada que lastima a los creadores y sustenta y da de comer a cogollos.
Acuso a los particulares, entes y fundaciones de carácter privado vinculados al mundo artístico y audiovisual; por su falta de apoyo desinteresado hacia el cine. Estos no crean cogollos, es cierto, pero tampoco ayudan a nadie. Definitivamente no les interesa ayudar, pues lo de ellos no es hacer cine, lo de ellos es Business.”
Aquí también tengo varias objeciones. En principio, separas a la iniciativa pública de la privada, cuando es evidente su imbricación y su complicidad en múltiples movidas, al crear un cogollo en común, alrededor de nuestro “show bussiness”.
No por casualidad, el CNAC es casi una empresa privada administrada con fondos públicos. Allí filman y mandan los de siempre, con ligeros cambios demagógicos, para contener la explosión social del gremio.
En realidad, el asunto es más grave y se resume en la corrupción de convertir un negocio público en un ente privado, a la discreción y al servicio de una intricada red mafiosa, donde la contraloría brilla por su ausencia.
Por ende, el fin sería democratizar el sector a ambos lados del espectro y estimular la participación de la patronal, de los gerentes y de los dueños del sartén económico, quienes prefieren abstenerse de apostar en el casino criollo, generalmente, por lo incierto de su destino. En dos platos, el empresario no invierte para perder plata, Vicente. Si hay condiciones para ganar, hasta yo pondría de mi bolsillo para hacer cine nacional.
Así ocurre en mercados competitivos como el de la India, Francia, España, Argentina y Nigeria, donde la empresa privada trabaja con el gobierno para producir largometrajes comerciales y filmes de autor, sin caer en distinciones y jerarquías dicotómicas. Un buen “blockbuster” puede dar de comer a muchas bocas, mientras permite subsidiar propuestas menos empaquetadas.
La mala noticia en la República Bolivariana, es harto conocida. Padecemos una “estanflación”( estancamiento con inflación) y sufrimos un asedio técnico del aparato productivo por parte del ejecutivo, donde en cualquier momento una empresa privada puede ser declarada un bien patrimonial del estado. En consecuencia, así nadie se va a arriesgar a poner sus ahorros en la puja por una película potencialmente fallida y quebrada. Sería una locura, un suicidio financiero.
En paralelo, vuelves a afirmar una media verdad y a pisar la fosa de lo trillado, al sentenciar tu cuarta frase lapidaria: “Acuso a la industria Hollywoodense, por meternos de soslayo una gran cantidad de basura intelectual y material ideológico de baja calaña, por inundarnos con películas chatarra que le quitan espacio a nuestro cine y distraen a nuestro espectador, por inundar las salas a punta de realazo con cintas que ni ellos mismos ven. Es decir, acuso a esa parte del Hollywood materialista que nos inyecta pura publicidad y mercadeo.”
Podría pasar horas explicándote la cantidad de sofismas, de exageraciones y de errores implícitos en tu anterior discurso. Pero te lo voy a refutar en un párrafo.
Tu teoría no tiene la menor validez científica y es un refrito de la escuela de Frankurt. Hollywood no hace solo basura intelectual, ni produce únicamente material ideológico de baja calaña. Ahí figuran Tarantino, Rodríguez, Michael Mann, Wes Anderson, Jason Rietman, Werner Herzog, Los Hermanos Coen, Brian De Palma, Martin Scorsese, K. Bigelow, Sofía Coppola y un largo etcétera de talentos emergentes, para demostrar la falsedad de tu argumento.
Hollywood, Vicente, no es el diablo, como piensa Chávez y los redactores de la Ley Resorte. Hollywood es un rival de peso y de calidad, al cual debemos vencer de tu a tu o aprender a convivir con él.
A Hollywood lo derrotan con sus armas en Mumbay, París y Nigeria.
Hollywood coloniza y se traga a la competencia sin misericordia, donde se lo permiten.Es su naturaleza voraz y depredadora. La meta es cercar su monopolio en el futuro, a base de ingenio, creatividad y aplicación de la ley. Si no se cumple es culpa nuestra. Las cuotas de pantalla esperan por su justa reivindicación y activación. Los realizadores nacionales guerrearon por ellas y se las merecen por sus años de batalla.
Luego, te equivocas enormemente al aseverar una calumnia: “Acuso a los críticos “destructivos” de nuestro cine, esos que se agazapan en la silla de una sala de cine y empiezan a salivar, esperando el error, la costura, los mismos que se regodean en el fallo y se hacen la vista gorda ante los logros, todo ello porque escribir sobre lo positivo los hace seres débiles y le resta importancia a sus elucubraciones intelectuales.”
¿Cuál es el complejo y el miedo con la crítica destructiva? Por cierto, da nombres. ¿Quiénes son los críticos destructivos del país, porque no los veo? Ojalá los hubiese o fueran más visibles. Sobre el tema, corre mucha tinta. Nosotros hicimos hasta un documental. El único en el país. Y dominamos la materia de arriba hacia abajo. Por ende, te invitamos a rectificar y retomar tus investigaciones al respecto.
La crítica, destructiva o no, es indispensable para el desarrollo de cualquier industria. Tu llamado me recuerda al del Goebells, cuando la prohibió porque daba pie “a una perversa tradición intelectual de la cultura judía, en perjuicio del cine nacional”.
El patriotismo y el chauvinismo no son excusas para mandar a callarle la boca a nadie. La libertad de expresión debe respaldarse sin condiciones ni cortapisas. De paso, la crítica destructiva sirvió en el pasado para construir cine desde Francia hasta la Argentina.
Gracias a la crítica destructiva, nació la nueva ola y sus derivaciones europeas y latinoamericanas.La crítica destructiva de “El Amante Cine” acompañó el renacimiento del cine porteño, después de la dictadura.
Por consiguiente, nosotros celebramos la existencia de la crítica, sea como sea, cínica, constructiva o destructiva. Sin ella, sin su contrapoder, el cine puede perder a un necesario órgano de control democrático. Atención, amigo Vicente. Cuidado.
Por algo, tu artículo coquetea bastante con “la crítica destructiva”, porque se quiere revulsivo, polémico, iconoclasta e impactante, al remedar el “Yo Acuso” de Emile Zola. A propósito, otro cliché de uso convencional. Al menos no clonaste el estribillo del clásico “Una Cierta Tendencia del Cine Francés” , redactado por Truffaut en los cincuenta. Tu intención es hacer algo igual con el cine nacional, marcar un antes y un después, supongo. Pero te fuiste de pretencioso, de pana.
Prometiste un borrón y cuenta nueva, y nos diste un remake previsible, cuyo desenlace, irónicamente, se evaporará entre las nubes de la red de redes.
Lastimosamente, deseos no preñan, Vicente. Para la próxima, regresa con humildad.Afila el lapicero. Limpia tu texto con terceros. Escucha consejos. Y no seas redundante.
Sigue con tu cruzada y no desmayes en alcanzar tus fines.
Después de todo, tu éxito es el nuestro y lo compartiremos en conjunto.
Yo no te acuso, estimado.
Yo apuesto por tu victoria y por la del cine nacional.
Tarde o temprano lo lograremos.
Así sean nuestros hijos quienes cosechen los frutos de nuestro combate por la conciencia.
Por último, metiste en el mismo saco a directores mediocres, guionistas frustrados, circuitos de exhibición, distribuidores y espectadores alienados. Tampoco señalas nombres ni estableces distinciones.
Eres maniqueo y cedes al chantaje de tu propia acusación. En síntesis, te conviertes en un verdugo ensañado incapaz de reconocer el talento y el trabajo de ningún compañero.
Por ello, cierro con algunos apellidos y emblemas para hacerte contrapeso y balance.
En cuanto a Archivo Fílmico, te pelaste bello, men. Ahí tenemos a un baluarte como Oscar Garbisu.
En la distribución, Armando Graffe es un ejemplo de tesón, independencia y esfuerzo. Lo mismo para los panas de Circuitograncine y para los amigos de la Cinemateca, quienes le ponen un kilo.
En el ámbito comercial y de la promoción, destaco el empeño de Lorena Pino, José Pisano, Gustavo Vellutinni y Gabriella Grigorescu.
En la exhibición, Mauricio Liberastociolli y Livio Quiroz dieron y dan la cara por el buen cine en sus respectivas salas de arte y ensayo.
En la investigación, se me acaban los dedos de las manos y de los pies. Pero rescato a Trincado, Sidorkovs, Guillermo Barrios, Carmen Luisa Cisneros, Gonzalo Jiménez,José Urriola y a cientos de colegas de las Universidades.
En la realización no todo está perdido. Nuestros documentalistas son buenos y nuestros animadores también. Por no mencionar a cortometrajistas, videoartistas y cineastas en ascenso( de la Capital al interior).
Para terminar, hay una interesante generación de relevo a la espera de ser descubierta y reconocida en Venezuela y el exterior.
Y encima, aquí hay viejitos estupendos a quienes hemos olvidado, como Joaquín Cortez, el maestro Castillo, Armando Arce, Alberto Monteagudo y Ángel Hurtado.
Será cuestión de dedicarnos a recuperarlos del anonimato y del ostracismo.
Saludos y aguardo por tu respuesta.